Nuria Enguita, en el IVAM. IRENE MARSILLA

Nuria Enguita, la gestora de prestigio que no ha sobrevivido al IVAM

La responsable artística que puso en órbita a Bombas Gens no ha podido mantenerse al frente del buque insignia de la política cultural valenciana, en manos de Vox | La directora dimite de su cargo tras salir a la luz la donación de unas fincas a la fundación que preside Vicent Todolí, miembro del jurado que la eligió como responsable de la pinacoteca

Carmen Velasco

Valencia

Miércoles, 21 de febrero 2024, 17:32

La primera vez que Enguita acudió al IVAM fue en septiembre de 1991. Allí se presentó la entonces alumna de Historia y Teoría del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid para realizar una entrevista. Buscaba hacer unas prácticas en el centro de Guillén de ... Castro. De aquel día recuerda la exposición de Richard Hamilton y, quizá, ahí anidaron unos sueños que este miércoles han mostrado su reverso más oscuro. Treinta años después de aquella visita, Enguita logró ser la directora del IVAM: fue nombrada en septiembre de 2020. La gestora artística siempre ambicionó el centro de Guillén de Castro, donde conoció a Vicent Todolí, un nombre clave no sólo en la carrera profesional de Enguita sino también en la dimisión de la responsable.

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Con ambición profesional, con prestigio tras haber pasado por reputados centros de arte, con conocimiento de la materia. Así se puede resumir el currículum de Nuria Enguita (Madrid, 1967). La gestora artística que puso en órbita a Bombas Gens, una institución cultural que nació de la nada y logró posicionarse en la oferta artística, no ha sobrevivido al IVAM. O no le han dejado trascender. No es lo mismo ser la responsable artística de una institución privada que estar al frente de uno de los buques insignia de la política cultural valenciana. El IVAM no es un museo cualquiera. El IVAM es tan deseado como fagocitador. El IVAM es, sobre todo, una criatura política. Y hoy la política cultura valenciana la escribe Vox.

El IVAM, el primer museo de arte moderno creado en una autonomía, siempre fue ambicionado por Enguita. Tras la salida de Consuelo Císcar, Enguita se presentó al concurso internacional impulsado por la entonces consellera de Cultura María José Català (PP) en 2015 -del que salió elegido José Miguel G. Cortés y Enguita quedó segunda- e hizo lo mismo en la convocatoria lanzada por el conseller Vicent Marzà (Compromís) en 2020. En ambos concursos figuraba Vicent Todolí como miembro del jurado. El experto en arte, natural de Palmera, había trabajado mano a mano con Enguita en Bombas Gens, cuya colección (procedente del matrimonio José Luis Soler y Susana Lloret, responsables de la Fundació Per Amor a l'Art) fue confeccionada bajo el asesoramiento de Todolí.

Enguita ha demostrado saber sacar brillo a los fondos propios, como lo hizo Cortés, y buscar alianzas con otras instituciones, pero ninguno de los gestores lograron convertir el IVAM en el centro cultural de Valencia con más visitantes. A una responsable artística se le exige algo más que buenas exposiciones. Enguita fue elegida con dos cometidos establecidos: la internalización del IVAM y la creación de la subsede del museo en Valencia. No ha tenido tiempo para cumplir ni una cosa ni la otra. Tres años en el cargo es muy poco tiempo para un museo. Y es un periodo cortísimo para la maquinaria de un centro que depende de la Administración, que dilata cualquier proceso.

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Tres años son pocos para demostrar las capacidades de una dirección artística. Un ejemplo: Manuel Borja-Villel estuvo 15 años en el Museo Reina Sofía y lo renovó. A Enguita no le ha dado tiempo. No ha acabado el mandato. No ha podido o no le han dejado, según se mire.

Cuando Vicente Barrera fue nombrado vicepresidente primero y conseller de Cultura declaró en una entrevista a Europa Press que él no venía a cambiar caras sino a cambiar la política cultural. Los hechos dicen lo contrario. Ha destituido a José Luis Pérez Pont y ha cesado al director del Institut Valencià de Cultura (IVC) y a los tres directores adjuntos. En siete meses ha desmontado la política cultural del Botánico. En todos los casos, desde el departamento que lidera Vox se ha sembrado un clima para que Vox pueda argumentar las salidas. Del responsable del Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana (CMCV), se apuntó a una gestión irregular con una sentencia condenatoria por daño leve al patrimonio (en referencia al gratiti del claustro renacentista) mientras que se deslizó la programación «pantacatalanista» del IVC para el relevo de cuatro cargos.

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El argumento para cuestionar a Nuria Enguita es diferente. No corresponde a su gestión al frente del IVAM, sino a una cuestión patrimonial (la donación de unas fincas rústicas de su propiedad) con vinculación profesional (el receptor fue la fundación Todoli Citrus, que preside Vicent Todolí). Este asunto, además, sale a la luz en febrero de 2024, cuando el IVAM celebra 35 años. Lo dicho: el IVAM no es un museo cualquiera. Algo parecido sucedió cuando el museo alcanzó los 25 años: Consuelo Císcar fue destituida en abril de 2014, dos meses después de celebrar los actos por el cumpleaños.

¿Por qué dimite Nuria Enguita? La directora del IVAM se marcha ante una «campaña difamatoria» contra ella. No sólo no se aferra al cargo, sino que no quiere que su prestigio se desangre en un tablero político en el que ella está marcada como pieza a abatir. «No soy amiga de nadie, no tengo carné, soy una profesional independiente y siempre lo he sido», dijo en una entrevista reciente en LAS PROVINCIAS. Aún así Vox la señaló. «Es evidente que no cuento con el apoyo del gobierno valenciano», sostiene Enguita en el comunicado en el que anuncia su dimisión.

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