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Enrique Allhambra, el valenciano que enciende la mascletà de la nueva hornada de paralímpicos

«Soy fallero y me encanta la pirotecnia. ¿Si puedo lanzar masclets? Tengo los diez dedos. También he ido en bici de montaña», comenta el nadador, que debuta en unos Juegos

Domingo, 4 de agosto 2024, 01:01

A Enrique Alhambra lo tiraron a la piscina casi al nacer: «Tendría 6 u 8 meses». Entonces sus progenitores no pensaban en que pudiera competir, sino en que el chiquillo aprendiera a nadar pronto. Tampoco percibieron aún la distrofia periférica que le obliga casi a ... hacer malabares oculares para ver algo. De esto se dio cuenta una maestra. Aquellos dos momentos fueron el punto de partida del que posiblemente sea la punta de lanza de la nueva hornada de deportistas adaptados de la Comunitat.

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El valenciano de 20 años debutará en unos Juegos Paralímpicos en París, pero ya colecciona medallas internacionales. Lleva más de una década compitiendo, casi desde el momento en el que en casa percibieron la enfermedad visual que padece y que es degenerativa. «Pero va muy lento, posiblemente esté toda mi vida como ahora», matiza. Sus padres le regañaban por acercarse demasiado a la televisión, pero fue aquella docente, que se dio cuenta de una conducta extraña, la que dio la voz de alarma: «Siempre me ponía al principio de la clase y en uno de los laterales. Eso me cuentan, porque yo apenas me acuerdo. Parece que era para poder ver la pizarra».

Enrique Alhambra tendría entre 8 y 9 años. Entonces ya estaba en el Valenciano de Natación, pero ante la enfermedad visual que le habían diagnosticado, la familia acudió a la ONCE. «Fue allí donde me hablaron del deporte adaptado», señala. Y el momento en el que exploró el deporte como competición. Claro está, como llevaba toda la vida en la piscina, el agua se le dio bien.

Además, se entrenaba en la piscina de Carpesa, con deportistas convencionales. Esto implica más competencia que si se ejercita sólo con adaptados, donde hay menos nadadores. De hecho, Enrique Alhambra participa en todo tipo de competiciones. «Mi desventaja es visual, y eso me condiciona en el viraje. Ahora lo tengo más controlado», precisa.

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Pero es que Enrique Alhambra tiene esa capacidad de adaptarse. Lo demuestra con su otra gran pasión: las Fallas y, en concreto, la pirotecnia. «Me encanta, donde veas fuego, allí estaré», afirma. «¿Si puedo lanzar masclets con la vista que tengo? Aún conservo los diez dedos de las manos», responde a la pregunta con algo de sorna: «También he ido en bicicleta de montaña». Antes de centrarse en la piscina jugó a frontón y ha hecho en alguna ocasión snowboard.

Pertenece, como el resto de su familia, a la comisión Benicalap-Carbonell, y las fiestas josefinas son la única razón por la que puede llegar a perderse una competición: «Sólo si no es muy importante y en año en el que nos estemos jugando una mínima. Por suerte esta vez han caído bien, nadaba la semana de antes y también la de después».

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Con las Fallas disfrutadas, Enrique Alhambra está al 100% centrado en los Juegos. Ha estado unas semanas en Sierra Nevada y ya se halla en la recta final del que será su debut. «Quiero ir a hacer lo mejor posible, pero ya me han dicho que los primeros son especiales. Que los disfrute al máximo», señala. Ha estudiado un módulo para acceder a Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, que cursará desde septiembre en la Universitat de València. Pero es consciente que antes, en París, todas las miradas se centran en él. Y no le molesta la presión cuando se le recuerda que es esa punta de lanza de la nueva hornada.

Por ejemplo, cuando acude a entrenar a Campanar, observa con admiración a Ricardo Ten: «Hace lo que quiere». Sabe que le quedan muchas brazadas para convertirse en un referente de tal magnitud, pero afronta con optimismo estilos Juegos de París. «En Valencia tenemos nadadores adaptados en los que fijarnos. Por ejemplo, David Levecq, que ha estado en cinco Juegos... ahora ha llegado nuestro momento», apunta Enrique Alhambra.

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De cara a esta primera comparecencia paralímpica, Alhambra no quiere imponerse la presión, pero tampoco huye de ella. «Las medallas son un objetivo que se marca cualquier deportista, y por lo que entrenamos cada día. Hay que tener en cuenta que la competencia es cada vez mayor», señala. Sus rivales piensan lo mismo. A nadie le extrañaría que acabase con una, incluso con varias medallas, sus primeros Juegos.

Manchester como punto de partida

Ya hace algún tiempo que se habla de Enrique Alhambra como savia nueva del deporte paralímpico valenciano. El nadador quizás se consagró de forma definitiva en 2023, y más en concreto en el Mundial de natación celebrado en Manchester. Allí se colgó tres metales y, además, en disciplinas donde volverá a lanzarse a la piscina en los Juegos Paralímpicos de Tokio. Fue medalla de bronce en los 100 metros mariposa en su categoría, que es la S13. El cambio de estilo, a la espalda, pero en la misma distancia le permitió subir un escalón en el podio para llevarse la plata. Además, se llevó otro tercer puesto, esta vez al formar parte del relevo 4x100 libre. Este verano en París quizás también vuelva a competir por equipos, pero al cierre de esta edición esta era una posibilidad. Donde sí tiene previsto estar Enrique Alhambra es en las dos pruebas individuales donde consiguió medalla en el Mundial e Manchester. Esto lo completará con una tercera prueba, la de los 50 libre.

Otras dos bazas para la Comunitat en la piscina

La natación paralímpica valenciana ha dado alegrías en forma de medallas a lo largo de la historia. Fuera de concurso están los ocho podios conquistados por Ricardo Ten antes de pasarse al ciclismo. También quedan para el recuerdo las cinco platas del incombustible David Levecq. A esto hay que añadir dos bronces, los de Londres 2012 que se colgaron José Antonio Marí y Ariadna Edo. La castellonense será una de las nadadoras que estarán en los Juegos de París. Junto a ella, a la capital francesa acudirá Eva Coronado, natural de Aldaia. Son dos deportistas de una nueva generación donde la punta de lanza parece ser Enrique Alhambra al haber subido ya al podio en un Mundial.

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