Secciones
Servicios
Destacamos
Kiko Veneno vuelve a Valencia a lo grande. La última vez que visitó la ciudad lo hizo acompañado únicamente de su guitarra. Este sábado lo hará en el Palau de la Música con una fórmula que combina tres formatos, uno de ellos con un cuarteto de cuerdas dirigido por Michael Thomas, director de la famosa Orquesta Bética de Cámara que fundó Manuel de Falla.
-El formato a lo grande con cuarteto de cuerdas no es muy habitual en su gira...
-Hicimos unos diez bolos con este formato en los últimos dos años. Para mí son muy estimulantes.
-¿Qué aporta este formato y cómo se maneja un contraste tan grande entre las tres partes del espectáculo?
-Muy bien, de hecho creo que lo bonito es el contraste. Traemos una fórmula con tres formatos muy queridos para mí. El momento en el que estoy yo solo me encanta porque me da mucha libertad. Cojo las canciones con mi guitarra y hago con ellas lo que me da la gana.
-Al pensar en la música de Kiko Veneno, a uno no le sale estar sentado... ¿Qué le inspira el lugar y el público?
-La última vez que fui a Valencia fue en una sala donde estaba yo solo con mi guitarra: la gente bailó y cantó muchísimo. Cuando el público está sentado hay más distancia y seriedad, la gente es más mayor... Pero siempre hay jóvenes que acaban ocupando los pasillos y se baila.
-¿El público de Valencia espera un repaso a su carrera, una presentación de sus últimos trabajos o canciones nuevas?
-Voy muy avanzado con mi nuevo disco, casi acabado. Tengo muchas ganas de presentar el abanico de canciones que tengo preparadas. Lo que voy a hacer es tocar mayoritariamente mis grandes éxitos y con el cuarteto tocaremos una nueva y haremos una versión de The Beatles que seguro que va a sorprender.
-Con su extensa discografía, ¿cuesta configurar el repertorio? ¿se deja muchas en el camino?
-Me dejo siempre algunas. Está bien tener un abanico tan amplio para variar y divertirme. Que la gente eche en falta alguna siempre es inevitable...
-Hay artistas que se sienten esclavos de sus grandes éxitos. No parece su caso.
-Todo lo contrario, por Dios. Es un lujo que la gente te pida tus canciones, eso significa que estás en su memoria. Pero además, en nuestra profesión de músicos, tenemos el no estar nunca contentos con una versión y andamos cada poco renovando el sonido y la forma... Siempre queremos sorprender y yo diría que ninguna canción de las que hacemos está exactamente igual a cómo quedó en el disco.
-En los últimos años le han adoptado en la escena independiente del pop nacional. ¿Lo ve cómo una nueva oportunidad o siempre ha sentido en ese mundo?
-Las dos cosas. Es una nueva oportunidad pero yo siempre he sido independiente. Nunca he sido representante de ninguna escuela ni etapa ni moda. He intentado siempre que mi carrera se desarrolle en libertad y buscando poner al límite ciertas normas. Me siento bastante transgresor y creo que el mundo de las discográficas en España no deja de permitir que los músicos actuemos desde lo que nos nace en el interior.
-¿Qué le tiene que decir a la industria musical contemporánea?
-Yo nada. Yo si acaso tengo que saludar es a la industria clásica, a las grandes discográficas de los 70 que dieron a conocer a Miles David, Frank Zappa y a Bob Dylan. Hoy he visto una entrevista en la que Zappa agradece cuando los mandamases, al no entender la música que escuchaban, decían «¿Esto qué es? Bueno, pues véndelo, a ver qué pasa». Se arriesgaban a publicar lo que desconocían. Ahora todo está lleno de asesores que intentan canalizar los fenómenos musicales.
-Sus canciones siempre han hablado de los cotidiano, pero ahora parece que todo se ha politizado...
-Lo cotidiano es político. Hay un movimiento global, orgánico que somos las personas y que es diferente al sistema de poder político. Son dos frentes de la misma cosa. Tal y como veo el mundo, todo es un engranaje de poder que busca deslocalizar al hombre de su contexto y de su realidad.
-No viene mal entonces reencontrarse con lo humano a través de su música.
-Precisamente porque la música no es únicamente revolucionaria por las letra que tenga o el género al que pertenezca. La música en sí revoluciona el sentido de los significantes y los significados porque es abstracta y no se puede domar. La música te llega al corazón, por eso es incontrolable.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.