Junto al director José Luis Garci abrazó el Oscar con el que la película 'Volver a empezar' dio al cine español su primer Oscar a una producción en habla no inglesa. Garci recuerda momentos del rodaje que compartió con el actor valenciano, a quien conoció en 1973 y con quien compartió paseos y conversaciones. Era una «persona fenomenal y con gran sentido del humor» y como intérprete formó parte de una «generación inolvidable» de actores a la que aportó como nota destacable la naturalidad, cualidad que lleva a Garci a situarle al lado de Spencer Tracy.
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–¿Cómo fue el rodaje de 'Volver a empezar'?
–Recuerdo que la segunda semana de rodaje se había emitido el primer episodio de 'Verano azul' y todos los niños de todos los colegios de Gijón y alrededores se enteraron de dónde estábamos, en el Hotel Asturias, y gritaban 'Chanquete, Chanquete...' hasta el punto que tuvimos que pedir ayuda a la Policía municipal para que mantuviera a la chavalería. Aprovechábamos para rodar las horas de clase. Antonio pasó a ser el tipo más famoso de España. El rodaje fue magnífico, él los domingos iba a misa a la iglesia de San Pedro, junto a la playa. Quedábamos cuando terminaba y nos íbamos a tomar el aperitivo. Y el viaje a Hollywood fue fenomenal. Recuerdo que al escenario sólo podían subir el director y el productor, pero cuando nos dieron el premio les dije a Antonio y a Encarna Paso subid. Siempre tuve muy buena relación estupendo porque, además de ser muy buen actor era muy buena persona.
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–¿Se ha hecho justicia con el actor valenciano?
–Yo creo que él estaba muy contento. Hizo muchísimas películas, y todo lo que quiso. Durante un tiempo fue el personaje más famoso de España. Pienso que él era feliz con su profesión y sus amigos. Creo que sí que se hizo justicia porque todo el mundo le reconocía, además su personaje de 'Verano azul' ha quedado en la historia y es una serie que va a quedar para siembre. Chanquete forma parte de la televisión igual que 'Volver a empezar' para el cine.
–¿Quién era Antonio Ferrandis en lo personal?
–Un tipo muy cálido, cercano, sonriente. Lo pasaba muy bien con sus amigos, con su gente. Era muy empático, con mucho sentido del humor; contaba muy bien los chistes. Era un placer ser amigo suyo.
–¿Qué cualidades le definían como actor?
–Ser natural. Lo suyo era la naturalidad, como era Spencer Tracy, por ejemplo. Alguien que llama a la puerta de tu casa y l dices, hombre Antonio, entra y tómate un café. Es lo que transmitía, que es lo más difícil de trasladar. Tal cual se veía en la pantalla era en la vida.
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–¿Qué aportó al cine?
– Como todos los actores de su generación, su calidad enorme. Igual que Fernán Gómez, Fernando Rey, Alfredo Landa, Jesús Puente, Adolfo Marsillach o Sacristán, que es el que nos queda de ese tiempo. Era uno de esa generación inolvidable de intérpretes que hemos tenido la suerte de haber conocido y los tendremos siempre en las películas.
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