Xisco Muñoz, el héroe compartido

Xisco Muñoz ha parado un par de meses, por obligación, en las Baleares. «Desde los 16 años no he tenido tanto tiempo para pasar con mis padres», valora a pesar de que su mujer y sus hijos se quedaron en La Coruña al inicio del estado de alarma. Está aprovechando también para sacarse la certificación federativa del título de entrenador. Lo hace online después de su primera experiencia en un banquillo, el del Dinamo Tbilisi georgiano: «A los futbolistas siempre les resalto lo difícil que es ganar cada semana. Yo no puedo quejarme de lo que he vivido».

Y su carrera, desde luego, ha tenido los momentos más exitosos en las dos orillas futbolísticas de Valencia. Xisco Muñoz, en el inicio de este siglo, fue héroe compartido por blanquinegros y granotas. Dio las dos asistencias del partido en Sevilla (0-2) donde el club de Mestalla ganó la Liga. Años después y tras una agridulce etapa en el Betis, recaló en el Levante del milagroso ascenso de 2010. Marcó el segundo tanto, espectacular, del día en que el club regresó a la élite y, posiblemente, se salvó de la liquidación.

«La verdad es que tanto en el Valencia como en el Levante viví años maravillosos», reflexiona Xisco Muñoz, que recuerda con cariño ambas etapas, las dos plantillas y los entrenadores que le dirigieron, Rafa Benítez y Luis García. «¿Las fiestas? Una vez pasadas las dos, no sé con cuál quedarme», proclama el exfutbolista antes de estallar en una sonora carcajada.

De la etapa en el Valencia destaca que era un equipo trabajador. «Creció mucho ese año. Era una plantilla en la que todos se sacrificaban por el grupo», indica Xisco Muñoz, que se había quedado en el primer equipo tras haberse formado en la cantera y salir cedido al Recreativo y al Tenerife. Recuerda que el presidente, Pedro Cortés, la dirección deportiva y el propio Rafa Benítez apostaron por que se quedara en la primera plantilla de la temporada 2003/2004.

Al final del curso disputaría en Liga 708 minutos repartidos en 22 encuentros. Fue titular en Sevilla. «Al final Benítez consiguió tener un grupo de 16 o 18 jugadores enchufados. Estabas preparado porque igual te tocaba disputar un partido donde se podía ganar la Liga o una semifinal de UEFA. Y eso es complicado porque en los equipos suele haber titulares y suplentes», resalta.

«Se hizo un grupo muy chulo, aquel año aprendí mucho. Albelda, Cañizares, Aimar, Ayala... había gente que nos hacía madurar en el campo. Y si luego le juntas que Rafa tenía las cosas muy claras con la ambición y el sacrificio... se dio todo», subraya.

El curso siguiente repitió en el Valencia antes de irse al Betis. Allí llegó a disputar Champions, UEFA y descendió a Segunda. Tras esa amarga campaña se marchó al Levante, donde llegó con la Liga 2009/2010 de Segunda ya iniciada: «Buscaba una salida. Cambié el chip y me encontré con uno de los años más maravillosos de mi carrera».

Recuerda la reacción en enero y el milagro de acabar ascendiendo. «A veces lo personal es más importante y el equipo se unió en el mal momento. Encadenamos victorias, se empezó a creer que era posible... Teníamos una defensa de guerreros que por allí no pasaba nadie y a nivel ofensivo estábamos en plan 'destroyer'», explica Xisco. Y se consiguió. «Luis nos llevó hasta el final. Después de las celebraciones, costó lo de la despedida, que fue muy emotiva. Ha sido uno de los mejores grupos de mi carrera», subraya. Siempre quedarán el recuerdo y las felicitaciones navideñas de Gorka Larrea