![Mundial de Qatar | La final del Mundial que se gestó en el Valencia](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202212/15/media/cortadas/deschampsargentinos-k68E-R3pCz0WYiRY4VHs3GETWpnK-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Que aquel Valencia es uno de los mejores equipos (con mayúsculas) de la historia del club no es ningún secreto. Entre Ranieri, Cúper y Benítez tejieron la añorada edad dorada de la entidad. Tres técnicos imprescindibles que, todo sea dicho, contaron también con mimbres de ... primera calidad. Futbolistas con calidad enorme pero también una personalidad que les llevó a la cima. Y ese gen competitivo y esa madera de líder ha generado una alta cuota de entrenadores entre los integrantes de aquellas plantillas. Sin ir más lejos, en la del curso 2000/2001 había tres futbolistas que este domingo pueden ser campeones del mundo.
Didier Deschamps eligió el Valencia como último destino antes de colgar las botas e iniciar una etapa como entrenador que le han llevado a liderar a la selección de Francia. Siempre con la sombra de Zidane como posible sustituto, la federación gala no ha tenido argumentos para sustituir al de Bayona: llevó a su selección al trono Mundial en 2018 y ahora está a un paso de revalidar el título, algo que sólo Brasil ha logrado en toda la historia.
Enfrente tendrá a dos de los argentinos que lideraban el Valencia con el que acarició la Champions en su último baile como futbolista. Scaloni echó mano de la magia y la sabiduría de Pablo Aimar desde que empezó a trabajar en las inferiores de Argentina. La personalidad de Fabián Ayala la incorporó después, ya casi para el salto a la absoluta, cuando la Albiceleste parecía perdida en la indiferencia futbolística pese a contar con el mejor futbolista del mundo.
Ambos le ponen el mismo sentimiento a los partidos que el que demostraron en su etapa en el Valencia. Son los escuderos de Lionel Scaloni, el seleccionador recibido con reticencias en Argentina porque su crédito era la labor realizada en las categorías inferiores. De ellas llegó con Pablo Aimar y luego se incorporó Ayala. Ese cuerpo técnico se ha ganado ahora el respeto no sólo de sus compatriotas, sino del universo futbolístico.
Generaciones bien distintas: Deschamps nació en 1968 y ya llegó al Valencia plegando velas. Venía de la Juventus y de haber sido campeón del mundo en 1998 con Francia. «Decías 'ostras', a pesar de que en aquel equipo ya había gente muy contrastada. Pero era un futbolista súper importante, que llegaba después de haber competido al nivel más alto y desde el primer día se le notaba que tenía jerarquía», señala Juan Sánchez, que estaba en aquella plantilla en la que coincidieron el hoy seleccionador francés junto a Aimar y a Ayala.
«Por la demarcación que ocupaba y por la personalidad que tenía, así como por sus dotes de mando, ya podías adivinar que tenía pensado dedicarse a ser entrenador», precisa el que fuera delantero del Valencia: «Con Ayala y Aimar era más complicado acertar lo que podían hacer en el futuro porque llegaron jóvenes». Habla de la temporada 2000/2001. Deschamps desembarcó en aquel verano y empezó contando con muchos minutos pero en la segunda parte de la temporada tuvo un rol más secundario. El central argentino también fichó ese verano mientras su compatriota aterrizó en el mercado de invierno.
Coincidieron sobre el césped un puñado de partidos: contra Osasuna, Sturm Graz, Real Sociedad... Mientras Deschamps acabó por no jugar, Aimar y Ayala sí participaron en uno de los éxitos más amargos de la historia del Valencia: la segunda final de la Champions, con Héctor Cúper como entrenador, y que se escapó contra el Bayern Munich en la tanda de penaltis.
Aquella fue la despedida de Deschamps del Valencia y del fútbol. Como entrenador estuvo en Mónaco, Juventus (la ascendió desde la Serie B tras el escándalo por el amaño de partidos) y Olympique de Marsella antes de desembarcar en la selección francesa en 2012. Fabián Ayala se había retirado sólo dos años antes mientras Pablo Aimar no colgó las botas hasta 2015.
«Quizás fue con el que más relación tuve por la demarcación que ambos teníamos. Éramos futbolistas técnicos y nos gustaba asociarnos, así que recuerdo con cariño aquella etapa», indica Juan Sánchez, que no percibió en Aimar esa vocación por los banquillos: «Entonces era muy joven para eso, pero ahora he tenido la oportunidad de charlar con él y por lo que percibo se siente muy a gusto trabajando con la gente más joven».
Se refiere a hace un par de años, cuando Pablo Aimar fue una de las atracciones del Cotif, a donde llegó como técnico de la Argentina que participó en el famoso torneo internacional de l'Alcúdia. El valencianismo aún recuerda al argentino como uno de sus héroes en la etapa dorada, en la que se cambió el regusto amargo de las finales de Champions por el éxtasis generado por las dos Ligas y la Copa de la UEFA.
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Entonces Fabián Ayala ya evidenció su vocación por seguir vinculado al mundo del fútbol más allá de su etapa como deportista. «En él sí se podía adivinar que quizás luego podría seguir dedicándose a esto. Le gustaba pasarse bastante tiempo comentando jugadas y detalles técnicos con Rafa Benítez. Tenían mucha química. Y además Fabián tenía esos dotes de liderazgo y personalidad», señala Juan Sánchez.
Tras su retirada, trabajó en la dirección deportiva de Racing Club de Argentina, antes de regresar al Valencia durante la etapa de Amadeo Salvo, entre 2013 y 2016. Ya no ha vuelto a trabajar en los despachos. Ha vuelto a bajar al pasto, esta vez para formar parte de la guarda pretoriana de Scaloni.
Y ahí ha vuelto a coincidir con Aimar. Con el que fuera habilidoso futbolista, que emocionaba a la afición igual que le pasa a él con cada victoria de Argentina. No lo pueden ocultar sus ojos enrojecidos por las lágrimas. Aimar sueña con pasar a la historia como Kempes, aunque sea desde el banquillo. Fabián Ayala, también. Enfrente tendrán a un equipazo capitaneado por Deschamps, aquel veterano con el que coincidieron unos meses en el Valencia de la edad dorada. Del mismo dorado que la copa del Mundial.
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