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Como típica hermana pequeña, Belén Guillemot emulaba cada paso que daba la hija mayor de sus padres. Así se dispuso con tres añitos a recibir en el cole su primera extraescolar: gimnasia aeróbica. Y hasta ahora.
En 2017, en su debut en el Europeo, se llevó el oro a su casa de Valencia. Por aquel entonces ya era la gran dominadora nacional de la disciplina. Ahora su mente está en mayo. El Mundial de Bakú le espera. Volverá Belén a Azerbaiyán, un país al que curiosamente el deporte le ha llevado hasta en dos ocasiones.
Rusia, Rumanía, Japón o Bulgaria son las principales potencias de un deporte que en España aumenta no sólo en número de personas que lo practican, también en calidad: «Cada vez la estructura está más profesionalizada, en mi club mismo veo cómo están las niñas y niños que suben y estoy convencida de que hay futuro». Belén ha crecido bajo la batuta de Cristina Pérez, del Abetmar de Burjassot, y junto a su eterna sonrisa le ha acompañado una disciplina bárbara. Además del intenso entrenamiento, trabaja como camarera. También acumula experiencia como entrenadora en diferentes escuelas.
Actualmente cursa el último curso del grado de Gastronomía. «Me gusta la nutrición y cuando fui a matricularme en la Universidad, vi que habían implementado ese grado en Valencia y me animé», explica. Ciencia, tecnología y técnicas para impulsar empresas alimentarias son algunas de las bases de una carrera en la que ahora piensa formarse, quizás con un posgrado, hacia «la parte de calidad y seguridad alimentaria». La alimentación y todo lo que conlleva es algo que tomarse «muy en serio», tan importante es una buena nutrición como el entrenamiento. Y nadie más consciente de ello que Belén.
Mientras, sigue enrolada en el proyecto de su vida: la gimnasia aeróbica. Anhela ir a unos Juegos. «Es lo que nos falta, pero bueno, al menos tenemos los Europeos», dice siempre optimista. Belén es de las que disfruta con ese gusanillo antes de empezar a competir. Y es ahí, en el calentamiento, justo en ese momento, cuando más disfruta de su soledad. Toma los cascos y se pone música. ¿Sus preferencias?: «ABBA o Joaquín Sabina», afirma.
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