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Jaume Masià tiene una carrera de tregua. El Gran Premio de la Comunitat. ¿Quién lo iba a decir hace sólo unos días? ¿Y quién podría ... haber previsto algo así antes de verano? Esas dos preguntas, sobre todo la segunda, pueden haber definido el futuro del flamante campeón del mundo de Moto3 para 2024 y 2025. Porque el de Algemesí y su entorno tuvieron que tomar una decisión de futuro cuando estaba aún lejos del liderato y, por tanto, no tenía la capacidad de negociar ni de elegir con la que contaría ahora tras u éxito en Catar. Ahora, sin embargo, toca descansar un par de días, martes y miércoles, donde se ha programado una cena con el Leopard por Valencia. El resto de las horas las ha ocupado, desde que llegó a la estación Joaquín Sorolla, a comprarse el traje de la gala de entrega de premios del domingo y a dedicar algo de tiempo a su gente más cercana.
De jueves y, sobre todo, a domingo, toca disfrutar. Pasar sus últimas horas con el Leopard, el equipo que define como una familia. Faltaba convencer a Christian Lundberg, un gurú de la aerodinámica, de sacrificar ciertos retoques de la moto para que el piloto fuera más cómodo y todo ha fluido en esta segunda mitad de 2023. Pero el cuento de hadas se acaba y desde el martes empieza la dura realidad de subir a Moto2, en un equipo nuevo y que, además, de partida no va a estar entre los punteros de la categoría.
La frase que ha repetido tanto Jaume Masià padre en las últimas horas tiene mucho más sentido del que parece: «Nos planteamos el año a aprender y hacer algún resultado, que eso nos relanzaría». Eso de cara a final de 2025, para cuando está previsto que se abra el mercado de MotoGP porque expiran la mayoría de contratos. Siempre hay puerta de acceso a la categoría reina para quien la rompe, como le va a pasar a Pedro Acosta, pero la lógica dice que el primer año de Moto2 es para aprender… y sufrir. Que se lo digan a Izan Guevara, campeón de Moto3 en 2022 y que lleva un año de via crucis mientras Dixon, su compañero en el Aspar Team, ha estado peleando por podios y victorias.
Pero es que Masià, además, no va a estar en una estructura de las mejores de la categoría, como puede ser el Aspar Team. No. El valenciano formó por el Pertamina Mandalika SAG Team, con el chasis dominador Kalex, pero uno de los equipos con los resultados mas modestos de la categoría intermedia: el neerlandés Bernsneyder sólo ha sumado 30 puntos mientras el japonés Hada lleva 4,5. Es el penúltimo en la clasificación de equipos, sólo por delante del Forward Team, donde el valenciano Álex Escrig sumó tres milagrosos puntos en Sepang y el norteamericano Kelly rescató otro en Indonesia, con una moto que según dicen Acosta (amigo de Escrig) definió como «una cafetera».
¿Y por qué firmó Masià por un equipo tan modesto y con tan malos resultados? Muy sencillo: porque quiso atar su futuro antes de irse de vacaciones de verano, cuando Daniel Holgado era líder sólido de Moto3 y, aunque el de Algemesí ya había dado muestras de poder pelear el título, estaba lejos. El de Algemesí tenía claro que quedarse un año más en la categoría pequeña no era ya una opción. Igual que en 2022 todos le aconsejaban que esperase otra temporada a dar el salto, esta vez se mostraron de nuevo unánimes, pero en el mismo sentido. Y el propio Masià no deseaba por nada del mundo otro curso más de carreras locas y a cuchillo.
Por eso, con el cartel de piloto ya veterano (pese a los 23 años que tenía ahora) y sin la carta de presentación de líder del certamen, agarró la opción que le pusieron encima de la mesa, que además le aseguraba una moto para dos temporadas. ¿Y qué pasa ahora? Pues que al campeón del mundo se lo rifan varios equipos de Moto2 sin que haya demasiadas opciones de romper el contrato… sin pagar una importante suma ahora. Ahora, porque sí hay una cláusula de salida de cara a 2025.
El piloto y su entorno, por ello, tienen claro el relato y, lo más importante, la estrategia: lo más inmediato es disfrutar del GP de la Comunitat sin presión y lo siguiente, el martes, realizar el primer test con la Moto2. ¿Y después? Pues lo primero, tomarse un par de semanas de merecidas vacaciones para luego ponerse en manos de Carlos Iborra, su preparador físico: necesita ganar tres o cuatro kilos y mejorar la calidad muscular de cara a manejar una montura más pesada que la actual.
Y seguir trabajando, tanto en esto como en esperar una opción invernal. Por si llega. Porque Jaume Masià sabe que en el Pertamina Mandalika SAG Team no va a tener la presión de los resultados inmediatos, podrá aclimatarse a la categoría y, si llega la oportunidad, se ve preparado para dejarse ver en el grupo delantero y mostrar su potencial. Y cuando llegue la primavera y el verano, aguardar una alternativa de contar una moto con la que pelear por los podios y el campeonato en 2025, de cara a llamar a la puerta de MotoGP. ¿Es esto un nuevo cuento de la lechera, como cuando fichó por KTM Ajo ante la opción de estar en una escalera hasta la categoría reina? Esto sólo el tiempo, pero también la pista, lo dirá. Y Masià lo sabe porque ya lo ha experimentado durante su prolongado camino hasta ser campeón del mundo de Moto3.
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