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El pasado 26 de abril Netflix estrenó 'El caso Asunta', una nueva ficción española basada en los hechos reales del asesinato en 2013 de la joven de 13 años Asunta Yong-Fang Basterra. La serie protagonizada por Candela Peña y Tristán Ulloa ha vuelto a poner en el candelero uno de los casos que más conmocionó al panorama nacional con seis capítulos donde se reconstruye la crónica de sucesos de un caso que finalmente tuvo como culpables a los propios padres: Rosario Porto y Alfonso Basterra.
La serie de Netflix toma los hechos probados y los indicios circunstanciales de la sentencia judicial pero, como suele ser habitual en este tipo de casos reales, todavía quedan muchas incógnitas por resolver. Con varias cuestiones en el aire que no pueden resolverse salvo que algún día hable el propio Basterra (Porto se suicidó en la cárcel), la ficción aborda con mucha precisión los hechos desde el 2013 hasta la condena definitiva allá por 2015.
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No obstante, siempre hay algunos detalles que se diferencian de la realidad. Por ejemplo, los guardias civiles de la serie, es decir, los personajes a los que dan vida María León y Carlos Blanco no son reales, pues en esa investigación hubo implicados hasta siete agentes. La plataforma de streaming se toma la licencia de personalizar el caso en únicamente dos personajes y hacerlo así todo más fácil de desarrollar. De la misma manera, lo que vemos de la vida privada de estos dos guardias, así como del juez Malvar, al que da vida Javier Gutiérrez, es puramente ficticio.
El personaje del amante de Rosario Porto también tiene importancia durante la trama, algo que no sucede en el documental previo sobre el caso que publicó Netflix unos meses antes. En la serie, el personaje es interpretado por el actor Machi Salgado, apareciendo en el segundo y tercer episodio de la producción resultando un elemento clave en el caso.
En este sentido, no se conoce ninguna aparición pública de Manuel (Vicente en la ficción), el amante de Porto. A pesar de que rechazó la invitación de participar en el documental, Ramón Campos vio necesario recrearlo en la serie. Fue llamado a testificar en el juicio, pero los abogados de la defensa rechazaron su declaración porque aseguraron que «no iba a aportar nada» y solo serviría para «dar pie a un morbo totalmente innecesario».
Otro de los elementos del caso durante la ficción son las fotografías comprometidas de Alfonso Basterra como si se tratara de material pornográfico. Cierto es que los medios de comunicación, en la vorágine del asunto durante las semanas posteriores a la muerte de la niña, dieron voz a este elemento de la investigación.
Cabe recordar que las fotografías no fueron extraídas únicamente del móvil de Basterra, ni tuvieron el peso en la resolución del caso que sí le otorga la serie de Netflix. La Guardia Civil obtuvo esas imágenes del volcado del teléfono de Alfonso, pero también del de Rosario Porto. En el portátil del progenitor, que los investigadores no encontraron en el primer registro de su domicilio, aparecieron archivos gráficos de jóvenes asiáticas que no fueron tomados en cuenta por el jurado popular en su veredicto.
Uno de los aciertos de la serie de Netflix es abordar diferentes hipótesis a lo largo de la trama, tanto desde el punto de vista de uno de los Guardias Civiles como lo que plantea el juez instructor. Pese a todo, según la sentencia del caso Asunta fue intoxicada con la misma medicación con la que su madre se trataba su trastorno depresivo, pero en ningún punto concluye que la abogada gallega se intentase quitar la vida horas antes de la muerte de la pequeña.
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