![La sal que une a Da Vinci con el arte valenciano](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/10/17/DAINVI-RaNPYjYtAo5jHmsUb2IPiHI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![La sal que une a Da Vinci con el arte valenciano](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/10/17/DAINVI-RaNPYjYtAo5jHmsUb2IPiHI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Leonardo Da Vinci, Valencia y la sal. Tres aspectos que, a priori, poco a nada tienen entre sí. Sin embargo, en el mundo del arte sí se pueden asociar conceptos que son distantes pero que el talento une y enlaza sin ningún tipo de ... dudas. Además, también lleva al descubrimiento de una pieza inédita, que viene a engrosar la lista de joyas del arte valenciano. Y en todo esto se suma la Última Cena, una representación que, según el historiador y exconservador del Museo del Bellas Artes de Valencia, José Gómez Frechina, «en el panorama de la pintura valenciana tuvo un largo recorrido desde el periodo gótico hasta Vicente López en el siglo XIX». «En algunos casos como en varios ejemplos de Joan Macip Navarro, más conocido por el público y la historiografía como Joan de Joanes, se centran en el tema de la Institución de la Eucaristía incorporando la reliquia del Cáliz de la Catedral de Valencia que según la tradición se identifica con el Santo Grial».
Si lo juntamos todo, añadimos el Santo Grial, la Última Cena, Valencia, el genio italiano y la sal, obtenemos una Santa Cena que copia a Da Vinci a partir del arte de un pintor valenciano que merece más reconocimiento como es Vicente Requena (Valencia, 1556- c. 1606). Ahora, Gómez Frechina incorpora esta Santa Cena que añade también el Santo Cáliz de la catedral de Valencia al corpus pictórico de este artista de la Comunitat, activo en tiempos del arzobispo San Juan de Ribera y de la aplicación de la reforma tridentina.
Noticia relacionada
«Vicente Requena propone una composición novedosa en diagonal que permite abrir al fondo una vista urbana de Valencia a fines del XVI. Esta disposición confronta en los lados cortos de la mesa a Cristo y a Judas Iscariote. Recoge el momento en que Cristo dice a sus apóstoles que uno le va a traicionar», comienza diciendo el exconservador del San Pío V, quien da una clave que une, precisamente, esta Última Cena con la de Leonardo Da Vinci. «El pintor valenciano recurre a un elemento de la Última Cena de Leonardo de Vinci pintada en Milán muy poco representado. Con la mirada puesta en el Salvador, Judas vuelca el salero sobre la mesa como sucede en la Última Cena de Leonardo en la que Judas Iscariote tumba una escudilla con la sal con el antebrazo», relata el experto, que también añade que «este gesto de derramar la sal sobre la mesa, tan ligado en la mentalidad colectiva con la mala suerte, sirve en este contexto para delatar a Judas como el traidor entre los apóstoles que entregaría a Cristo».
«Requena debió fijarse en la replica de la Última Cena de Leonardo conservada en el siglo XVI en la Catedral de Valencia que el Cabildo regaló a Felipe II. Su rastro se perdió en El Escorial con las adversidades de la Guerra de la Independencia», asegura Gómez Frechina al aclarar la unión entre Da Vinci, Valencia y la sal. Para el experto, «la tradición nos dice que cuando alguien derramaba la sal sobre la mesa debía cogerla con sus dedos y lanzarla por encima del hombro por el lado izquierdo para fastidiar y ahuyentar al demonio y romper el maleficio de la mala suerte».
Noticia relacionada
Noelia Camacho
Así, en este cuadro atribuido ya a Requena, se suma a la larga lista de atribuciones realizada por el que fuera conservado de la pinacoteca valenciana y, además, se suma a una importante tabla inédita de la Última Cena adscrita a Requena (Valencia 1556-1605), hijo del también pintor Gaspar Requena (ca.1515-ca.1585), que perteneció a la colección de Teodoro Llorente, fundador de LAS PROVINCIAS.
Aunque formado probablemente en Valencia en el taller paterno, con quien colaboraría en alguna obra, no cabe descartar algún tipo de contacto de Vicente Requena con El Escorial, apreciándose en su pintura influencias de lo que allí hacían artistas italianos como Luca Cambiaso o Rómulo Cincinato. Para el Monasterio de San Miguel de los Reyes de Valencia pintó y doró entre 1583 y 1588 el primitivo retablo mayor, pasado a la galería del coro en el siglo XVIII, y entre 1589 y 1590 los retablos de San Miguel y de la Concepción. Al primero pertenecen las tablas de San Jerónimo azotado por los ángeles y La muerte de San Jerónimo, conservadas en el Museo de Bellas Artes de Valencia, y probablemente un nacimiento en colección privada, en las que se aprecian aquellas influencias tanto en el rigor geométrico de las composiciones y su sentido volumétrico, que parece tomado de Cambiaso, como en las glorias celestes, nítidamente diferenciadas, con colores tomados de Cincinato, señalan los expertos sobre el pintor valenciano.
Noticia relacionada
Noelia Camacho/EP
Más tarde realizó distintos trabajos para el Palau de la Generalitat de Valencia, donde se conserva en la Sala Nova, decorada bajo la dirección de Juan Sariñena, la pintura del Brazo eclesiástico, fechada en 1593, con los retratos de algunos personajes valencianos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.