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Horrible tendencia la de considerar enemigos a los adversarios políticos. ¿Quiénes son los principales responsables en España de esa peligrosa enfermedad social que va a más? Recopilo en este artículo algunas envenenadas polémicas surgidas en torno al cine español tras la gala de la ... 38ª edición de los premios Goya. Menos muros y más puentes.
Viernes, 9 de febrero. Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Junta de Castilla y León, afirmó: «Los señoritos son los que quieren vivir de producir obras cinematográficas, que luego no ve nadie, a costa de millones y millones de euros que pagan con mucho esfuerzo los contribuyentes españoles».
Agresividad verbal. El economista Ignacio Ruiz-Jarabo se mostró de acuerdo en 'The Objective' (miércoles 14) con la crítica de García-Gallardo, ya que los empresarios españoles no reciben las generalizadas subvenciones que se destinan a la industria del cine. Pero matizaba: «Estuvo torpe García-Gallardo al criticar las subvenciones que recibe el cine español, y no tanto por criticarlas, faltaría más que no pueda ser criticado el destino dado a los recursos públicos, como por la agresividad verbal empleada en la crítica. Debería aprender García-Gallardo que los excesos verbales de un político en cualquier manifestación pública permiten desviar la atención desde la cuestión de fondo que se quiere plantear hacia el modo en el que se ha planteado. Y así ha sucedido».
El mismo miércoles 14, el crítico de cine Joaquín Vallet anotaba en su muro de Facebook: «Hace 30 años, Berlanga ganaba el Goya al mejor director por 'Todos a la cárcel'. Obviamente, no se trataba de su mejor película. Pero existía la necesidad en la Academia de premiar al que es uno de los mejores directores de la Historia del Cine. Todos sabían quién era Berlanga y lo que se le debía. Y se actuó en consecuencia. Desde entonces, el cine español ha ido cuesta abajo y sin frenos. Y muy especialmente la Academia, secuestrada por lobbys ideológicos, por dependencias políticas y mostrando no solo un flagrante desconocimiento de la historia de nuestro cine sino, lo que es más preocupante, un manifiesto desprecio hacia todo lo que no sean las modas dominantes. Solo así se explica que Bayona, especialista en rodar aparatosos scalextric sin alma ni valor cinematográfico, se haya impuesto a la evocadora poesía de Víctor Erice. La culpa, obviamente, no la tiene Bayona, sino unos académicos analfabetos que, en un altísimo porcentaje, desconocen quién es Erice. Quizá, como mucho y siendo generosos, les puede sonar una película titulada 'El espíritu de la colmena', pero nada más. Se impone la vacuidad y el reinado de lo mediocre».
Dos días antes, Isabel Díaz-Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, había declarado en T5, con inesperada mano izquierda y a la vez señalando una incomprensible realidad: «Me parecen fantásticos los premios Goya y defiendo el cine español a tope, pero me parece insensato que no se dedique ni una palabra a los guardias civiles fallecidos».
También yo defiendo el cine español, en el que coexisten directores y productores mediocres con creadores y actores magníficos. Y también encuentro indigno que en la gala de los Goya nadie lamentase el asesinato, el día anterior, de dos guardias civiles en Barbate. Tampoco se dijo nada sobre la protesta de los agricultores. ¿Por qué?
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