![El último valenciano que pintó a Concha Piquer](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/16/CONCHAD-R61bTfRPPtwp7XKQCTBamiM-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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El último valenciano que pintó a su paisana Concha Piquer fue el artista Manuel Benedito, el mismo que inmortalizó sobre el lienzo a otras grandes cantantes como Pastora Imperio, la soprano Genoveva Vix o la bailarina de relieve internacional Cleo de Merode. Tampoco escaparon de su caballete personajes tan destacados en la historia como el rey Alfonso XIII, Gregorio Marañón, Eduardo Dato o Joaquín Sorolla, entre otros. Destacó como retratista. Pero no sólo. Su obra, como lo atestiguan las salas de grandes museos se detuvo más allá del rostro de todos esos retratados que fueron el fruto de su madurez pictórica.
La Fundación Manuel Benedito, que vela por la memoria del pintor, ofrece en Madrid una amplia colección del artista nacido en el hoy número 24 de la calle Corretgeria en 1875. Ello prueba su dedicación al paisaje y sus viajes por el mundo con obras como 'Sierra Morena' o 'Venecia nocturno', entre otras como 'Pescador véneto' o 'Pastor castellano'.
Más allá de estas cuatro paredes, museos del prestigio del Prado poseen piezas suyas como 'Pescadoras bretonas' o 'Moro'. En ese elenco de prestigio aparecen también el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde en la actualidad se encuentra -entre otras piezas de Benedito como 'Pescadora'– el retrato de Concha Piquer cedido por la Fundación Banco Sabadell, que es su titular. La Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Museo Thyssen Málaga, el Bellas Artes de Oviedo, el Banco de España, la Fundación Santander o la Hispanic Society, entre otras, también cuentan con Benedito en sus fondos artísticos.
Sin embargo de él, en su tierra, la Comunitat Valenciana, prácticamente no se habla. Su nombre apenas se escucha cuando se van a cumplir, el 20 de junio, seis décadas de su fallecimiento en el mismo año, 2023, que se cumplen cien de su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.
El Centro Cultural Emilia Pardo Bazán de Madrid acoge hasta el 30 de junio una exposición con fondos fotográficos de la fundación. En Valencia, la última muestra que se le dedicó la acogió en 2005 el Centro del Carmen. Con posterioridad en 2013 fue la Academia de San Fernando la que se detuvo en su obra.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué apenas se menciona su nombre? ¿Desmemoria, ingratitud? Si la medida de las cosas del arte la da su presencia en las pinacotecas, como mínimo hay que pararse a pensar. También a ello obliga la revisión de las crónicas que en su tiempo referían al artista que formado con Joaquín Sorolla emprendió camino con personalidad propia.
La respuesta de Pascual Masiá, vicepresidente segundo de la Fundación Manuel Benedito y esposo de una sobrina nieta del artista, facilita la pista para comprender lo ocurrido. Señala que cuando falleció, en 1963, el arte había emprendido otro camino. «Hace cinco, siete o nueve décadas, era uno de los artistas más famosos y considerados de España», apunta Masiá, quien también aclara que «en sus últimos años había quedado encasillado por la crítica como un pintor académico». Esta condición artística no respondía a la corriente imperante en aquellos años sesenta del pasado siglo. La observación señala un contrapunto que conduce a descubrir cómo el tiempo cambia los trazos de la perspectiva. Recuerda Masiá, que fue comisario de la exposición del Centro del Carmen, que quienes hoy «se sientan en los mismos sillones que él ocupó en la academia, son aquellos que le consideraban un artista conservador».
Por más que a Masiá se le pregunta por la posibilidad de una reivindicación de Benedito, no se atisba necesidad. En todo momento el vicepresidente de la fundación remite a su obra, de la que asegura que descubre «a un pintor con grandes facultades, capaz igualmente de realizar una nota breve sobre un paisaje o una anécdota de la vida cotidiana, de pintar un retrato o ponerse a la faena y concluir un encargo de tono más o menos decorativo».
El día de su muerte, LAS PROVINCIAS dedicó amplia cobertura a la noticia del fallecimiento de quien se consideraba en calificación de Luis de Vilanova «señor de la pintura» . Ante el fallecimiento, que obligó a suspender el concierto que ese día tenía programado el valenciano José Iturbi en el Teatro Principal, López Chavarri en estas páginas recordaba que ya en sus primeros pasos Benedito ofreció «estudios del natural trazados con singular brío y a la vez con un sentido de elegancia muy notable».
El artista, que había iniciado su formación con Sorolla, pronto imprimió estilo propio a su obra y emprendió el vuelo. Como su maestro, también fue pensionado de la Diputación en Roma. La primera pieza que desde esa condición de 'becario' en 1901 remitió fue 'La infancia de Baco', Sólo unos años después, en 1904, como recordó LAS PROVINCIAS ante su muerte, pintó 'El infierno de Dante' –obra que le dio medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes– que al presentársela a Sorolla éste exclamó «con palabra valenciana 'Che, que atrevit eres!', y añadió rápido, complacido al contemplar el cuadro: 'Pero qué ben fet està'».
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Había empezado sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, luego Roma, y los viajes por Italia, Francia, Bélgica y Holanda. Vendió sus cuadros en Madrid, Barcelona, Munich, París, Buenos Aires o Venecia. Un viaje creativo aderezado por medallas en Munich, Barcelona, Bruselas o Buenos Aires.
Sobre la trayectoria de este artista que convirtió Madrid en la sede de su vida y de su obra, sin dejar de visitar su ciudad natal, Masiá recalca que su orientación creativa es muy clara: «La ruptura con los códigos de representación que otros contemporáneos suyos están realizando. Nada más lejos, en esos años, del espíritu y el temperamento de Benedito que encerrarse en la tradición, de explotar el conformismo de ser el discípulo más querido de Sorolla». Todo se conserva en los museos, depositarios de la memoria del arte.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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