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El Alinghi y el Oracle, en una regata en Valencia. afp

Las opciones para convencer al New Zealand y atraer la Copa América

Valencia resurge pese al rechazo de Compromís y el jarro de agua fría que supuso para Málaga el anuncio del Gobierno de que no pondrá dinero

Viernes, 4 de marzo 2022

La elección de la sede de la Copa América de 2024 se ha convertido en un enorme culebrón con varios argumentos que deben confluir en un mismo desenlace, ya no se sabe cuándo. Porque a estas alturas nadie estaría dispuesto a apostar una importante suma de dinero por que el 31 de marzo, como así está estipulado, el Team New Zealand anuncie oficialmente dónde se celebran las regatas. Valencia lleva meses en un no pero sí, sí pero no, que acaba de abrir una nueva etapa con la entrada en escena del socialista Joan Calabuig. Todo un gesto del PSPV en la Generalitat, que, una vez más, trata de desmarcarse de la postura de sus socios de Compromís.

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Es precisamente esta formación política la que más alto y claro ha mostrado su rechazo al evento. Lo ha hecho el alcalde de Valencia, Joan Ribó, y el concejal y teniente de alcalde, Carlos Galiana, durante el debate de la moción presentada por el PP a finales de febrero. Ribó, por cierto, presenta su propio trampantojo dialéctico cuando afirma que la ciudad cederá instalaciones pero no dinero: la realidad es que no ofrece nada, pues las instalaciones en tierra de 2007 y 2010 están actualmente ocupadas y se han previsto otras nuevas en un suelo que depende de la Autoridad Portuaria, en la Marina Sur.

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El evento, como ocurrió en 2003 con el empeño de Manuel Casanova, tiene como gran valedor al Real Club Náutico de Valencia, que ve de nuevo una oportunidad de proyectar al mundo la ciudad y sus bondades para los deportes en el mar. Sus movimientos en este proyecto los canaliza desde hace ya más de un año el gerente, Carlos de Beltrán, hombre de más que contrastada experiencia en Copa América a pesar de su juventud.

El Náutico ha tejido su propio proyecto, con dos alternativas para las bases en la Marina Sur y con campos de regatas muy similares a los utilizados en las dos ediciones de Valencia. Este no es un problema, pues todas las mediciones técnicas se realizaron para confeccionar la primera candidatura, para la que trabajaba el abogado Luis Sáenz Mariscal. No se puede esperar ahora guiños del letrado que hoy es la mano derecha de Grant Dalton, el jefe del Team New Zealand.

Sáenz Mariscal es un asesor del defender y está monitorizando los movimientos de cada candidatura. Silencioso, exigiendo confidencialidad a todas las ciudades interesadas en la Copa América, toma decisiones sin que le tiemble el pulso, algunas definitivas (pocas) y otras marcándose algún que otro farol. Valencia, sirva de prueba, ha sido descartada dos veces y sigue en la batalla por el evento de 2024.

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Al Team New Zealand se le ha planteado un problema y quizás haya perdido el mango de la sartén que siempre ha tenido tradicionalmente el defender: sólo hay un destino que paga lo que le piden y es justo el que por varios motivos de peso de sobra conocidos está más o menos descartado, Yeda. Cork no resulta atractivo frente al sol, playa, ocio y gastronomía de España. Entonces, ¿quién quiere 'comprar'? ¿Las sedes o el equipo defensor de la Jarra de las Cien Guineas?

La partida de póquer, por lo tanto, la juegan ya todos con cartas marcadas y no sólo el defender. Ya no vale el 'son 80 millones y una serie de condiciones, lo tomas o lo dejas'. Quizás el Team New Zealand sea ya consciente de que deberá bajar el canon. Y en el PSPV han visto esa debilidad, la de Málaga y la fuerza de los apoyos que tiene la llegada de la Copa América a un precio razonable: empresarios, taxistas, hosteleros… todo el sector servicios que representa un enorme vivero de votos a año y poco de los comicios económicos.

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Ximo Puig ha entendido que no puede permitirse que otra ciudad española anuncie que es sede de la Copa América tras conseguir una jugosa rebaja en el canon. Y más si esa es Málaga, gobernada por el popular Francisco De la Torre, con el resto de instituciones autonómicas también en manos de la derecha. El Gobierno le dio oxígeno al negárselo en público a la opción andaluza. Se ha ganado algo de tiempo pero hay también una doctrina bien clara: se pondrá dinero público encima de la mesa si se aporta también capital privado.

Este de momento no le llega, ni a Valencia ni a Málaga, que han tocado prácticamente las mismas puertas: multinacionales españolas, principalmente las que suelen invertir en náutica y las que no, también. El problema, de nuevo el sí pero no: ninguna quiere ligarse a una de las ciudades por escrito, pues tienen intereses en ambas y no quedaría elegante decantarse por una si ambas se mantienen la carrera por seducir al Team New Zealand.

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