Arguiñano explica por qué no tiene estrellas Michelin

Karlos Arguiñano es todo un referente indiscutible en la escena culinaria española. Natural de Beasain, Guipúzcoa, ha trascendido las fronteras de la cocina para convertirse en una figura emblemática de la televisión. Su destreza en los fogones y su carisma pronto le hicieron ganar popularidad, llevándolo a abrir su propio restaurante en Zarautz, donde obtuvo su primera Estrella Michelin en 1985. Sin embargo, este reconocimiento le duró bien poco.

La historia de Arguiñano con las estrellas Michelin tiene sus raíces en el pasado. En 1985, el reconocido chef vasco obtuvo su primera Estrella gracias a su labor en el restaurante que fundó en Zarautz. Sin embargo, este reconocimiento efímero se desvaneció con el tiempo. En palabras de Arguiñano, fue fruto de la envidia: «Llegamos a tener una estrella Michelin. Luego, nos hicimos famosos y trabajamos en televisión, y nos la quitaron. ¡Ay! Qué envidia tiene la gente. Sales guapo y no te aguantan», declaró en su programa.

Pero, ¿cómo es posible que un chef que obtuvo una estrella Michelin en 1985 la perdiera cinco años después? Arguiñano responde a esta incógnita con un toque de humor y desdén: «Cuando empiezo en el 90 o en el 91 en televisión me la quitan. ¿Qué? ¿Se me ha olvidado de repente cocinar? ¡Para nada!».

Sin embargo, lejos de lo que puedan pensar sus fieles seguidores, el chef mantiene una actitud muy desenfadada al respecto. Así, en una entrevista para 'El País', ha expresado lo que opina sobre este prestigioso reconocimiento y lo que supuso su pérdida: «Las estrellas están muy bien, pero hay mucha presión y es muy difícil soportarla. Se está más pendiente de la visita del inspector que la del cliente. El inspector de Michelin puede comer mucho, pero igual no sabe de cocina», explica.

Cuando le expropiaron el título, recuerda, «pasé un mal rato, me pregunté por qué me la quitaban». No obstante, considera que la calidad de la comida de su restaurante es mucho mejor ahora que están sus hijos al frente, «que cuando tenía estrella y lo llevaba yo. Ahora se come más variado». De hecho, el restaurante va como la seda: «Todos los días damos de comer a cerca de cien personas. Es un exitazo, vienen a comer por 50 euros. A mis hijos les digo que vivan en las nubes, que no piensen en las estrellas», añade. «Prefiero ser estrella de la televisión que tener estrella Michelin», concluye.

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