Los afectados por el trágico incendio de Campanar vieron cómo en minutos el fuego acabó con sus casas. Se quedaron sin nada, las llamas se llevaron hasta sus recuerdos, «prácticamente la vida entera». Ahora tienen que afrontar una nueva etapa, un tiempo en el que van a residir en viviendas que no son las suyas, las que el Ayuntamiento de Valencia ha puesto a su disposición en el barrio de Safranar, una zona también distinta a su barrio. ¿Cómo reaccionar ante una circunstancia como ésta? ¿Qué van a tener que superar ante la necesidad de cambiar de domicilio? ¿Qué retos tienen ante sí?
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No es en el traslado mismo donde se encuentra el escollo que hay que salvar. La herida es más profunda. Se encuentra «lo que han dejado atrás», advierte Jesús Linares, director del Máster de Psicología de la Universidad Europea en Madrid. Este profesional apunta que el gran reto es luchar contra «la pérdida de identidad» que acompaña al hecho de quedarse sin casa, un elemento que construye las vidas. Y no sólo la identidad actual, también la que nos ata con el pasado, pues como apunta Linares, «han perdido los recuerdos como puede ser el mueble de un antepasado que nos vinculaba a él o fotografías de momentos de la vida».
Se pierde el apego al origen, «a las raíces», y esto sólo si se contempla la situación desde el territorio de la individualidad, pues todavía hay más, porque la sociabilidad de la condición humana lleva a tener en cuenta que el cambio de barrio establece otra distancia. Así, de nuevo, otro reto: «la pérdida de la identidad social», apunta Linares, quien también destaca que la decisión de ofrecerles casa «se ha hecho bien».
A las palabras de este profesional se añaden las de otro psicólogo. Jorge Perpiñá, docente en el Máster de Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Valencia, explica que ahora se abre «un proceso de duelo» que tiene que conducir a la «readaptación a un nuevo tipo de vida porque prácticamente han perdido una vida entera». La reconstrucción se hará en un espacio distinto al habitual, que es la nueva casa que van a habitar, factor ante el que Perpiñá señala que conduce a tener que «gestionar la manera de ir construyendo hogar».
Tanto Jesús Linares como Jorge Perpiñá apuntan algunas claves que a su juicio pueden resultar de ayuda para afrontar una situación de cuya dificultad nadie duda. La recuperación de las rutinas, en la medida de lo posible, se descubre como la clave para que la vida pueda reponerse. No obstante, los dos profesionales advierten de que cada persona reaccionará de una manera, se encontrará ante circunstancias y emociones distintas a las que responderá de manera diferente.
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Primero habrá que «regular el sueño, la alimentación, actividades como paseos», apunta Linares, quien también habla de la conveniencia de que «poco a poco establezcan rutinas», las costumbres de vida. Perpiñá habla de la realización de «actividades placenteras». Los dos profesionales consideran que «volver al trabajo» es importante, si bien recalcan que en cada persona concurrirán unas circunstancias que la llevarán a responder y superar la situación de un modo distinto.
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