![Anika entre libros, @AlzasLiterature, Noelia Camacho y Moonlight, durante la mesa redonda en La rotativa de LAS PROVINCIAS](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202210/07/media/cortadas/lli%201-Rasg2fG4rA5UAayQZDL08NO-624x385@Las%20Provincias.jpg)
![Anika entre libros, @AlzasLiterature, Noelia Camacho y Moonlight, durante la mesa redonda en La rotativa de LAS PROVINCIAS](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202210/07/media/cortadas/lli%201-Rasg2fG4rA5UAayQZDL08NO-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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Vuelve el Otoño Literario de LAS PROVINCIAS. Qué mejor manera de estrenar la temporada, la segunda de una propuesta que estará de gira por estas páginas hasta diciembre, que invitando a nuevas voces a hablar de libros, de hábitos lectores, de las preferencias del público ... ante el negro sobre blanco. Para charlar también de futuro. La situación obliga a sumergirse en las nuevas tecnologías, para más señas, en las redes, pues es en las pantallas donde se mide el poder de los lectores.
Ese universo, que ya no es tan nuevo como puede parecer, al que se le temía como una amenaza para la literatura se ha revelado en aliado indispensable con nombre propio. Han nacido los booktubers, los isntagramers y los blogers que se dedican a comentar y recomendar libros, capitanean otras formas de acercar el público a las letras. Establecen conexión con el público sin otro objetivo que fomentar la lectura. Visto lo visto, con ellos, y los miles de seguidores que arrastran, lo que realmente ha nacido es una nueva manera de comunicar que viene a añadir valor a eso que la sociedad ha dado en llamar comunidad lectora .
En ese paisaje triunfan Anika entre libros, autora de una web que bien puede considerarse pionera en este ámbito; Chelo, de Moonlight Books, especialista en literatura de terror e impulsora de un canal de Youtube con más de 20.000 seguidores y una cuenta de Instagran con 30.000 amigos, y Carla, de @AzasLiterature, una bookinstagramer con más de 13.000 fieles. Las tres se sentaron en la mesa del Otoño Literario para, moderada por Noelia Camacho, redactora de Cultura de LAS PROVINCIAS, dejar muy claro que hablar de libros desde las redes avanza con vocación de ganar el futuro.
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Las presentaciones, los encuentros con autores en librerías, las ferias o los clubs de lectura tienen público, pero el número de quienes han establecido conversación lectora con las pantallas viene a demostrar algo que las tres participantes en la tertulia coincidieron en destacar:las redes sociales se han constituido en el nuevo camino a seguir en la tarea de generar lectores, algo que como apuntó Chelo viene a confirmar que «no es cierto que los jóvenes no leen». Las dos compañeras de tertulia secundaron estas palabras hasta el punto de que Carla defendió que «seguramente leen más que los adultos».
Es evidente que el uso de las tecnologías está ligado a las nuevas generaciones. Sin embargo al escuchar a Anika entre libros, que desde 1996 navega en este mar, cuesta sostener que el asunto es exclusivamente cosa de nativos digitales. Eso sí, con la diferencia de que, como relató Chelo, a los más jóvenes que hacen lo que ellas ya no les preguntan «tú a qué te dedicas con esto. Ahora lo de las redes sociales ya está muy interiorizado. Si no hubiera nadie en las redes no tendría sentido, pero es ahí donde ahora mira todo el mundo».
A esta consideración se añadió la de Carla llamando la atención sobre el hecho de que «el mundo evoluciona. Las ferias, las presentaciones de libros y los encuentros, todo está muy bien, pero en estos momentos las redes sociales están muy presentes en nuestros días».
Incluso llegan a superar la barrera de la acción individual, de la elección personal. «Las madres te piden que les recomiendes alguna lectura para sus hijos», destaca Anika entre libros, quien define este hecho como «un efecto colateral» en ese fenómeno que pisa fuerte en el territorio en el que se buscan y se ganan lectores.
Escuchadas estas apreciaciones y a la vista del número de seguidores que las acompañan, no sorprende que en su conversación coincidieran al señalar que las redes, con los nuevos lenguajes que encierran son «el camino para ganar lectores». Dijo Carla que «ayudan y mucho» y recordó que la combinación de lectura y medios digitales durante el tiempo del confinamiento por el Covid dieron ese resultado que apuntó un incremento de la lectura.
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Invertir el tiempo en la actividad que ha llevado a Anika, carla y Chelo a desde sus ventanas digitales dirigirse al gran público con el único interés de aconsejar lecturas y ofrecer críticas, siempre desde la «honestidad». Es un compromiso que les lleva tiempo, y por el que no perciben beneficio económico alguno. Las palabras de Chelo, que inició su trayectoria durante el confinamiento por la pandemia, confirman esa circunstancia: «No me gusta que me llamen 'influencer', yo lo que hago es conectar con la gente para fomentar la lectura y encontré un nicho en la literatura de terror».
Ya ven, existe un deseo que se aproxima a la prestación de servicio. Pero también les acompaña la pasión que transmiten y con la que lo hacen. «Yo seguía cuentas de otros sobre lecturas. Y a raíz de la cuarentena me planteé hacerlo. Empecé con reseñas y recomendaciones; pensaba que no me iba a seguir nadie. Para mí es un hobby. Me encantaba lo que leía de otros y me preguntaba ¿si me gusta tanto como observadora por qué no lo hago yo?».
El apasionamiento que se desprende de las palabras de Carla encuentra un paralelismo en Anika entre libros cuando describe la actividad que las ocupa en las redes como una manera «de transmitir emociones». Sentimientos que parten de tener en cuenta las propias lecturas y pensar que si a uno le gusta, también puede gustar a otros. Tal es el compromiso adquirido que Anika recuerda que cuando se ha visto desbordada y «he querido tirar la toalla he recibido mensajes animándome a que no lo dejara». Son palabras que resuenan a esa prestación de servicio apuntada, una realidad que llevó a Noelia Camacho a considerar que son «generadoras de lectores».
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Y hay que volver a las cifras, revisar el número de seguidores y comprobar así que los dos frentes se sienten cómodos, hay una buena respuesta de los lectores a la oferta que llega a través de la pantalla. Tanto es así que Moonlight Books destaca que «una de las cosas que más agradezco de haber abierto las cuentas es que se ha creado una comunidad alrededor, también es cierto que encontré un nicho que estaba casi vacío».
Y detrás de toda la actividad que mantiene el animado diálogo, las tres participantes confirman que las mentes se han abierto a nuevos lenguajes, a nuevas maneras de contar y recomendar la literatura. Es el viaje emprendido y el que las especialistas en las recomendaciones desde la redes sociales defienden como apuesta consolidada. «¿Sólo hay que ver por qué en la cuarentena tanta gente abrió cuentas?», apunta Carla. Se han abierto las mentes a los mecanismos digitales, no obstante, todavía hay reticencias.
Al hablar de ello Chelo lamenta que «hay un elitismo literario que critica las redes, pero lo importante no es qué lees, sino que leas». A esta consideración se suma Anika entre libros para apuntar que lo importante es «que te hagas lector porque luego puedes hacer otras cosas». Y Carla reconoce que «también hay estigmas sobre la literatura que uno escoge leer. Pero leer es leer». Ella considera que no debe importar el formato o el género.
Las participantes en la mesa del Otoño Literario son tres mujeres que un día descubrieron que no estaban solas. Se pusieron a contar, a hablar de lo que a ellas les gustaba, que eran los libros. Se miraron en el espejo de quienes les habían precedido en la elección del medio y se dijeron a sí mismas ¿por qué no lo hago yo? Y entonces se pusieron manos a la obra llevando a cabo proyectos que siguen miles de personas. Anika entre libros, @AzasLiterature y Moonlight Books han contribuido a crear comunidad lectora con su acercamiento al negro sobre blanco desde un mundo ¿virtual? Ellas, como otros, demuestran cada día que literatura y redes sociales han consolidado la relación. Y esto no ha hecho más que empezar.
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