El 25 de abril de 2024 el Palau de la Música cumplirá 37 años. En los últimos cuatro años no ha habido celebración. El edificio estaba cerrado. Se clausuró en julio de 2019 y se reabrió en octubre de 2023. Cuatro años enmudecido. Cuatro ... años en obras. Cuatro fuera de juego. Cuatro años en los que el auditorio municipal, la primera institución cultural del Ayuntamiento por presupuesto público, registró una sangría de abonados, una perdida de ingresos y una caída de desprestigio.
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En anterior equipo gobierno, con Compromís y PSPV en el poder, priorizó el edificio a la programación en la rehabilitación. No optó por una reforma escalonada o por fases, sino que cerró por completo las instalaciones. Las obras, que ascendieron a 12 millones de euros, resultaban imprescindibles después de las deficiencias detectadas.
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El cierre del Palau de la Música de Valencia batió récords. Para mal. Auditorios de Granada y Madrid realizaron reformas similares a las de Valencia en menos de dos años. Sólo el Liceu catalán, que se reconstruyó en cinco años tras un incendio, superó la parálisis del centro de la capital del Turia que afectó a cuatro temporadas.
No está de más recordar estos datos, sobre todo cuando el auditorio de Valencia ha anunciado otra tanda de obras. Se trata de actuaciones de envergadura por valor de 6,4 millones. En el cierre de cuatro años no se subsanaron todas las deficiencias del Palau de la Música. De los errores se aprende o se debería aprender. Los nuevos gestores del auditorio municipal no pierden de vista lo sucedido en los últimos años para plantear los próximos trabajos.
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¿Cuál es la hoja de ruta para solucionar los daños en la estructura que causan goteras, solventar los problemas de climatización o reparar la plataforma del escenario de la sala principal? Desde el Palau de la Música están trabajando en esta línea con una máxima: minimizar al máximo al usuario.
El objetivo es que las obras apenas afecten a la programación. Así, se baraja que la reparación del escenario se realice en el periodo sin actividad de la sala principal, es decir, en verano. ¿La amenaza de cierre es real? Existe esa opción pero es la que se quiere arrinconar. Se están estudiando las opciones para no cerrar todo el edificio anexo, donde se realizará el grueso de las futuras actuaciones. En este inmueble, que es donde se registran las filtraciones y goteras, se ubican las oficinas, los camerinos y las salas de ensayo. Los cierres de los espacios serán puntuales y temporales.
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Desde el Palau se aspira a controlar el calendario con antelación para que cuando haya que obrar en las salas de ensayos de la Orquesta de Valencia, se dispongan de espacios alternativos para la formación de tal forma que los traslados de los músicos sean puntuales y bajo control, según fuentes de la institución musical.
La última reforma en el Palau de la Música dejó cuatro años de cierre. Nunca estuvo el centro valenciano tanto tiempo sin actividad para el público. La amplación del edificio, capitaneada por el arquitecto Eduardo de Miguel, obligó a la clausura de junio a noviembre de 2002.
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Un edificio por sí solo no hace cultura. El Palau de la Música es (o está llamado a ser) el buque insignia de la política cultural del Ayuntamiento de Valencia. Y los experimentos, con gaseosa. Con el cierre del inmueble del Paseo de la Alameda, decretado en julio de 2019, no sólo se clausuró la sede sino que se apagó el auditorio. Es cierto que la programación continuó en otras salas (Principal, Almudín, Rambleta, etcétera) pero obligó a que la Orquesta de Valencia deambulara por diferentes espacios de la ciudad y la institución musical se desdibujó. El hecho de que Les Arts albergara el grueso del abono del Palau no benefició al auditorio municipal, sobre todo, porque sirvió para potenciar la imagen del coliseo como la gran institución musical y dio alas a aquellas personas que consideran que lo idóneo es fusionar orquestas y funcionar instituciones especialmente cuando el Palau de la Música renunció a la programación de formaciones internacionales.
Con independencia de las obras en el edificio, el despegue del auditorio valenciano pasa por una programación internacional y una Orquesta de Valencia con ambición. Atraer a público nuevo y minimizar errores en la gestión son factores imprescindibles para convertir el coliseo en baluarte cultural de la ciudad.
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