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A. RALLO
VALENCIA.
Viernes, 20 de octubre 2017, 14:19
Pilar Mundina, la asistenta personal de Consuelo Císcar en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), declaró ayer como investigada en el juzgado de Instrucción 21 de Valencia. El último informe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) acrecienta las sospechas acerca de la participación directa de la asesora en la supuesta trama dirigida por Consuelo Císcar. El dossier de los especialistas de la Policía Nacional revela los regalos que se repartieron entre responsables cubanos y argentinos con la visita de una expedición del museo valenciano.
Todo parte de los archivos informáticos hallados en el ordenador de la mano derecha de Císcar. El primer viaje a Cuba se produjo en 2008. Entre los obsequios de ese desplazamiento, destacan carteras, pañuelos y bufandas de marcas como Loewe y Armani. Esta operativa se repitió un año más tarde con motivo de La X Bienal de La Habana. De nuevo se reparten bolsos, relojes, collares, gemelos y colgantes. Dentro de los lotes anteriores se incluyen un buen número de catálogos del hijo de Císcar, conocido artísticamente como Rablaci. Se da la circunstancia de que el joven artista participó en La Bienal con siete fotografías sobre 'Body Art y naturaleza'.
Los investigadores también destacan los obsequios repartidos con ocasión del viaje a Buenos Aires para la exposición 'Pop Art en la colección del IVAM', que se celebró en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. También entonces se repartieron ejemplares del catálogo de Rablaci. Los agentes destacan que sólo un mes más tarde -en noviembre de 2009- el hijo de Císcar presentó una exposición individual 'Metáforas del hombre contemporáneo' en la galería Daniel Mamman de Buenos Aires.
El carrusel de regalos continúa en febrero de 2010 en La Habana con la misma muestra del Pop Art. El listado de presentes se completa con Ipods, libros electrónicos y complementos de Lacoste, Hugo Boss y el diseñador valenciano Francis Montesinos. Hasta el ministro de Cultura recibió entonces un catálogo del hijo de Císcar y Rafael Blasco.
El informe precisa cómo quedan pendientes de entregar «tres joyas». Dos meses más tarde, Rablaci acudía al país con una de sus muestras. El centro de Arte Contemporáneo Wilfredo LAM de La Habana albergaba la exposición. El responsable de las instalaciones había recibido uno de los presentes del IVAM. En mayo y julio de ese mismo año, Rablaci volvió a exponer en otras dos galerías del país caribeño.
Estas coincidencias de espacio y tiempo entre las exposiciones del IVAM, las del hijo de Consuelo Císcar y los numerosos regalos llevan a los especialistas de la UDEF a la hipótesis «de que la promoción artística y profesional de la institución podría haberse llevado a cabo mediante ilícitos penales realizados al amparo del IVAM». La pregunta que plantean los agentes de la UDEF y que todavía no ha sido resuelta por la investigación es: «¿Quién pago estos regalos?».
No es la única irregularidad detectada durante estas pesquisas a partir del ordenador de Mundina. Resulta extraño el modo en el que llegó al IVAM cuando ella trabajaba en el IVAJ. Una vez se terminó la comisión de servicios, la supuesta asistente de Císcar siguió trabajando en el centro cultural sin tener un puesto asignado. Existe un correo de Císcar a Rafael Blasco, entonces conseller de Inmigración y Ciudadanía y hoy preso por el caso Cooperación, que probaría que intercedió ante el conseller de Bienestar Social para que Mundina no se reincorporara a su labor en el IVAJ.
Además, destacan que la que se convirtió en mano derecha de la directora llegó al IVAM para «actualizar programas informáticos sobre aplicaciones para subvenciones». Pero nunca se dedicó a esta tarea. Sorprende a los agentes que si la investigada también tenía asignado organizar programas culturales para jóvenes en la Comunitat y en España, viajara al extranjero en 35 ocasiones. Los desplazamientos generaron unos cuantiosos gastos. Sólo en dietas más de 100.000 euros. El museo no podía costear los gastos de Mundina al no ser trabajadora de la institución cultural. Pero las órdenes de Císcar eran que ella debía viajar siempre. Por eso se abonaban estas cantidades como pagos a terceros.
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