Esto ya no va de calendario, ni de tarjetas ni goles ni reglamentos ni competición. Desde hace días que cayeron como siglos sólo importa centrarse en salir de la crisis. Lo saben tan bien como cualquier otro Carlos Rabadán y Daniel Yuste, dos árbitros que ahora mismo tienen guardados en el armario los bártulos de pitar hasta nuevo aviso. El presente inmediato de estos dos valencianos pasa por estar al otro lado de la ventanilla en Sanidad: de esos valientes que en cada centro médico de este país tratan de cuidar la salud y apaciguar los ánimos de una población golpeada por el virus y sus incertidumbres.
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Así que Carlos Rabadán se quedó a las puertas de arbitrar otro clásico, un Inter Movistar-ElPozo Murcia en Madrid, cuando los diferentes organismos fueron cancelando competiciones en cascada. Él, con 17 años en Primera División a sus espaldas, anda sin tiempo de lamentaciones. «Claro que echo de menos la competición pero mi labor profesional me demanda ahora cosas mucho más importantes», zanja desde su domicilio en Benimámet. Con su labor profesional se refiere a su plaza de enfermero de Atención Primaria del Departamento Valencia-La Fe en el Centro de Salud Trinitat. Desde allí, entre otras cosas, va actualizando los protocolos y ofrece toda la información a sus compañeros siguiendo las órdenes que llegan de Conselleria. Sin descartar que, según la evolución de la pandemia, se produzcan traslados dentro de la Comunitat para echar un cable en zonas de mayor necesidad.
A Carlos, cuyo trabajo se concentra en la ciudad, le conoce bien Daniel Yuste por su afición al fútbol sala. A este árbitro de vocación temprana y muchos años de carrera colegial por delante (tiene 33) le tocó en suerte un Villarrubia-Mérida (5-1 local) como último partido dirigido antes del aislamiento. Es la cuarta temporada de Daniel Yuste en Segunda B, que viaja por toda España como un clásico ya de la categoría de bronce y entre tanto cambia el césped por la arena, porque es árbitro internacional de fútbol playa. Torneos por Turquía, Rusia, Portugal e Italia en sus cinco años de trayectoria dentro de la especialidad.
Las circulares del Comité Técnico de Árbitros y la Federación pueblan durante el confinamiento el correo de cada colegiado. Preparación física, conceptos técnicos e incluso una especie de «trivial» entre los envíos, «para que la cabeza siga de algún modo conectada al fútbol», resume Yuste, un médico de cabecera obligado a medir su tiempo al milímetro entre las consultas de Xàtiva y Ontinyent y los rigores del arbitraje profesional. Van cumpliendo ambos con las demandas de la Federación y sin ganas de «hacer quinielas» para ver cuándo volverán a la competición. Están centrados en dejar atrás esta situación. «En la clínica estamos concienciando a la gente. Trabajamos con mucha asistencia telefónica», apunta Yuste. «En nuestros centros hubo sospechosos que más tarde se confirmaron como no positivos», recuerda Rabadán. Una misión compartida, no sólo por ellos, es la de liberar de la mayor carga de trabajo posible a los hospitales.
Los dos con sus respectivas parejas en casa y aprovechando los descansos del trabajo para «estudiarse». Carlos Rabadán ha visionado varios partidos de Copa «repasando situaciones de juego de las que siempre se aprende»; Dani Yuste, a quien le tocaba arbitrar este próximo fin de semana pero todavía no tenía designación fija. «Se echa de menos el deporte, la competitividad, pero el Gobierno está siendo claro y es muy difícil de prever cuándo acabará esto. Cuanto mejor nos portemos, antes pondremos fin a esta situación», insiste Yuste.
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