![Aspecto que ofrece la bóveda, bajo la cual ya se encuentra el andamio.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201902/12/media/cortadas/134426616--624x415.jpg)
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LAURA GARCÉS
Martes, 12 de febrero 2019, 01:13
Devolver a la iglesia de los Santos Juanes su esplendor. El ambicioso proyecto que requiere alcanzar esa meta ya está describiendo los primeros pasos bajo la dirección de Pilar Roig, catedrática de Restauración de la Universitat Politècnica de València (UPV). Tienen muchos estudios que realizar, pero ya conocen algunas claves. Saben que para recuperar la bóveda de Palomino habrán de retirar los paneles que en su día colocaron los Gudiol durante la restauración acometida en los años 60 y que, además, será necesario un estudio iconográfico que permita descubrir las escenas reproducidas en puntos de la bóveda y también en otras localizaciones del templo.
Completar la intervención, que se llevará a cabo bajo el mecenazgo de la Fundación Hortensia Herrero, requerirá cuatro años a partir del arranque de las obras -previsto para el último trimestre de 2020- y una inversión de seis millones de euros. Pilar Roig insiste en que todavía tienen que realizar estudios preliminares para conocer hasta el último detalle cómo se encuentra cada pieza, todas las estructuras y pinturas. «Iremos recorriendo la Iglesia» para determinar en qué estado está todo. Se impone saber si hay grietas, desconchados, roturas o cualquier otro desperfecto sobre el que actuar.
Esa revisión exigirá alcanzar hasta la cubierta y también la fachada, puesto que la recuperación va a ser integral. El recorrido que apunta pasará por cada una de las capillas y las imágenes. Recalca la profesora Roig que hay que examinarlo cada elemento, «pintura, escultura y ornamentos». En definitiva, «todo el conjunto», asevera.
La experta en restauración, que fijó la mirada en la atención que requería esta iglesia allá por los años 90, insiste en que los trabajos se conciben como «sucesión de fases y etapas». Pero ya apunta algún detalle que permite descubrir cómo actuarán para sacar todo el brillo a la joya barroca que se esconde bajo las huellas del incendio que devastó los Santos Juanes durante la Guerra Civil y la criticada restauración que se llevó a cabo en 1968 sobre los frescos de Palomino, pinturas que ocupan una superficie de 1.200 metros cuadrados, «la obra de mayor volumen realizada por Palomino y la más dañada por el fuego».
La intervención de los 60 por parte de los Gudiol. Según el relato que ofreció la profesora, llevó a que arrancaran las pinturas y se las llevaran «a trozos». Después se fijaron a unas telas y estas a unas maderas. Ahora saben que para la recuperación «vamos a quitar esos paneles», paso que permitirá seguir trabajando para recuperar las pinturas: «Ya sabemos cómo hacerlo», asegura la experta. En 2015 Pilar Roig apuntó a LAS PROVINCIAS que en la parte de los frescos pendiente de actuaciones tendrían que trabajar para que adquiriera el aspecto de «una piel continua. Tendremos que eliminar la cola que utilizaron y el barniz de los repintes».
Es el área de la bóveda en la que intervinieron los Gudiol no han trabajado todavía. Sí lo hicieron «donde nadie había intervenido», y que supone un tercio de la bóveda. Esa experiencia les permite conocer las prácticas. Además, Roig recuerda que las pinturas del ábside «nunca han vuelto a su sitio», acontecimiento que asegura está denunciado a la Interpol.
También la capilla de la Comunión exigirá dedicación en el nuevo proyecto. La bóveda, obra de Vergara, se restauró en los años 60 bajo la dirección del padre de Pilar Roig. Ahora requiere «una limpieza», pero hay otras pinturas en ese oratorio que también reclaman la intervención de los técnicos. En distintos puntos del templo tendrán que acometer «estudios iconográficos» para descubrir qué esconden los daños.
El proyecto exige «muchos profesionales». Lo explica Pilar Roig al tiempo que recuerda cómo se trabajó en San Nicolás. Defiende la necesidad de «un portavoz, un director. Pero detrás tiene que haber un equipo interdisciplinar». Esa afirmación se traduce en que, además de la implicación de los técnicos de restauración, es importante contar con «un equipo de apoyo» compuesto por geólogos, físicos, químicos, historiadores del arte, ingenieros de telecomunicaciones y arquitectos.
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