Aitana Bonmatí, durante un partido con España. reuters
Opinión

La lucha del fútbol femenino, desigual

Las mujeres futbolistas han levantado la voz pero sus clubes siguen dependiendo de los ingresos de los equipos masculinos

Julián García Candau

Martes, 29 de octubre 2024, 00:03

No hay nada más castigado que la palabra, decía mi abuela Doloretes cuando presentía que ibas a pronunciar alguna inconveniencia. Ocurre ahora que si lamentas el asesinato de niños palestinos corres el riesgo de que te llamen antisemita aunque lleves años lamentando las atrocidades nazis; ... sucede que si reprochas a Vinícius sus actitudes de niño maleducado y provocador acaban calificándote de racista y cuando pones en cuestión alguna actitud de las profesionales del fútbol acabas siendo machista, pese a que siempre hayas estado a favor de sus justas reivindicaciones. Su lucha actual sigue siendo muy desigual. Los clubes dependen del fútbol masculino.

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Un centenar, o así, de jugadoras de fútbol han puesto su firma pidiendo a la FIFA que desista de los patrocinios de Aramco, empresa saudí. En el ambiente está el repudio de aquellas que proceden de países en los que no hay defensa de las libertades humanas, en las que se oprime sistemáticamente a las mujeres y, en genera, a las personas pertenecientes al colectivo LGTBI. Acusan también a Aramco de facilitar el cambio climático. La FIFA, que concedió a Qatar el pasado Mundial, también ha aceptado que el de 2034 se dispute en Arabia Saudí, de monarquía absoluta en la que el rey controla todos los poderes. Las jugadoras reclaman libertad para que mujeres y niñas puedan practicar el fútbol sin impedimentos.

Las futbolistas firmantes del manifiesto ofrecen datos sobre mujeres encarceladas y perseguidas. Aunque el escrito no tiene más firmas que las que se han dirigido a la FIFA, la idea es general y las muchachas que practican el fútbol de manera profesional no ocultan su rechazo a organizaciones como las aceptadas gracias a los millones de euros que ingresa cada año.

Los países del Golfo Pérsico Medio están tratando de blanquear sus políticas indefendibles en lo que corresponde a las relaciones personales. Ya hay carreras de automóviles, la Fórmula-1, torneos de tenis, ciclismo y sobre todo de fútbol en los que los patrocinios de Qatar, Bahrein o Arabia Saudi han invadido todas las parcelas deportivas que tienen trascendencia social y, especialmente, aquellas que cuentan con grandes espacios en televisión.

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Arabia Saudí, recientemente, ha montado un torneo de tenis con los seis mejores jugadores del mundo y entre ellos Rafael Nadal, que al margen de recibir entre otros premios una raqueta de oro macizo ha sido durante un tiempo una especie de embajador deportivo del país.

Las mujeres futbolistas han levantado la voz como han hecho en varias ocasiones en España. Sin embargo, no han contado con el apoyo ni siquiera moral de sus colegas masculinos. Incluso un jugador internacional como el madridista Carvajal no tuvo recientemente las mejores palabras para ellas.

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El fútbol femenino ha servido para que algunas internacionales hayan puesto pies en pared y se les haya comenzado a respetar mucho más que hace muy pocos años. No obstante, siguen teniendo en contra la ausencia de clubes auténticamente femeninos. La Primera División está en manos de las entidades masculinas. Los mejores equipos dependen de Barcelona, Real Madrid, Atlético, Levante, Real Sociedad, Athletic, Valencia y otros clubes de Primera masculina. El fútbol femenino ha tenido proyección y aprecio con la selección. Han sido las chicas las que han llevado aprecio y expectación. Lamentablemente, el campeonato no aporta miles de espectadores a los campos de su Liga. Solamente el Barça cuenta con tres o cuatro millares de gentes en sus graderíos. El Real Madrid-Atlético jugado en Valdebebas no llegó a los 3.000 espectadores. Por el contrario, hemos visto estadios como San Mamés hasta la bandera en momentos muy especiales. Pero en general los taquillajes son muchas veces simbólicos.

La protesta de las jugadoras por el patrocinio de Aramco y otras empresas, no puede tener toda clase de bendiciones porque las entidades que les pagan sus salarios cuentan entre sus proveedores económicos con patrocinios árabes. Algunos incluso figuran en las camisetas de las equipaciones oficiales. Unos acaban dando nombre al estadio y otros ponen el mensaje claro y rotundo de la compañía aérea de turno, Real Madrid, pongamos por caso, debajo del escudo. Una parte de sus salarios dependen de los dineros que llegan por medio de empresas del Golfo Pérsico. La pelea de las futbolistas es digna, encomiable, pero no tiene otra fuerza que la moral.

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