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Francesc Xavier 'Puchol II', el pilotari de la modernidad

El de Vinalesa ha dominado el deporte autóctono durante casi una década en la que a nivel de títulos se ha colocado a la altura del mítico Paco Genovés

Lunes, 8 de julio 2024, 01:14

Hay un vídeo añejo, de tiempos de Punt2, así que imaginen, y que de vez en cuando reaparece por los fotos de pilota en los que un niño sonriente asegura que su sueño es llegar a lo más alto en el deporte autóctono. Ese chiquillo es, hace como un cuarto de siglo, Francesc Xavier, o Xavi, o como conocieran por aquel entonces a Puchol II. En esos tiempos era otro chaval que un día te decía que quería ser futbolista y otro pilotari. Hoy se ha convertido en el mito de la vaqueta que representa la modernidad.

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Para ello tuvo que vivir esos días de fin de semana trepidantes en los que llegaba a la cancha de pilota con las piernas polvorientas. Antes había disputado un partido de fútbol en terrenos de juego de tierra, cuando aún no se había generalizado la instalación de césped artificial y la hierba natural era prohibitiva para casi todos los municipios. Compaginó el balompié con la pilota, pulso donde en la mayoría de los casos el pez grande suele engullir al chico.

En el caso de Puchol II el riesgo era menor por lo que su propio nombre profesional indica: en casa se ha hablado de pilota desde que él era un bebé. Javier Puchol, su padre, fue un más que notable pilotari que convivió con los Fredi, Eusebio… y Paco Genovés. Ni en los mejores anhelos de esta casa de Vinalesa podrían haber previsto que a día de hoy ese niño que fue entrevistado en Punt2 estaría a la altura del gran mito de la pilota, al menos en cuanto a palmarés.

Porque en el trinquet, cuando alguien osa poner en duda que Paco Genovés es el más grande de todos los tiempos no corre el riesgo, sino que casi se garantiza salir trasquilado. Pero resulta innegable que, aún en activo, Puchol II ya ha levantado seis veces el Individual, el título más prestigioso de la pilota (y el que determina el número uno del momento), en seis ocasiones… como Genovés.

De Paco se dice y con razón que el campeonato empezó a disputarse cuando ya era veterano (por lo que podría haber ganado muchos más) y que su importancia radica en que reactivó la pilota en los 80, en tiempos en los que el trinquet iba cuesta abajo y sin frenos. Puchol II ha tenido su hegemonía en la modernidad, ya iniciada la segunda década del siglo XXI, en la era de la globalización.

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Puchol II ha sabido jugar muy bien a pilota, pero también aclimatarse a ese mundo. Mientras miraba a los ojos a Soro III y después lo relevaba como número uno de la escala i corda profesional, se ocupó de otros aspectos ajenos a la pilota. Siempre ha tenido un entorno de incondicionales, conocidos como 'Pucholfans' desde antes de que ganase su primer Individual.

Con su anterior grupo de entrenamiento, el de Pilota 3.0, Puchol II realizó distintas acciones para darse visibilidad como deportista de élite: se preparó un documental que narró el año desde la derrota en su debut en un final de Individual hasta que alzó su primer título; y tiempo después se hizo otro sobre un viaje a Nueva York para enfrentarse al mejor jugador de one wall de la época.

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Puchol II y su entorno se han preocupado de las redes sociales y de aprovechar cada oportunidad para darse visibilidad, tanto a él como sus patrocinadores. Esto, unido a su condición de número uno indiscutible le ha permitido que, al menos entre los aficionados al deporte autóctono, cuando se aluda a la pilota, además de a Paco Genovés se mencione al campeón de Vinalesa.

Paco siempre será Paco. Tanto para los eruditos de la pilota como para el público general. Pero Puchol II y su bella ejecución del rebote ya ha sido fuente de no pocas crónicas y obras de arte como esculturas o pinturas. Mientras tanto, en el trinquet se da por supuesto que es el mejor y que hay que apretarle a la hora de configurar los campeonatos y partidas. Su padre, Bene Vijuescas o Vicente Alsina, sus incondicionales, lo sufren. Pero en el fondo saben que es lo que toca, según la ley no escrita de la vaqueta. Porque Pucholet, como aún se le corea en las grandes finales, ya no es el niño que soñaba con ser número uno, sino el líder de una generación, la de la modernidad.

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