![Joan Mir acciona la traca que se lanzó tras la carrera de MotoGP del GP de la Comunitat.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202011/15/media/cortadas/mirpirotecniados-R5gNL5rFUCyxuk6Zcd4aMVK-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Joan Mir fue la mejor medicina para la depresión que ha invadido este año el Circuit. A Cheste le ha faltado el alma, esos latidos que ponen 100.000 aficionados desde las gradas, pieza indispensable de un evento que desde hace ya muchos años ronda siempre la perfección. En medio de ese silencio que sólo interrumpían los motores, sobre el asfalto del Ricardo Tormo, terminó de alumbrar la nueva estrella de MotoGP. El balear, después de sólo cinco años en el Mundial, triunfó en la clase reina. Es Joan I de Cheste, porque se convierte en el primer piloto que llega a la cima de la velocidad sobre las dos ruedas tras haber pasado por la Cuna de Campeones.
Por eso, Juan Mir, padre del nuevo campeón, repartía abrazos a la gente del Circuit que ha tenido el privilegio de formar parte de las 1.200 personas necesarias para celebrar un GP. Y por ello el propio piloto se mostró sumamente agradecido a Julián Miralles, por endosarle aquella XL 160 indomable sobre la que se convenció que todo es posible si se trabaja.
Hacía tres años que un título no se decidía en Cheste (desde Márquez en 2017), y Joan Mir se convierte en el campeón número 17 que consigue el Mundial en el Ricardo Tormo. Entre ellos, Maverick Viñales, en 2013, que se impuso en la batalla final por la corona de Moto3 a Álex Rins, hoy compañero de equipo del mallorquín. Y antes, al caerse, perdió sus opciones el malogrado Luis Salom, que también pasó por la Cuna de Campeones. Joan Mir le dedicó su primera victoria mundialista, también en la categoría pequeña, a lomos de la Leopard.
No ha pasado tanto desde entonces. Poco más de cuatro años, porque la carrera de Mir ha sido meteórica. Llegó al Mundial, ganó la temporada siguiente en Moto3 y pasó sólo una en la categoría intermedia. «Me gustaría haber corrido una más, pero las condiciones no eran las mejores», apuntó ayer. Lo reclutó Suzuki para un proyecto a medio plazo en busca de un sucesor de Kenny Roberts Jr, hasta ayer el último en reinar con la marca japonesa. Queda ya lejano ese 2000, con el Circuit de Cheste recién inaugurado. El norteamericano logró en Valencia un importante segundo puesto con el que afianzaba su liderato en 500 a falta de tres carreras.
A Joan Mir se le vio abrazado a Franco Uncini, otra leyenda de Suzuki, campeón de 500 en 1982. Tiempos en los que Cheste era sólo un sueño y la Cuna de Campeones no estaba ni en la mente de los más visionarios. Más sencillo pareció la manera en la que el balear amarró definitivamente el título de MotoGP.
Salvó el siempre incómodo trámite de la salida y estuvo en puestos de proclamarse campeón desde la primera vuelta. Le facilitó el trabajo la caída de Quartararo. También Viñales quedó atrás y su compañero, Álex Rins, no pudo progresar más allá de la cuarta posición. Cuando superó a Aleix Espargaró, dio la sensación de que Mir había hallado un puesto confortable donde llevar la moto hasta la bandera a cuadros. «Para nada, he tenido sustos todo el rato, pero hemos hecho el trabajo», señaló el campeón.
«No sé si reír o llorar, me siento muy feliz, porque cuando vas persiguiendo un sueño toda tu vida y al final lo logras no eres capaz de asimilarlo a la primera. He conseguido aquello por lo que llevo trabajando desde pequeñito, desde que tenía 10 años», exclamó Mir, que acabó séptimo, entrando a meta con Dovizioso.
«Es brutal. Cuando firmé por Suzuki no esperaba tener esta oportunidad tan pronto. La carrera se me ha hecho eterna. Hasta que me han puesto el 'Ok' en la pizarra no he estado tranquilo. Aunque no he conseguido llegar al podio, estoy contento porque he dado el 100%», afirmó el piloto, ambicioso.
«Espero que a toda la gente que lo ha estado y lo está pasando mal le pueda haber alegrado un poquito la vida», señaló, en referencia a quienes más sufren por la pandemia, el cuarto español en ganar la clase reina tras Crivillé, Lorenzo y Marc Márquez.
A Joan Mir se le preguntó qué tiene Palma de Mallorca para dar grandes campeones como Rafa Nadal o Jorge Lorenzo. «No lo sé, pero es cierto que somos una 'islita' con una gran cantera deportiva. Igual es el aire, la brisa marina», bromeó. El ADN Mediterráneo, como el del gran Ricardo Tormo, que da nombre al circuito donde se curtió y en el que se coronó. Cómo no, fue él quien accionó la traca que homenajeó a quienes le aclamaron desde casa.
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