El bailarín y coreógrafo Nacho Duato (Valencia, 1957) es una de las grandes figuras de la danza. Dirigió veinte años la Compañía Nacional de Danza ... de España y al ser apartado de su puesto emprendió viaje a San Petersburgo para dirigir el ballet Mijáilovski. Hizo un paréntesis, entre 2014 y 2018, para hacerse cargo del ballet estatal de Berlín, y hoy sigue al frente del Mijáilovski. En conversación con LAS PROVINCIAS reivindica para España compañías estables de teatro, danza y ópera, también para Valencia. Reclama que la danza y la música entren en las aulas, cuestiona la gestión del ministro de Cultura y lamenta la escasa preocupación de la clase política por la cultura.
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–En marzo dijo que el ministro de Cultura no hace nada. ¿Sigue pensando lo mismo?
–Nada de nada. No hace, ni sabe hacer nada. Tiene cinco asesores de los cuales ninguno pertenece al mundo de la cultura, ni el deporte, ni las artes. Uno es un abogado, otro da clases de yoga, otra es diputada. Cobran un sueldo anual de 60.000 o 70.000 euros al año. Y aparte tiene tres técnicos. Si quiere asesores, yo le asesoro en danza y no le cobro un duro. No entiendo porque no hay un escritor, un cantante, un músico, un bailarín o un deportista.
–Por lo que dice, esa opinión que tiene del ministro, no sólo responde al ámbito de la danza, sino en general para toda la actividad cultural.
–Sí, claro. Para toda. La danza, como siempre, es la Cenicienta, todavía menos. Por lo menos hay un auditorio de música, otro de ópera, un circo, un teatro dramático, aunque no tenga compañía estable. Pero no hay teatro de danza. No hay compañía estable de nada, ni ópera, ni teatro, ni ballet.
–¿Si ahora trabajara en España diría lo mismo del ministro?
–Yo trabajo en España. He tenido dos espectáculos en Alcobendas con la Compañía Nacional. En enero empiezo un ballet que voy a hacer a la Compañía Nacional. He estado en televisión haciendo 'Prodigios', que lo voy a dejar, porque la televisión me horroriza.
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–Le horroriza, ¿por qué?
–No me gusta nada. Entiendo que es un programa a esas horas y para los niños, muy serio no se puede ser pero no me gusta la vis cómica que quieren dar todo el rato, y un poco patética llorando la abuela, el abuelo. Creo que la gente es más inteligente. Sobre todo los niños son más adultos de lo que se creen. A la gente le gusta mucho más la seriedad. ¿Por qué siempre tiene uno que estar haciendo gracietas? Yo por eso soy el más serio y trato de hablar lo menos posible. No puedo soportar el numerito.
–Más allá del ministro, ¿cree que a los políticos les interesa la cultura?
–En la última campaña electoral no oí hablar de cultura. Al único, a Pablo Iglesias, que no le había oído nunca hablar de cultura. Pero por lo que muestra, que lo que le gusta es esa serie –de la que yo no he visto ningún capítulo, me parece un espanto– 'Juego de Tronos', vamos apañados. En general se oye muy poco hablar de cultura. En España tengo problemas, a veces me tachan de antipático y distante porque puedo hablar de ballet con muy poca gente, ni en el ministerio, ni en la prensa. Tengo que explicar qué hago. Creo que todo empieza en las escuelas. Tuve contacto en una universidad con estudiantes de arte y nadie se sabía una poesía de memoria. Les dije a los profesores, ¿cómo es posible que no les enseñen Garcilaso de la Vega, Rubén Darío, algo? No les acercan a la belleza, al mundo de la danza, de la música.
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–¿Es partidario de que la danza esté en el sistema educativo?
–Totalmente: la música y la danza. Los niños que estaban en 'Prodigios', que hacen música y danza, son niños como los demás, que les gustan las tablets, pero hablan de otra manera. Ya sabemos que los cónsules tenían que saber tocar el laúd, la oratoria era muy importante, recitar poemas y bailar. Ahora estoy trabajando con una fundación dedicada a niños de familias desestructuradas y niñas que cogen para la prostitución. Les damos clases de danza y no sabe el cambio que dan.
–Ya que hemos hablado de 'Prodigios', ¿en la clase política ve asomar alguno?
–Dios mío, a ninguno. Después de los años ochenta todo se fue al traste no sé por qué. Cuando empezaron a ver que era un modo de vida. Hay muy poca gente que haya trabajado y luego se dedica a la política.
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–¿Falta vocación, entonces?
–Falta vocación, dedicación y mucha educación. No saben hablar, lo siento mucho, pero a mi padre, que no se metió mucho en política pero era gobernador y a mi abuelo que fue rector, les oí algún discurso y daba gusto. Ahora hay poca gente así. Felipe González estaba muy bien. De los mejores oradores, la verdad Rajoy. Y yo no soy de derechas, pero aunque se metían con él por el seseo, era un buen parlamentario. Pero ya no los hay. El Parlamento parece una corrala. Es tremendo.
–También ha dicho que la cultura en España sigue siendo un zombi. ¿Lo mantiene?
–Un zombi, no. Decía que era un desierto cultural. Y dije que un país que no apoya a sus artistas y no respeta a la cultura, es un zombi, no anda del todo bien.
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–¿Desde su punto de vista que se necesitaría en España para animar la actividad cultural?
–Primero acercar a los niños, no sólo llevarles una vez cada dos meses al Real a ver 'Pedro y el lobo' o 'El Principito'. Tienen que estudiar música y llevarles más al ballet. En Rusia todos los sábados hay una matiné para niños. Aparte, deberíamos tener un teatro, que no lo hay, con compañía estable de ópera, de ballet y de drama. Como está la Comédie Française, o la Royal Shakespeare o el Rusky Theater en Moscú, que haya una compañía donde se represente a los grandes autores españoles. O en ballet tener una compañía que todos los años baile 'El cascanueces' en Navidad, 'El lago de los cisnes'. Y en ópera contar con una compañía de cantantes; en Rusia tengo sesenta cantantes primeros solistas, sopranos y tenores. Ellos están en nónima y de vez en cuando invitan a una estrella. Pero en este país para cada ópera se tiene que contratar a cantantes y pagarles por función. Eso es muchísimo más caro: pagar hotel, dieta, viajes. Hay que tener una compañía estable, en Valencia también.
–¿Cómo valora la situación en la ciudad del Turia?
–En el teatro Principal podría haber una compañía y en Les Arts, ni le cuento.
–Les Arts, ¿cómo lo ve?
–Una cosa descomunal infrautilizada. Debería haber más espectáculos y tener su propia compañía de danza y de ópera. Como tiene el Palau de la Música una orquesta, y hay un equipo de fútbol. ¿Por qué no podemos tener una compañía de ballet? Yo soy uno de los coreógrafos ahora mismo –como nadie lo dice lo digo yo– de los más importantes que hay en el mundo y tengo que estar fuera. Soy valenciano y podría estar, si no dirigiendo la compañía, sí aportando muchísimo. Y estoy en Rusia.
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–¿Se vendría a Valencia?
–No quiero dirigir nada. Estoy en Rusia muy bien. Ya dije en el Pravda que quiero que me entierren en San Petersburgo al lado de Chaikovski. Me siento muy respetado. Rusia es un país muy difícil, pero yo estoy trabajando y no me importa lo demás. Por cierto, Putin ha venido a cuatro estrenos, cosa que aquí no ha venido ningún presidente.
–Siguiendo en Les Arts. Desde Valencia nos quejamos de que no recibe del Ministerio el mismo trato que el Real de Madrid o el Liceo de Barcelona.
–Claro que no, es una ciudad más pequeña. En las otras hay más habitantes y más espectáculos, aunque hay pocos; una media de once al mes. En el Mijáiloski hay más detreinta al mes porque hay muchas matinés. Les Arts es demasiado grande, mucho pasillo, los sótanos son espacios enormes sin utilizar. Podría ser mucho más funcional, más humilde. Pero, bueno Calatrava es como es y ya está. El Principal es maravilloso; me gustan los teatros de herradura barrocos. Es una maravilla, me encanta, y allí se puede bailar y hacer óperas.
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–¿En Valencia hay madera?
–En Valencia hay muy buenos bailarines. Sé que hay compañías pequeñas que no reciben ninguna subvención y están con el agua al cuello. Había una compañía estupenda y la han cerrado. No lo puedo entender. Vinieron los otros, la izquierda que te crees que les van a apoyar, y la echaron. A mí aquí después de veinte años la ministra me pegó la patada y me largué.
–Las artes escénicas lo están pasando mal por la pandemia, ¿se les ha ayudado lo suficiente?
–No se nos ha ayudado para nada.Yo hice 'Prodigios' y ahí cobré un poquito, pero he estado año y pico sin cobrar un duro: he anulado ocho estrenos. No se nos ha ayudado nada. Es increíble.
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–Nunca se ha cortado un pelo en decir lo que pensaba.
–Yo no digo todo lo que pienso. Si dijese todo lo que sé. He pasado por nueve ministros. A veces me dejo mucho en el tintero.
–¿Los artistas deberían estar más comprometidos y denunciar lo que afecta a la cultura?
–Creo que sí. Hay bastantes, pero lo que pasa es quecomo no hay teatro y en televisión pagan muy bien, los chicos de las series, pues no van a hablar mal. El otro día Marisa Paredes les puso a cada uno en su sitio. Necesitamos gente así, pero si no tenemos sedes de teatro se nos oirá menos.
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–¿El confinamiento lo pasó en Valencia?
–En Madrid y luego en Valencia. Estuve pintando mucho, voy a hacer una exposición. En Madrid hice una y estoy buscando en Valencia, pero me han llamado de la Bienal de Basilea. Busqué en Valencia y antes de ver mi obra, la chica que me representaba habló con el curador de la galería y le dijo «uy esos famosos que se creen pintores». Y dije, pues apaga la vela y vámonos. En cambio fuera me llaman. Ahí es donde digo que no hay cultura en este país. No hay coleccionistas, gente que sabe si una obra es buena.
–¿Qué le llevó a venir a la ciudad del Turia durante la pandemia?
–Madrid estaba peor. Y cuando vi todo vacío me fui a Valencia donde está mi familia por estar cer ca de casa. Yo adoro Valencia. Me gusta ir al mercado, la gente es muy amable, te saludan, te dicen bonico. Si no me entierran en San Petersburgo, que sea en Valencia. Yo quiero acabar mis días en una casita cerca del mar con naranjos o limoneros.
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