Misión: Salvar a Velázquez de las llamas

¿Qué pasaría si se produjera un incendio en el Museo de Bellas Artes de Valencia? ¿Cómo salvar de la destrucción a las joyas que llevan la firma de Velázquez, Goya, Sorolla, Pinazo o Muñoz Degrain? ¿Y los retablos góticos del siglo XV? ¿Se pueden desmontar en apenas unos minutos para evitar que sean pasto de las llamas? ¿Qué protocolo hay que seguir para que esculturas, muebles y lienzos de incalculable valor puedan rescatarse tras una tragedia de estas características? Muchos son los interrogantes que surgen ante la hipótesis de que pueda suceder algo así. Sobre todo, tomando como referencia lo ocurrido en el Museo Nacional de Brasil en 2018, cuando se quemó el 46% del total de todas las colecciones que atesoraba la pinacoteca, o el espectacular incendio de la catedral de Notre Dame en París en la fatídica tarde del 15 de abril de 2019, donde se perdió un patrimonio artístico y arquitectónico esencial en la historia de la capital francesa.

¿Cómo actuar ante una emergencia como esta? La pregunta ha obtenido respuesta este martes en el San Pío V de la capital del Turia de la mano de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta a las Emergencias (AVSRE) y el Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i). Allí, en el centro artístico ha tenido lugar un impactante simulacro de incendio en el que se ha puesto en marcha un proyecto pionero que no sólo vela por la seguridad de los visitantes, el personal del museo y el edificio, sino también por la preservación de la multitud de obras de arte que se guardan en el centro y en sus almacenes.

Hasta once equipos de distintos organismos como la Policía, Protección Civil, Bomberos y personal sanitario y del SAMU, unas cien personas en total y hasta quince figurantes han participado en la iniciativa, que ha obligado a desalojar el edificio, ha mostrado una tela ignífuga ideada por una empresa valenciana que no arde aunque se alcancen más de mil grados y ha puesto en marcha un protocolo para rescatar de las llamas a los cuadros y esculturas que se exhiben en la institución.

Con un teléfono móvil y mucha organización, de acabar devoradas por el fuego pueden salvarse joyas como el autorretrato de Velázquez -único en el mundo- o el 'Retrato de Federico Vañó Marqués', del pintor de Godella Ignacio Pinazo. Para evitar que se quemen, los responsables del simulacro utilizan una aplicación móvil, 'Mission Track', mediante la cual se asigna a cada uno de los voluntarios una obra de arte que deben sacar del museo acompañados de dos miembros de protección civil. Así, cuando salta la alarma de la 'app', hay que ir corriendo en busca de ese lienzo. Sucede una vez desalojado el museo. Así, los técnicos extraen del espacio el cuadro. Con sumo cuidado, ataviados con un mono ignífugo, guantes y elementos que permitan la visibilidad, transportan la obra a un 'punto de triaje' ubicado en el exterior donde se catalogan las obras y se observan los daños, que van desde la humedad que haya podido sufrir por el agua utilizada para apagar el incendio o los desperfectos del marco o del propio lienzo. En esa sala de diagnóstico se determina si el cuadro debe ir a otros espacios habilitados para su recuperación. Hay tres: el almacén seco, el húmedo y el destinado a que las piezas guarden una cuarentena.

Cada uno de los voluntarios va a por una obra -tienen asignada la joya que deben proteger- y, cuando es examinada, pasa enseguida a embalarse para su traslado. Ha de hacerse rápido, con sumo cuidado, de ahí los guantes y el mimo con el que los 'rescatadores' cuidan cada pieza. No hay tiempo que perder. El patrimonio ha de conservarse.

¿Quién decide que piezas se han de salvar? Cada minuto es letal, por lo que no todo puede sacarse del museo. Pero según relata la directora del Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i), Gemma Contreras, antes de todo se establece el protocolo que elige las «joyas» que deben ser extraídas. Los criterios son diversos pero ante todo prima que sean grandes creaciones de nombres propios del arte. También, que los fondos pertenezcan a otras instituciones. Esas son las prioridades.

El simulacro de este martes no ha sacado de su ubicación habitual los cuadros de Sorolla, Pinazo o Muñoz Degrain. Tampoco los Velázquez, Goya, Vicente López o El Greco. En su lugar, se han utilizado lienzos en blanco del tamaño de la obra original con fotografías de los cuadros. En ellos, además, se podía leer cuáles habían sido los daños que había sufrido. Así, en el cuadro 'Monaguillo tocando la zambomba', firmado por Pinazo, se podía leer que tenía «hollín en la superficie' y su temperatura era mayor de 60 grados.

No todas las grandes piezas que atesora el San Pío V pueden abandonar el museo en pocos minutos. Los retablos que coronan las primeras salas son de tal tamaño que no daría tiempo a trasladarlos. «Desmontar uno de los retablos del museo pude tardar más de 20 minutos», relataban los técnicos del IVCR+i.

Por ello, durante la jornada de prevención se presentó una idea creada por la empresa valenciana Wildfire Security SL con la que, mediante un sistema copiado del que se utiliza en los incendios forestales, se puede evitar que el fuego calcine siglos y siglos de historia del arte. Así, gracias a una finísima tela de ocho milímetros y que, de forma automática, envuelve la obra en segundos, se crea una especie de burbuja textil alrededor que se mantiene inerte aunque se alcancen temperaturas de más de mil grados. Es más, entidades como el Museo del Prado ya utilizan esta tecnología que salvaguarda, por ejemplo, el cuadro de 'Las hilanderas' de Velázquez. Es más, como ha explicado el responsable de la empresa, Juan Sebastiá, esta tecnología también incluye una membrana hidrófuga que evita que las llamas traspasen.

Los asistentes han podido palpar el tejido mientras una llama de fuego conectada a dos bombonas de butano apuntaban hacia la tela. Se notaba el calor pero no quemaba. Es más, no se descomponía y, según los estudios, puede mantenerse así más de 45 minutos. En un prototipo a pequeña escala se ha podido ver cómo se desplegaría este sistema que, sin embargo, debe estudiarse su aplicación e instalación en las salas del museo -también depende del presupuesto-.

Era impactante ver como varias dotaciones de bomberos, policía local, una ambulancia y miembros de Protección Civil entraban a toda prisa al Museo de Bellas Artes de Valencia. Unos minutos antes, pasadas las 11 de la mañana, los visitantes se sorprendían al escuchar una alarma que obligaba al desalojo de las instalaciones. Así, guiados por los guardias de seguridad, el público iba saliendo de las salas, con tranquilidad pero a paso acelerado, para ser conducido a un punto de encuentro en el que estar a salvo. Mientras, los miembros del dispositivo -que era realmente un simulacro- se iban comunicando con sus 'walkie talkies' anunciando que «administración ya está desalojada» o «la biblioteca está vacía». Era una simulación de lo que puede pasar. Ojalá no ocurra, pero por si acaso, en el Bellas Artes ya están preparados.

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