Los profesionales que están en las plantillas de los teatros de Valencia. IRENE MARSILLA/DAMIÁN TORRES
DÍA MUNDIAL DEL TEATRO

Los invisibles de los escenarios

Acomodan al público, hacen palomitas e iluminan a los actores en las salas de Valencia. Son los profesionales que están entre bambalinas

Noelia Camacho

Valencia

Miércoles, 27 de marzo 2024, 00:44

Estamos acostumbrados a comprar una entrada, acceder a un teatro, ver cómo nos acompañan a nuestra butaca y disfrutar del espectáculo. Ya sea teatro clásico, de texto, un musical o un monólogo. E, incluso una ópera, zarzuela o hasta un concierto. Pero pisar cualquiera ... de las salas de artes escénicas de la ciudad nos hace toparnos con un sinfín de trabajadores anónimos, invisibles a nuestros ojos, cuyos nombres no aparecen en los folletos ni en los grandes posters que cuelgan de la fachada de estos espacios anunciando su cartelera.

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Desde técnicos de sonido e iluminación a jefes de sala, responsables de administración, acomodadores, gerentes o asistentes de producción, muchos son los trabajadores sin los que el telón no se podría subir. Porque no basta con abrir las puertas y programar, también se planchan los trajes que se subirán a las tablas, se contacta con las compañías y los actores para ver qué necesitan, se apoya a las personas que están en taquilla e, incluso, se hacen hasta palomitas.

Con motivo del Día Mundial del Teatro, que se conmemora el próximo 27 de marzo, LAS PROVINCIAS ha querido poner voz y rostro a esos empleados de las salas de Valencia que cada función ayudan a que todo salga a la perfección. Un recorrido por enclaves valencianos como el Olympia, el Talía, el Flumen, Sala Russafa o La Plazeta nos descubre a nombres como los de Nohemí Torres, José Miguel Felguera, Raquel Linares, Marisol Macías o María Ángeles Utiel, auténticos amantes del teatro que siempre están detrás de los fotos, en el patio de butacas, en los despachos o entre bambalinas, pero sin los cuales el espectáculo no puede comenzar.

«Cada apertura del telón se me pone el vello de punta»

Nohemí Torres Jefa de Sala del Olympia

«Cada apertura del telón se me pone el vello de punta»

No es difícil verla en el patio de butacas del centenario teatro Olympia de Valencia. Nohemí Torres lleva más de dos décadas trabajando en este teatro. Es la jefa de sala. Empezó en la limpieza del espacio, pasó por la taquilla, fue acomodadora y ahora ejerce como responsable del patio de butacas. Parece que estaba llamada a formar parte del equipo del teatro. No en vano, su propio padre fue durante más de 40 años jefe técnico del espacio que gestiona la familia Fayos. «Yo me encargo del cuidado de la sala, de que no haya una luz que falle, de que todo esté en condiciones, de llevar al público a su butaca... Todo lo que haga falta para que todo esté a punto y poder abrir las puertas del teatro», asegura. Cuenta que tantos años en el Olympia ha hecho que, con el espectador, el trato sea «familiar». «Muchos son asiduos. El trato ha de ser muy cercano porque el público es el corazón del teatro», afirma.

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«Ningún día es igual aquí. Sobre todo, cuando hay un estreno. Puede haber muchos nervios pero cuando se abre, todo se olvida. A mí, en cada apertura del telón, se me sigue poniendo el vello de punta», narra. Todo en su trabajo está medido. Desde los minutos de cortesía para que todo el público esté en su sitio al poco tiempo que va entre una función y la otra. No le importa ver varias veces determinada obra e, incluso, es capaz de 'cazar' si ha habido algún fallo en la representación. No quiere quitar el mérito a su trabajo pero insiste en que son los actores y las compañías los que tienen el protagonismo. Ella, que se confiesa muy tímida, siempre está tras los focos, sabiendo que todo está en su sitio.

«En este trabajo, todos somos una piña»

José Miguel Felguera Jefe técnico de Sala Russafa

«En este trabajo, todos somos una piña»

José Miguel Felguera es el jefe técnico de Sala Russafa. El teatro de la calle Denia también tiene su propia compañía, Arden, por lo que se encarga de colaborar en los montajes que allí se producen. Hizo las prácticas en este escenario, al que califica como un «teatro de barrio», ya que se formó como técnico de iluminación y artes escénicas. Y allí se quedó. Lleva en el cargo desde 2018 y, afirma, esta sala es «muy familiar». Se encarga de que en cada función no falte de nada. Se sube a una escalera y cambia de dirección un foco, asiste a los ensayos de las producciones que prepara Arden e, incluso, no se le caen los anillos por situarse en la entrada del teatro y cogerle las entradas a los espectadores. «No creo que este trabajo sea indispensable para una representación. Lo indispensable es el trabajo actoral y artístico. Pero sí formamos parte de un engranaje en el que tenemos claro que nuestro deber se encamina a todo lo relacionado con el ámbito técnico. Nuestra función es la de arropar lo que se va a ver sobre el escenario. Al final, trabajamos al servicio de la puesta en escena. No quiero restarnos importancia pero somos un accesorio importante», asegura.

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Entre sus labores también está la del contacto directo con las compañías externas que pisan Sala Russafa. «En este tipo de trabajo todos somos una piña, remamos en la misma dirección. Como jefe técnico, tengo que coordinar con las compañías todo lo que necesitan. Igual estoy con el montaje que al teléfono hablando con ellos», señala.

«No iba al teatro hasta que trabajé aquí»

Raquel Linares Responsable de personal en La Plazeta

«No iba al teatro hasta que trabajé aquí»

Es muy joven, apenas 20 años, pero ser responsable de personal del teatro La Plazeta, le ha hecho amar las artes escénicas. «Yo no iba al teatro hasta que empecé a trabajar aquí», cuenta Raquel Linares. Desde hace un años, es uno de los rostros que trabajan en un espacio que lo mismo acoge monólogos que cine en vivo y representaciones teatrales. «Todo lo que sé me lo ha enseñado el teatro. Aquí he madurado», asegura. Entre sus múltiples funciones se encuentra, incluso, la de hacer las palomitas que puede consumir el espectador. «Es de los pocos teatros en los que se comen. Este no es un escenario clásico, aquí todo es dinámico y nuevo», afirma.

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No niega que el volumen de trabajo es elevado y, cuenta, que en los momentos de función, pueden darse «varios problemas a la vez». «Hay que tener los ojos en todas partes porque puede que alguien tenga algún inconveniente con su entrada, no encuentre su sitio o la máquina no lea el código de sus localidades. También, por si hay algún tipo de error en las invitaciones y ocurre algún imprevisto. Pero de todo se aprende y al final todo está en su sitio para la representación», confiesa Linares. Ella, que estudia Veterinaria, llegó a La Plazeta un poco de rebote» pero ya el trabajo le gusta «muchísimo». Incluso, también está pendiente de que los artistas que pasan por el escenario tengan todo lo necesario para sentirse como en casa. «Todo este mundo es maravilloso. A mí me encanta el trato con las personas, sobre todo con el público», asevera.

«Veo todas las funciones y he cantado en el teatro»

Mª Ángeles Utiel Trabajadora del Talía

«Veo todas las funciones y he cantado en el teatro»

Hablamos con María Ángeles Utiel apenas unos minutos después de que abra las puertas del teatro Talía. Hay representación y ella está allí, puntual, como hace cuatro años. «Para mí, esto no es un trabajo, es una maravilla. Todo lo que pasa en el teatro me alucina», dice entre risas.

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Lo más fácil es encontrarla en la entrada, controlando el acceso y acomodando a los espectadores. Pero también echa una mano ni es necesario en la taquilla e, incluso, ha llegado, afirma, «a planchar alguno de los trajes de alguna representación del ciclo de Panorama Flamenco». «Hacemos un poco de todo. Este trabajo es el regalo», cuenta a este diario. Incluso, como amante del teatro que es, ha llegado a subirse a cantar sobre el escenario del Talía. «Lo que más me ha sorprendido desde que estoy aquí es que pasan muchos actores y gente conocida. Y cuanto más grandes son, más humildes. Desde Carlos Hipólito a Lolita o Emilio Gutiérrez Caba y Antonio San Juan, todos muestran mucha cercanía y familiaridad», asevera.

«Incluso si alguien de alguna compañía se pone enfermo, vamos a la farmacia a por algún medicamento. Aquí todos, desde el de más arriba al de más abajo, técnicos y personal de sala y taquilla, sacamos el trabajo como sea», afirma Utiel. Cuenta que no se pierde ningún espectáculo. «Veo todas las funciones, soy una amante del teatro», señala. E insiste en que el Talía «es un teatro del pueblo, de la gente». «Aquí hemos hecho grandes amistades, el contacto con el público es muy directo», afirma.

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«En esta sala, ningún día es igual. Es una locura»

Marisol Macías Asistente de producción en el Flumen

«En esta sala, ningún día es igual. Es una locura»

Marisol Macías puede estar en el despacho del teatro Flumen. También en la sala de ensayos. O coordinando la programación y hablando con las compañías. Incluso, acomodando al público en sus asientos. Hace de todo en un escenario valenciano que también produce, por lo que ella es una de las profesionales indispensables de este espacio. «Yo hago un poco de todo. He vivido como dos temporadas diferentes. Estuve muchos años hasta 2014. Luego regresé en 2021», cuenta sobre su experiencia laboral en el mundo de las artes escénicas. «Puedo estar dándole texto a un actor o anotando si falta alguna cosa para el espectáculo. Hablo con los programadores, con la parte comercial. Vamos, un poco de todo», insiste.

«Si te gusta lo que haces, como me pasa a mí, trabajar en un teatro es algo maravilloso. Aquí ningún día es igual al anterior, siempre es diferente», asevera. Que el teatro haga sus propias producciones y que, a la vez, esté orientado a diversos tipos de públicos, desde el infantil y escolar al que busca un teatro más de humor o, incluso, clásico, también multiplica las tareas en el Flumen. «Hay momentos que esto es una locura. Aquí hay una multiprogramación. Mientras se ensayan nuestras producciones vienen otras compañías. Acabamos de habilitar una nueva sala de ensayos porque gestionar todos los espacios es complicado», cuenta.

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Macías siempre ha sentido el gusanillo de las artes escénicas. Es algo que está en ella. «Yo he hecho teatro», señala. Y ante la pregunta de si se ve subiendo al escenario del Flumen, lo tiene claro: «Todo se andará».

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