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David Bruixola, durante el partido frente al Torrelavega donde el Fertiberia certificó su ascenso a Asobal. pepa conesa
El patito feo se convierte en el guardián espartano

El patito feo se convierte en el guardián espartano

«Me encanta el deporte, pero soy malo en todos. Empecé de jugador y me pusieron de guardameta, creo que porque ocupo mucha portería», afirma El veterano Bruixola medita retirarse tras subir al Fertiberia

MOISÉS RODRÍGUEZ

VALENCIA.

Martes, 11 de junio 2019, 00:47

David Bruixola acabó de portero de balonmano casi por descarte. «Cuando lo deje, supongo que le dedicaré el tiempo a la bici. Me encanta el deporte, pero soy muy malo en todos», bromea el veterano guardameta -va camino de los 41- que acaba de ascender a Asobal con el Fertiberia. Probó en 8º de EGB, en su colegio de Tavernes Blanques. «Al principio era jugador, pero imagina cómo era que el entrenador me dijo que me pusiera... imagino que porque soy grande y era el que más portería ocupaba», desliza.

Aquel patito feo del deporte en general y del balonmano en particular mutó en cisne. Rápidamente se fijaron en él varias escuelas de balonmano de la ciudad. «Me llamaron del Marni y mis padres sólo me permitieron ir allí porque estaba cerca de casa», precisa. Bajo los palos encontró su sitio. «Se me dio bien lo de recibir balonazos», bromea. Llegó a ser internacional, disputando un Europeo como juvenil y un Mundial en la etapa junior.

El salto a la élite lo dio en el BM Valencia. Después de que desapareciese el glorioso Avidesa Alzira, aquel proyecto mantuvo vivo el balonmano de la Comunitat en la máxima categoría. El Marni era filial y él empezó a entrenarse con el primer equipo siendo juvenil. Vivió las etapas de Airtel, Eresa y Vamasa antes de que el club echase el cierre, y entonces le llegó la propuesta para irse a Cuenca, en División de Honor B. «Allí estuve dos años y aproveché para sacarme la oposición para policía nacional», recuerda.

Lleva años compaginando los entrenamientos y partidos con su trabajo de policía nacional

Cuando llegó el momento de ir a recibir la formación en la academia de Ávila, le llegó la propuesta del Puerto de Sagunto, el hoy Fertiberia, entonces en Primera Nacional. Aquello fue en 2007 y aceptar la oferta exigió un compromiso extra para David Bruixola. «Yo quería seguir en el balonmano, pero estaba interno. No podía entrenar y cada viernes me tocaba ir por mis medios a Puerto o a la ciudad donde jugásemos», relata. Dos ascensos hasta Asobal y sus buenos porcentajes le convirtieron en el guardián de los espartanos, nombre de los premios que cada año entrega el Fertiberia a final de temporada.

Este es especialmente glorioso para el club, pero trascendental para su veterano portero. «Hace unos días tenía decidido dejarlo, había pensado que era el mejor momento dejando al equipo en Asobal. Ahora tengo que meditarlo con Clara», expresa. Su pareja. Quieren ser padres, y dedicar tiempo a la familia.

Pero el gusanillo sigue vivo. Como hace dos años, cuando tras una de sus mejores temporadas en Asobal fue convocado por la selección de balonmano playa. Se proclamó campeón de Europa, pero él recuerda especialmente la concentración previa: «Tres horas mañana y tarde entrenando bajo el sol, mientras la gente se estaba bañando». Pero fue glorioso, como la tarde del domingo en el OVNI. David Bruixola se siente satisfecho por el trabajo bien hecho y sólo sus compañeros espartanos pueden reclutarle para una nueva misión. Están en ello.

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