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u Estreno. Los profesionales se reunieron en el teatro Olympia de Valencia. irene marsilla

La resistencia cultural, a escena

Alerta roja. Ocho personalidades del teatro, arte, literatura, música y audiovisual en la Comunitat reflexionan sobre el presente en jaque por la pandemia y lanzan propuestas de futuro

NOELIA CAMACHO

Sábado, 31 de octubre 2020, 23:22

Un gran escenario. Un elenco de nombres propios. Diálogos cargados de verdad para remover al espectador. Y un guión en el que la cultura es la piedra angular. Es la obra real que ha escrito un selecto grupo de profesionales valencianos reunidos por LAS PROVINCIAS para analizar la actual situación de las artes a todos los niveles en plena pandemia sanitaria, con toques de queda, reducciones de aforo y el anuncio incesante de restricciones. Los protagonistas de esta historia son la ilustradora Laura Pérez; las actrices Lola Moltó y Paula Braguinsky, madre e hija; el editor de Pre-textos, Manuel Borrás; el pintor Horacio Silva; el músico y líder del grupo Seguridad Social, José Manuel Casañ; el responsable de la librería Bartleby y uno de los impulsores del festival Lab de Series, David Brieva; y la responsable de los teatros Olympia y Talía y presidenta de la Asociación de Empresas de Artes Escénicas del País Valencià (Avetid), Mª Ángeles Fayos. La resistencia cultural toma la palabra y salta a escena. Se alza el telón.

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PRIMER ACTO

La pandemia llama a la puerta

La narradora lanza la incómoda pregunta. «¿Está la cultura valenciana en alerta roja?». Es la propia Fayos la primera en pisar el escenario. «La cultura, el arte en vivo, está en alerta roja. La pandemia lo que ha evidenciado es que las políticas que se han llevado a cabo son muy restrictivas con las artes escénicas. Se ha declarado la cultura como bien de primera necesidad pero no se ha reducido el IVA. Nosotros somos más de un 3% del PIB y damos trabajo a muchísima gente. Y no sólo eso, es un trabajo de calidad», afirma. «La cultura se encuentra en un momento en el que no sabemos dónde va a parar. Desde el mundo de la ilustración, todo es muy disperso. Tengo compañeros que están encontrando trabajos en el extranjero, e incluso en España. Los dibujantes sabemos lo que es trabajar confinados. Pero es cierto que las apuestas editoriales están con muchas complicaciones», dice Pérez.

En ese momento pisa las tablas Manuel Borrás, quien considera que la pandemia «está influyendo de forma muy negativa tras cuatro meses de parón absoluto y una pérdida del 60% de la facturación». «La crisis del Covid-19 nos ha clavado la puntilla. Nos estábamos recuperando de la crisis de 2008 y nos ha venido encima algo imprevisible. Es indiscutible que tenemos un futuro oscuro, pero no le echemos todas las culpas a la pandemia», reitera. «Coincido con Manuel y huyo del victimismo que abunda bastante dentro de nuestro sector. Pero eso no me hace ciego a la vulnerabilidad de la cultura, que se ha agudizado con la pandemia. Las librerías se habían tornado en espacios culturales con presentaciones y actividades y todo eso ha desaparecido», argumenta Brieva, librero y responsable del Lab de Series. «En lo que respecta a los festivales, en nuestro caso hemos visto todo tipo de alternativas, pero es difícil de gestionar. Los eventos que requieren público se les ve un horizonte muy difícil. Sin embargo, lo que más acusamos todos los que nos dedicamos a esto es la incertidumbre», dice.

SEGUNDO ACTO

Se busca público

Nuevos personajes. Lola Moltó, una de las actrices más populares de la Comunitat, continúa el debate. «Sin público no hay nada, no somos nada. Los actores necesitamos del aplauso. Aunque ser actor es estar en crisis continuamente. Cuando llegó la de 2008, nosotros fuimos más productivos que nunca. No está bien porque entonces se creen que se puede hacer todo con cuatro duros. Y todo cuesta mucho», asevera. «Los que nos dedicamos al cine o a las artes escénicas tenemos siempre esa obligación de tirar para adelante», añade Baraguinsky.

«Para los músicos está yendo todo muy mal. Es cierto que en nuestro sector somos muy pocos los profesionales. Lo peor ha sido para los técnicos. Es triste ver cómo se encuentra la industria musical, que en marzo se cayó por completo. En mi caso, he perdido el 95% de la facturación este año y hay gente para la que las cancelaciones han sido del 100%. Al menos, yo he tenido la suerte de tocar en dos ocasiones. Y yo he tenido la fortuna, hay quien no. Vivimos una incertidumbre absoluta. Tenía 40 contratos firmados que se han aplazado y yo sigo pagando como autónomo todos los meses», asegura. «M.ª Ángeles ha dicho algo importantísimo: el mundo de la cultura aporta un 3,3% del PIB y esas décimas también son importantes. La cultura mueve muchos sectores», añade Borrás.

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Silva entra al escenario. «Cuando nos confinaron, yo estuve un mes sin pintar. No podía ponerme a crear viendo lo que estaba pasando, la cantidad de gente que estaba falleciendo. Y es más, pensaba en que podría sucederme a mí si salía a la calle», confiesa el pintor. «A mí me pasó todo lo contrario. Estaba solo y ¿qué iba hacer? Pues componer canciones», añade Casañ.

«Debemos darnos cuenta de la paradoja que ha sido todo lo ocurrido estos meses con una parte de los ciudadanos que critican la cultura y que, sin embargo, en ese tiempo han recurrido a las series, a la literatura, a la música... Al final, lo que demuestra eso es de la importancia real de la cultura en nuestras vidas y que contrasta mucho con la atención que ha tenido por parte de la Administración. En momentos de crisis como el que está habiendo es cuando de verdad se demuestra qué lugar ocupa en la sociedad la cultura», argumenta David Brieva.

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TERCER ACTO

¿Cómo se arregla la situación?

«Esa es la descompensación, la que hay entre la sociedad y el poder. Da igual de qué ideología sea el gobierno. Los de izquierdas se ven obligados a ayudarnos y los de derechas, como nos temen, se ven obligados a apoyarnos. Lo que veo es que lamentablemente, y no importa en que lado estés, que no contemplan la cultura», dispara el editor de Pre-textos. «Llevo 43 años haciendo libros y salvo algunos ministros y consellers más sensibles, por regla general, no les importamos», añade Borrás. «En Francia, a los artistas a los que se les han cancelado los contratos firmados por las administraciones se les ha adelantado un 60% del caché. Aquí eso no pasa. Los contratos se han aplazado. ¿Cuándo? No se sabe. Y yo insisto: sigo pagando mi cuota de autónomo. Eso habría que revisarlo», afirma Casañ. «Somos el país que más paga de autónomos. Si pusieran más facilidades para que la gente pudiera desarrollar sus proyectos. ¿Por qué aquí pagamos tanto», se pregunta Pérez. «Porque tenemos que pagar a muchos funcionarios», interviene el músico. «Y la corrupción», añade Borrás.

M.ª Ángeles Fayos toma de nuevo la palabra: «El régimen jurídico, laboral y fiscal de las empresas de artes escénicas en general hay que revisarlo. Se penalizan continuamente las actuaciones, las giras, si es un bien de primera necesidad hay que cuidarlo. Todos los artistas deberían no vivir en precariedad, como viven y estar protegidos, sentirnos orgullosos de los artistas. Es para todos los ámbitos. Creo que hay que cuidar un arte que es tan necesario para la salud mental y vital de los ciudadanos. Todo lo que es trabajar por y para las personas hay que cuidarlo muchísimo. Y conseguimos que el ciudadano sea más solidario, mejor persona y tenga empatía. Eso no tiene precio».

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«Aquí tenemos otra cosa: la cultura es más que un entretenimiento. Eso hay que defenderlo», dice Moltó. «Los artistas generamos ideas, la gente se nutre de cultura. Por eso son fundamentales las artes. Sin embargo, eso está estimagtizado, sobre todo viviendo en una sociedad en la que lo que importa es la economía», apunta Pérez.

«Durante los primeros días del confinamiento, en Bélgica los libros se declararon bien de primera necesidad. Eso dice mucho», concluye Brieva. «Al final todo depende de las personas tienen que decidir. Pero no hablamos de subvenciones, sino de ayudas directas, como las han recibido otros sectores», apostilla la ilustradora.

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ÚLTIMO ACTO

Un mañana por construir

Es la hora de la reflexión final. «Ha habido guerras y la cultura no se ha ido a la basura. Hay tanta necesidad en estos momentos para contrarrestar lo mal que la gente lo está pasando, las malas emociones... Mi mensaje es de esperanza. Pero a los políticos les pido también creatividad para buscar soluciones», asegura Silva. «Esos momentos de tragedias han surgido nuevos movimientos culturales», manifiesta Casañ, quien es tajante: «Un país sin cultura es un país de borregos». «Necesitamos que al volante de todo esto haya alguien con verdadero interés y determinación», dice el librero de Bartleby. «Y una interlocución. No podemos darnos siempre contra una pared para que se nos escuche», añade Borrás

«Lo hemos visto en el pasado. El arte nunca para. Aunque vivimos un tiempos de incertidumbre», señala Pérez. «La creación nunca va a parar», señala Moltó, quien añade: «Necesitamos mayor compromiso, no de palabra sino de acción», reitera Moltó. «Me gustaría que se apoyara la producción valenciana. Somos grandes profesionales en la Comunitat. Ojalá nos sintiéramos orgullosos de lo que somos capaces de hacer. Vayamos todos a una», concluye la joven Paula Braguinsky.

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