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En los años 80. La colección Lladró empezó a gestarse hace 40 años. Fue Juan Lladró, que falleció en 2017, el que mostró mayor interés por confeccionar un fondo pictórico. El asesor principal fue Alfonso Emilio Pérez Sánchez, director del Museo del Prado entre ... 1983 y 1991. Lamentablemente ninguno de los hermanos fundadores de la empresa Lladró vive para explicar cómo nació la colección de arte que engrosa el patrimonio valenciano tras la compra a cargo de la Generalitat por 3,7 millones de euros.
Juan, José y Vicente Lladró sí dejaron por escrito cómo empezó todo. Fue en abril de 2004 con la publicación del catálogo del fondo artístico, volumen que firma el hacedor de la colección. En el prólogo los hermanos firman una frase que hoy suena premonitoria: «Esperamos haber contribuido a que las futuras generaciones puedan gozar de este conjunto de obras en las condiciones que merecen». Así será cuando las piezas vuelvan a ser accesibles al público. Se exhibirán a partir de enero de 2023 en el edifico de Correos y después engrosarán el fondo del Bellas Artes.
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«Fue precisamente nuestro temprano interés por las bellas artes lo que orientó de manera decisiva nuestra vida personal y profesional. Y fueron los artistas valencianos los primeros y los que más fuertemente impresionaron nuestras jóvenes pupilas ávidas de emociones estéticas. En nuestras frecuentes visitas al Museo de Bellas Artes de Valencia solíamos detenernos con especial fruición frente a las obras de Muñoz Degrain, Pinazo, los hermanos Benlliure, Sorolla...», escriben en el catálogo de la colección.
¿Cuáles fueron las preferencias de los hermanos Lladró? «Nos propusimos de manera consciente dar prioridad a la adquisición y restauración de la obra dispersa de nuestros compatriotas. Así, junto a obras de Zurbarán y de los talleres de Rubens y El Greco, hemos ido rescatando obras tan importantes como 'Adoración de los Pastores', de Juan Ribalta, 'Pentecostés' de Joan de Joanes, 'San Andrés' de José de Ribera, o el monumental 'Yo soy el pan de la vida', de Sorolla, ejemplo perfecto este último, pero no el único, de una obra importantísima que muy probablemente hubiera perecido en el olvido de no haber sido rescatada a tiempo», detallan en el prólogo del catálogo.
La colección de arte de los Lladró es muy valenciana. Tiene una razón: «Era natural que nos sintiéramos fuertemente identificados con aquellos pintores y escultores capaces de crear obras maestras utilizando la misma materia prima que abundaba a nuestro alrededor: la luz del Mediterráneo, el restallante colorido de la huerta de Valencia, sus paisajes y sus gentes». Es un fondo muy anclado a la tradición e historia de la Comunitat: «Naturalmente, nuestros intereses artísticos eran más amplios y fueron ensanchándose con el tiempo, pero nuestra vinculación estética y emotiva con los artistas de nuestra tierra era ya perdurable», escriben Juan, José y Vicente Lladró.
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Los tesoros artísticos de los empresarios de Tavernes Blanques llegaron a constituirse como uno de los conjuntos artísticos de carácter privado más importantes de España, sobre todo por la presencia de Sorolla. En dicho fondo figuran, además de 'Yo soy el pan de la vida', 'Majo levantino', –que anuncia la que más tarde será una de sus preferencias, el retrato al aire libre; 'Huertano valenciano'; 'El jardín del convento'; 'Patio del Cabañal'; 'Labradora valenciana'; 'La cocina de la huerta'; 'Desnudo en el estudio' y 'Retrato de Luis Moscardó', entre otros.
No sólo de Sorolla se nutrió la colección pictórica. Al maestro de la luz cabe sumar Pinazo, Joan de Joanes, El Greco, Ribera, Ribalta, Zurbarán y Vicente López, entre otros.
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