El mito de la pilota casi gana a Ricardo Tormo

Y más si derrochaban una personalidad peculiar capaz de conectar con la sociedad, no sólo con los aficionados. Ese era el caso de Paco 'Genovés' y también de Ricardo Tormo. Al mito de la pilota, además, le encantaban las motos. Realmente, la afición por las dos ruedas ha sido siempre algo generalizado en El Genovés, la localidad de la Costera que Paco adoptó y dignificó con su nombre profesional. Por eso, las visitas del genio de Canals al municipio eran muy habituales.

Cuando Ricardo Tormo iba a El Genovés debía ir a pasar, como mínimo, el día. Con carácter similar, ambas figuras conectaron. Uno de sus pasatiempos era, cómo no, batirse en carreras de motos: Paco y un amigo suyo contra Tormo, que siempre ganaba. Esas improvisadas competiciones se desarrollaban en una manzana con desnivel. Y el pilotari trató de aprovechar ese factor para poder destronar el piloto profesional.

Su amigo, más entrado en kilos, rodaba cuesta abajo y él, cuesta arriba, que se le daba bien. Un día, después de muchos intentos –y, a buen seguro, practicar–, estuvieron a punto de ganar a Ricardo Tormo. Pero el otro hombre sufrió una caída y venció el piloto, como siempre. Esta anécdota resume el carácter competitivo del mito de la pilota, del hombre que halló la excelencia en la Partida del Segle, la mítica remontada en la final del Individual contra Álvaro en Sagunto.

Para el público general este es el episodio más conocido. Pero Paco son los cientos de anécdotas que se cuentan sobre él en el trinquet. Y su afición incondicional por la pilota, desde el día en que se puso a jugar horas antes de tomar la Comunión con la ropa con la que debía acudir al acto. Su trabajo para construir la cancha de la Politècnica o su labor en los inicios de la tecnificación que forma a las figuras del futuro.

Paco se ganó el respecto en el vestuario, pero también de las sucesivas generaciones. Como Tonet IV, que solía pasar por su casa a recogerlo cuando jugaba una partida. Detrás del mito hubo un hombre familiar, que también tenía sus manías. Por ejemplo, su predilección por el número 14. Fue su favorito e hizo coincidir momentos y situaciones que tuvieran que ver con ese dígito.

En cambio, el 13 era la cifra a evitar. Tanto que fue capaz hasta de cambiar la fecha de su boda... ¡a un lunes! Paco Cabanes y María Luisa Corcera contrajeron matrimonio el 14 de abril de 1980 que, al menos fue festivo, ya que aquel año coincidió con San Vicente.

«Paco és de tots», solía repetir María Luisa Corcera. Y esa era la realidad porque, desde que despuntó a principio de los 70, llenó trinquets. Sobre todo en verano, en las partidas de fiestas de los pueblos, donde empezaron a rifárselo. Muchas de las anécdotas que cuentan de él tienen algo de leyenda, pero quienes le conocen se ponen muy serios para asegurar que hubo un mes de agosto que jugó más partidas que días.

En aquella Comunitat sin las actuales autovías, igual tocaba jugar por la mañana y repetir en la tarde, en pueblos separados más de 50 kilómetros entre sí. Álvaro recuerda haber ido en coche con Paco Genovés, con la ropa colgada por fuera, pillada por las ventanillas, para que se secara.

Su carisma inspiró a diversos artistas, desde escritores a escultores o fotógrafos. Como Ricardo Tormo, jugueteando y disfrutando de sus pasiones y de su vida, quizás ajeno a lo que estaba ocurriendo con él, Paco Cabanes forjó al Genovés, una leyenda que será eterna.