Sito Pons se valencianiza

Ese era el objetivo en 2016, cuando el de La Pobla de Vallbona y el de Corbera ya compartieron box en el Mundial. Entonces la situación de ambos era muy diferente. Coincidieron en el extinto Estrella Galicia 0,0 de Moto3, el primer escalón en el Mundial de la estructura de Monlau, dirigida por Emilio Alzamora. Entonces Jorge Navarro era ya un piloto experimentado a quien exigían que luchase por el título y Arón Canet todo un 'pipiolo' en el campeonato.

Llegaba como lo que es: un piloto agresivo, un torbellino, rapidísimo y que peleó por el título en el FIM CEV. Una caída le causó una lesión por la que sumó dos ceros en Jerez. Aún así, todavía mermado, corrió en el Ricardo Tormo con opciones matemáticas de ser campeón. Aquel final de campaña, sabiendo ya que era piloto del Mundial, resume la carrera del de Corbera.

Ahora el piloto de la Ribera también tiene presión. Fue en 2020 rookie del año en Moto2 después de haberle peleado el título en Moto3 a Dalla Porta con una moto claramente inferior. Un año antes había maravillado al mismísimo Max Biaggi (a quien curiosamente también dirigió Sito Pons), su team mánager. En 2019 su etapa en la categoría pequeña estaba acabada, pues Canet llevaba ya tiempo entrenándose con una 600.

Lo captó Jorge Martínez 'Aspar', quien le firmó un contrato para dos temporadas. En la primera destacó hasta la caída en Le Mans en la que se destrozó la mano. Esto le llevó a jugarse hasta la última curva el título de rookie del año. Lo hizo con otro valenciano, Héctor Garzó, a quien precisamente los fichajes de Canet y Navarro le obligan a replantearse su futuro lejos del box de Moto2 del Pons Racing.

Este año Canet ha conseguido dos podios con el Aspar Team. Pero como en 2019, el valenciano lo tenía claro: quería una Kalex, el chasis que suele copar el podio esta temporada, de cara a 2022. En la escudería valenciana le pidieron paciencia, pero el de Corbera quiso resolver su futuro antes de las vacaciones de verano.

Jorge Navarro esperó más. En cierto modo, los caminos de ambos valencianos no se han separado tanto tiempo. Compartieron box en 2016, pero ahora llevan año y medio conviviendo desde la distancia. A golpe de telemetría, pues corren con el mismo chasis, el de Boscoscuro: Navarro porque corre en el equipo oficial y Canet porque es el que lleva el Aspar Team.

Al piloto de La Pobla de Vallbona, metódico, le ha gastado más de una mala pasada la presión que él mismo se impone. Si Canet es a veces demasiado impulsivo, Navarro se pasa de reflexivo. Su actual equipo tiene fama de familiar en el paddock y ya le respaldó en su adaptación a la categoría en 2017. Pero la pandemia le ha lastrado.

Quizás sea ese parón o un cambio en los neumáticos a última hora en el Mundial al esprint de 2020... independientemente de las causas, los resultados pesan como losas: podio en Cheste en 2019 y desde entonces, el desierto... hasta Silverstone hace dos fines de semana. El pasado, en Aragón, volvió a brillar y discutió el podio a las Kalex hasta el final.

Navarro sabe que en el Pons Racing el mayor trozo de pastel llamado presión es para él. Tras cuatro años en Moto2, sólo puede tener un objetivo: el título. «Estoy deseando empezar», declaró cuando se anunció hace unos días su fichaje.

También llega, como Canet, a un equipo necesitado. El título de Jordi Torres en MotoE es pedrea. Caza menor. El último campeonato de tronío conseguido por el Pons Racing data de 2013: Pol Espargaró en 2013. Demasiado tiempo y Sito Pons sabía que debía hacer una apuesta decidida. Y para ello, ha recurrido a la Comunitat.