Un 'thriller' ochentero y con reivindicación 'trans' para actualizar a Verdi en Les Arts

En este montaje (que se podrá ver en la Sala Principal), que ha sido presentado este martes por el director artístico de Les Arts, Jesús Iglesias Noriega; el director de orquesta Antonino Fogliani -que por primera vez toma la batuta de este título de Verdi-; y el propio Villalobos, la estética es esencial. Como también el respeto por la partitura del compositor italiano. Es, en palabras de Iglesias, «el único gran Verdi que faltaba por estrenar en Les Arts», y llega, según Villalobos, con una escena ochentera, una especie de «thriller'» que tras de sí tiene una reivindicación de la identidad a través de un personaje 'trans' que actualiza a Verdi aunque mantiene los elementos cruciales del libreto: «la lucha de clases y las relaciones paterno-filiales».

¿Cómo se trae a la actualidad este título imprescindible del compositor italiano? «Cuando se estrenó, ya era un montaje anticuado. He trasladado la escena a EE UU, a los 80 y principios de los 90, a la pandemia de sida, a la democratización de la televisión, a ese país que gobernaba una actor, Ronald Reagan, que era consciente de la importancia de la imagen. El montaje habla del supremacismo blanco, de la cultura del baile... Lejos de huir de lo que ahora nos puede incomodar, yo he decidido ponerlo sobre la mesa», según Villalobos. Y en esa revisión, el personaje de Oscar, que aquí interpreta la cantante valenciana Marina Monzó, es un chico 'trans' en plena transición de género que no cuenta con el apoyo de su padre, -«que la fuerza a seguir siendo la niña de papá», según el director de escena-, pero sí tiene el respaldo de su progenitora.

Para Villalobos, el público no debe tener prejuicios a la hora de acercase a un título que, no obstante, «respira Verdi por los cuatro costados». «Musicalmente es un Verdi muy bien servido», ha señalado. Para él, ese baile de máscaras no es solo la fiesta del tercer acto, sino también una reflexión de «cómo elegimos presentarnos y las máscaras que nos ponemos». «El público es contemporáneo y el lenguaje ha de serlo también», ha insistido.

Polémicas aparte, para el director de Les Arts, esta representación, que será de cinco funciones entre el 21 de abril y el 5 de mayo -más el preestreno para jóvenes de este jueves- «sigue buscando la calidad». «Lo único que le dije a Rafael Villalobos cuando le propuse la dirección de escena es que la producción fuera buena. Al final, se vana vender 7.000 entradas y el público es muy diverso, no podemos unificar el criterio de tantas personas», ha defendido Iglesias.

Por su parta, el director musical de 'Un ballo in maschera' ha celebrado la calidad de la Orquesta de la Comunitat, del Cor de la Generalitat y de todo el equipo de un título al que se enfrenta por primera vez. Y lo hache sin miedo ni recelos. «Todo lo que hace Rafael tiene coherencia. No digo que cuando me planteó esta idea entré en 'shock'. No fue así. Me pareció muy interesante», ha afirmado el maestro italiano. En su caso, ha confesado que este tipo de producciones le dan la oportunidad de «crecer».

La producción, que se estrena primero en Valencia antes de marchar a Berlín, algo inédito en la historia reciente de Les Arts que una coproducción se pueda ver antes en la capital del Turia que en la ciudad donde se encuentra el teatro que la coproduce, cuenta, además de todo lo anterior, con el vestuario del diseñador Lorenzo Caprile. La escena se desarrolla en un búnker y llega, incluso, a aparecer un coche. Pero la escenografía es fija porque, según su responsable, «lo que más me importa es la acústica».

Para este título se requería «un elenco de gran nivel». En él participan Francesco Meli (Ricardo), Anna Pirozzi (Amelia), Franco Vassallo (Renato), Marina Monzó (Oscar), Agnieszka Rehlis (Ulrica) y Toni Marsol (Silvano).

Cuenta esta ópera la trama amorosa que acabó con la vida de Gustavo III de Suecia a manos de uno de sus mejores amigos. El libreto, inspirado en la obra de Eugène Scribe 'Gustave III, ou le bal' masqué, escrita en 1833, sirve para que Giuseppe Verdi compusiera en 1859 una ópera de madurez estilística que reflexiona sobre la ética en conflicto con la pasión amorosa; sobre la desesperación entregada a la superstición, sobre la lealtad más allá de la injusticia y el delito.