![El Veles e Vents busca ser polo cultural](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/01/18/velesE.jpg)
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«Estamos preparando un proyecto cultural para 2024 en el Veles e Vents. Va a ser muy potente». Este entrecomillado es de Javier de Andrés, del grupo La Sucursal. Esta empresa es la que gestiona desde 2016 el edificio diseñado por David Chipperfield, premio Pritzker. « ... Nos vamos a centrar este año en potenciar Veles e Vents», insiste el empresario valenciano. En esa transformación contará con su hermano Jorge de Andrés, quien ha puesto punto final al restaurante Vertical en el centro comercial Aqua.
De Andrés avanzará los detalles del proyecto cuando no queden flecos pendientes. Su objetivo es convertir el Veles e Vents en un polo cultural que complemente la oferta gastronómica de la Marina. El objetivo es que la música y el arte germinen en esta zona de tanta pujanza de la capital del Turia.
No es la primera vez que el Veles e Vents trata de buscar un hueco en la oferta cultural de la capital del Turia. En 2016 Heineken y la Sucursal se aliaron para gestionar el Veles e Vents. El primero se postuló para dotar de contenido cultural el edificio mientras la oferta gastronómica radicaba en el segundo grupo. Fue entonces cuando se inauguró una exposición del arte de Miquel Navarro. En rueda de prensa se desgranó una programación de microteatro y actuaciones de músicos locales. En 2020, Heineken dejó la explotación del Veles e Vents sin lograr resituarlo como imán cultural.
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La Marina tiene mucho margen de aprovechamiento cultural. Hasta la fecha, la música ha sido la actividad principal de la zona portuaria. Shakira, Luis Miguel o Rosalía han actuado en la Marina. La zona portuaria ha destacado como recinto de conciertos y festivales. La extensión del espacio ha permitido albergar aforos multitudinarios. Al estar alejada de núcleos residenciales, las molestias a los vecinos son menores que en otros enclaves de la trama urbana. Con la externalización de un área de la Marina Sur y la apertura del Roig Arena, prevista para 2025, todo apunta a que la oferta musical de la Marina cambiará.
Del buen empuje cultural de la Marina da constancia la exposición 'Sorolla. Una nueva dimensión', que reunió a 80.000 personas según la organizadora Layers of Reality, quien gestionará a partir de febrero el espacio de Bombas Gens.
La Marina, no obstante, es más que el Veles e Vents. De hecho hay dos edificios sobre los que han pilotado proyectos culturales en las últimas dos legislaturas. En 2018 la antigua base del Alinghi, rebautizada como La Base, inició una nueva etapa como centro de exposiciones. Las esculturas eróticas de Antoni Miró sirvieron de pistoletazo de salida a una programación que ha tenido una vida irregular: albergó la colección colectiva de Vicent Madramany y la inmersiva de Sorolla. La Base, que fue el centro de acogida de los extranjeros del 'Aquarius', sirvió como almacén de la Meditadora, la pieza principal de la falla municipal de 2020 -cuando se suspendieron las Fallas como consecuencia de la pandemia por covid-, y fue sede para la muestra del Ninot en 2021 cuando el Museo Príncipe Felipe se reconvirtió en 'vacunódromo'.
Otro edificio que acoge actividad cultural aunque sin una estrategia definida es el edificio del Reloj. En la primera legislatura del Botánico, el histórico edificio se barajó como sede para un Museo Sorolla. El pintor valenciano forma parte de las promesas de los políticos cuando acceden al poder. No hay presidente de la Generalitat que no haya diseñado un proyecto de política pública alrededor del maestro de la luz. Una idea que siempre merodea por los despachos es la creación de un Museo Sorolla en Valencia, una iniciativa que ha de contar con el aval de los herederos del autor de 'Visión de España'.
El Veles e Vents está recibiendo cuidados desde el pasado otoño. El grupo La Sucursal ha encargado a Puntal Técnico la rehabilitación del edificio. La puesta a punto del inmueble concluirá a finales de febrero. Será entonces cuando el Veles e Vents recupere su esplendor y, a partir de aquí, se pueda dotar de contenido cultural.
Javier de Andrés, uno de los responsables de la firma adjudicataria, explicó recientemente a LAS PROVINCIAS que «ya se ha eliminado el óxido» del edificio, al que está muy expuesto por la cercanía al mar. En estos momentos, «se está inyectando una masilla especial e inmediatamente se procederá al lavado a presión». El siguiente paso, detalla De Andrés, es dar tres capas de pintura especial, «de la que se utiliza en las plataformas petrolíferas». La empresa concesionaria es la que sufraga los trabajos, que tienen un coste de «400.000 euros», detalla De Andrés. Se trata de la primera rehabilitación «seria» del edificio.
Los trabajos de Puntal Técnico consisten en el saneamiento de elementos metálicos, limpieza muy exhaustiva, imprimación pasivadora (para proteger el acero del óxido) y colocación de masilla marina. El Consorcio es la entidad que ha supervisado las calidades técnicas de la intervención.
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