Valencia ha albergado en sus calles historias de película. A una de ellas le dedicó Iker Jiménez el programa 'Cuarto Milenio' de este domingo. La protagonista del espacio de misterio fue la conocida como guardiana del Santo Grial, una joven que arriesgó su vida para salvar el considerado como cáliz de Jesucristo en plena Guerra Civil española.
Publicidad
La reliquia de la cristiandad, que ahora descansa en la catedral de Valencia, ha sido a los largo de los años protegida fielmente por las personas que creen en su autenticidad y en su incalculable valor. Una de esas personas fue María Sabina Suey Vanaclocha. Esta valenciana escondió el cáliz cuando las calles de la capital del Turia acababan de ser tomadas por turbas de milicianos armados en julio de 1936. María reunió el valor para rescatar la pieza, envolverla en papel de periódico y sacarla del templo bajo su axila, tal y como contó en 'Cuarto Milenio' el periodista José María Zavala.
«María Sabina era una católica practicante que iba a misa a diario. En una de ellas el canónigo le pide a esta mujer que ponga a salvo la reliquia más valiosa de toda la cristiandad ante los gritos de los milicianos que ya se escuchaban cerca», comentó Zavala.
Tan solo tres horas después de que María Sabina Suey sacase de allí la copa, los milicianos entraron en la catedral prendiendo fuego al altar mayor en el que se encontraba el grial: «Ella se jugó la vida por sacar de allí la pieza, con todo el peligro que esto suponía, y llevar el grial hasta su casa para esconderlo (…) Una vez en la casa de la calle Avellanas, ella y su madre metieron el cáliz en un hueco especialmente diseñado para el objeto en un armario ropero». Cuando los milicianos repararon en que el grial no estaba en su lugar de la catedral, reciben un chivatazo sobre el posible paradero de la copa. Acuden entonces doce milicianos al domicilio de María y realizan un registro.
«Tienen indicios de que se esconde ahí. Quieren matar a María. Saben que es una reliquia muy famosa. Se llegan a ofrecer ocho millones de pesetas por ella. Se cuenta que uno de los milicianos pudo encontrar el cáliz durante el registro y callarse, cubriendo a las mujeres. Hizo la vista gorda. Le salvó la vida a María», explicaron en el programa.
Publicidad
Ese miliciano es José Pellicer Gandía. «Le llamaban Pepe, tenía 24 años y regresa cuatro días después del registro a la casa de María. Seis años después es fusilado tras un consejo de guerra. Fue un anarquista de los pies a la cabeza, defendía sus ideales pero no con la violencia gratuita. Era una buena persona y lleno de humanidad», comentó Zavala.
Tras el registro en su casa, María Sabina Suey traslada la reliquia del armario al banco de la cocina y más tarde la esconde durante años en la casa familiar de Carlet. Allí estará hasta el final de la Guerra Civil, cuando es devuelta ya a la catedral de Valencia, donde permanece hasta el día de hoy.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.