La chica que no renuncia a nada

Puede que Claudia Conte estuviera predestinada a ser combinera. «Forma parte de mi personalidad hacer un poco de todo», admite la joven de Benicàssim que, a sus 21 años, acaba de colocarse como tercera pentatleta nacional de la historia. La castellonense brilló lo que le permitió María Vicente en ese fantástico concurso del Campeonato de España en el que la barcelonesa estableció un nuevo récord de España con 4.501 puntos. La atleta del Playas salió de Gallur tan contenta, con sus 4.361, a 20 del récord autonómico que sigue en manos de Bárbara Hernando, pero con la sensación de que está a su alcance.

«Me marché feliz por la marca que conseguí y por cómo la hice, y porque una amiga como María Vicente batiese el récord nacional. Las alegrías compartidas son mucho mejores», asegura Claudia Conte, cuya medalla de plata pone fin a una temporada de invierno especialmente difícil para ella. Unos problemas de ciática la lastraron durante mes y medio desde finales de noviembre: «Era la pierna de batida y no podía hacer altura, longitud, vallas... también me limitó el gimnasio. En enero me faltaba un mes de carga. Luego lo comentamos en familia: '¡Con que ibas a tirar le temporada de invierno!'».

Pero en casa saben que Claudia no renuncia a nada. Ni como atleta ni en su preparación como futura ingeniera. Es su filosofía de vida desde niña. En ese momento hacía baile y le entró el gusanillo del atletismo cuando vio practicarlo a su hermano Daniel: «Me pareció divertido, pero al principio no me dejaban porque era demasiado pequeña».

Hasta que un día Mar, su madre, decidió darle una sorpresa. Daniel competía en un cross escolar y ella escondió el chándal de Claudia: «Cuando llegamos me preguntó que si quería correr... y yo dije que sí». Pepe Ortuño, que fue quien captó a los hermanos Conte, pasó de trabajar en su colegio al Penyeta Roja, un fantástico oasis del atletismo: los alumnos becados compaginan el entrenamiento con los estudios y la instalación se ha convertido en la cantera del Playas de Castellón.

Claudia desembarcó allí en quinto de Primaria. «En alevín o infantil haces de todo y cuando vas a pasar a cadete, eliges una prueba. A mí me gustaba todo y no era la mejor en ninguna pero sí la segunda o la tercera en varias. Elegí las combinadas», señala la joven, que empezó a trabajar con Alba, la hija de Manoli Alonso, gurú de esta modalidad en España y con quien se entrena ahora: «Estoy muy a gusto, no me iría a ningún CAR».

Aunque sabe que la sombra de María Vicente es alargada, no se plantea cambiar y centrarse en una sola prueba como, por ejemplo, la altura, que se le da más que bien. «No porque es súper psicológica y si te atascas te puedes frustrar. En las combinadas, si te sale mal una, tienes otra... y al final en el atletismo estamos para disfrutar», argumenta. Claudia Conte compagina el deporte con sus estudios en ingeniería de diseño industrial.

«Es la más artística al unir el diseño con la parte más técnica. Creo que forma parte de mi personalidad. Las combinadas me van porque no me gusta decidirme por una cosa, prefiero la diversidad», afirma María Conte que, claro está, no tiene demasiado definido a qué quiere dedicarse en lo profesional. Enamorada del atletismo, sí apunta hacia un horizonte: «Me gustaría aportar mis conocimientos al diseño de zapatillas u otro equipamiento deportivo». Un máster de Oregón que conoció buceando por internet le abrió otra opción: «Se trata de diseño de material para personas con discapacidad o movilidad reducida, me pareció muy interesante». Hasta ahí. De momento, bastante tiene con sacar algo de tiempo para sus amigos entre los estudios y el atletismo. Ya llegará la hora de elegir... sin renunciar a nada.