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Celebración de la Eurocopa lograda por España en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia. Iván Calatayud

Valencia celebra otro triunfo histórico de la Selección

La Plaza del Ayuntamiento acogió a miles de aficionados que salieron a festejar la cuarta Eurocopa de España

Iván Calatayud

Lunes, 15 de julio 2024, 01:28

Y aquí no duerme nadie. O bajas a la calle a celebrar, o las bocinas de los coches se colarán en tu casa para recordarte lo especial de esta noche. Entre las mil calles que forman el centro de Valencia, es imposible encontrar un hueco ... en el que huir de banderas, claxons y cánticos de celebración. Tampoco quiere nadie. España es campeona de Europa por cuarta vez.

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Cuando la Plaza del Ayuntamiento te abre sus puertas, encuentras cosas que solo Valencia te puede dar: ruido, pólvora, fuego, felicidad y fiesta en forma de comunión. La gente está feliz. Ni un alma se va de esta plaza. No de momento. El Ayuntamiento y la fuente lucen los colores de la bandera nacional. En el centro del espacio de congregación, se ha habilitado un pequeño hueco desde el que se lanzará la pirotecnia. No ha llegado la hora punta y los castillos ya iluminan la noche valenciana.

Quien osa apartar la vista de los fuegos artificiales y decide observar a la gente, puede disfrutar de incontables miradas al cielo acompañadas de una sonrisa constante de miles de personas que no van a olvidar esta noche nunca. Algunos ya vivieron algo parecido hace años. La mayoría un par de veces, pero hay quien lo llegó a hacer en tres ocasiones. Algunos disfrutan hoy de su primera experiencia. Pese a esas diferencias, la celebración se lleva a cabo con las mismas energías por todos y cada uno de los presentes, y lo sienten como si fueran parte del último grupo mencionado: como si fuera la primera vez.

Se escuchan cánticos de todo tipo. El jugador más recordado fue Cucurella, uno de los nuevos ídolos del país. El «yo soy español» se adapta a diferentes melodías para ofrecer algo de variedad musical. Llega incluso a incluirse en el famoso «sala lala lalala», que lleva al suelo a todos aquellos que rodean a la voz cantante para, al unísono, saltar y tocar el cielo con gritos, empujones e incluso vasos voladores. También hubo tiempo para acordarse de nuestros rivales en la final: «es inglés el que no bote» o, incluso, «Gibraltar es español», reclamaba la afición de La Roja.

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No se extinguieron las bengalas en ningún momento de la noche por más que pasaban las horas. Se acompañaron incluso de carretillas y tracas, vitoreadas por un público sediento de celebración, a la que por cierto, se sumó algún aficionado de la selección inglesa a los que se abucheó en un tono siempre festivo y deportivo.

La temperatura en el Ayuntamiento era cada vez mayor, el aforo no parecía disminuir y la energía y ganas de fiesta crecían con cada cántico, con cada salto, con cada abrazo. La mayoría no se conocían entre sí, pero ahora eran hermanos viviendo una experiencia única. Lo que la madrugada de Valencia ha acogido es la continuación de una noche histórica para el fútbol y para los españoles.

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