![Pilota valenciana | El Fris Grec convierte a Puchol II en mito](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202206/25/media/cortadas/1449126593-U120190592041VfC-U1705384026000mD-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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Un plástico minuciosamente colocado protegía junto a la muralla de Pelayo el Fris Grec que minutos antes había alzado Puchol II. El trofeo reposaba al lado de esa misma pared que había buscado al hacer el dau. Lo tenía clarísimo. Sabía que el pouet de ... la Catedral le iba a dar agua de manantial, quinzes de un valor incalculable. «Está claro», admitía por fin el escaleter de Vinalesa, mirar el galardón más prestigioso de la pilota, que ya es suyo. «Quiero disfrutar de este título, el futuro ya lo veremos». Esta frase la ha repetido en cada una de las cinco finales del Individual que ha ganado. En este 2022 no iba a hacer una excepción. Sin embargo, reconoció la enorme presión que ha tenido que soportar el último mes. Ese peso de sentirse favorito, de saber de la ilusión de su entorno, de ser consciente que un triunfo más le abría las puertas a un club exclusivo en el deporte que le enseñaron a amar desde la cuna.
«Ahora no pienso en el futuro. De verdad. Este mes se me ha hecho durísimo. Tenía mucha presión y quieres ganar», reconocía después de la final del Individual donde, por pequeños detalles, venció a un Marc Gimeno que ha experimentado en este 2022 una evolución sideral. «Ya me pasó en las categorías inferiores. No gané ningún Individual hasta el sub-23 y luego encadené tres. Igual es que tengo tantas ganas, ya no de conquistarlo sino de jugarlo, que me ha costado más de la cuenta aprender a cómo afrontarlo», analizó el de Montserrat.
Ahora le servirá de poco consuelo, pero Marc se puede ir a casa satisfecho. Lo admitió, aunque con cara de circunstancias. En Vila-real, en la semifinal, alcanzó la excelencia. Pelayo es otra cosa. Un trinquet sumamente dauero, donde cualquier error desde esta parte de condena en el mano a mano. Y justo eso le pasó al de Montserrat, que había ganado la reballada, lo que ponía contra las cuerdas a Puchol II.
Pero venció 60-50 porque supo esperar a su oportunidad. «Ayer -se refería al viernes- estaba tomando algo con un amigo y le decía que estaba nervioso. Pero es que en este tipo de partidas hay que salir así», comentaba. El de Vinalesa repitió el protocolo de siempre. Marc se permitió salir con la bicicleta de montaña por la mañana. Luego se echó alguna partida a la playstation. «Al 'Fornite'. Me ayuda porque te centras en el videojuego y no piensas en la final», explicaba mientras se arreglaba las manos.
El vestuario es una de las joyas de la pilota. Gladiadores que luego van a intentar aniquilarse mutuamente se preparan para la batalla cara a cara, charlando de sus cosas, como si no fuera a suceder nada. Puchol II y Marc se conocen una barbaridad. No en vano, hasta hace un par de años el de Vinalesa era el líder del grupo de entrenamiento Pilota 3.0, donde sigue el de Montserrat. Quizás por ello, porque de tantas horas de convivencia sólo con escrutarse los ojos saben el estado de ánimo del otro, en la previa de la final ni se miraban.
En la presentación, en los prolegómenos de la final, tampoco. Marc miraba al infinito. Mientras, Puchol II botaba una pelota de vaqueta, como evadiéndose. «Ahí ya se me estaban pasando, aunque estaba nervioso. Pero ya te digo que a estas partidas hay que salir así. Con el cuchillo entre los dientes, como los piratas. Y cada uno utilizar sus argumentos. En una final del mano a mano pocas veces se da la situación de que te salga todo rodado y des una exhibición», comentaba.
El primer revés se lo llevó con la reballada. La moneda salió azul y Marc ni lo dudó: a empezar en el dau. El segundo fue un pelotazo que recibió en la parte del resto. «Ni lo he notado. No me duele... un poco al morder. Imagino que mañana cuando me levante», indicaba Puchol II. Pero la herida de guerra estaba ahí, en su rostro de satisfacción. El lance no determinó la final. No quebró el patrón de juego de ninguno de los dos pilotaris.
Marc sabía que concederle a Puchol II rebotes era su perdición. Trataba de jugarle más corto, picándola buscando la careta de la escala... y la verdad es que le salió. «En la parte del dau me he encontrado muy cómodo, pero sí es verdad que en el resto no tanto», reconocía. Y el de Vinalesa, experimentado en finales, sabía que ahí estaba la clave: en aprovechar la rendija y, después, no descuidarse en el dau.
La oportunidad le apareció en el iguales a 35. A pesar de las dos faltas de Carlos en la ferida. «¡Justo en el juego clave!», le reprochaba después entre risas. «¡Era para que no te confiaras!», le replicaba el mitger de El Genovés. «La verdad, no sé ni lo que me ha pasado en ese juego», apuntaba Marc, bastante más serio, como era de esperar.
La travessa había pronosticado un triunfo relativamente sencillo de Puchol II. Por eso se dio de 10 de salida. Cuando, tras romper, el de Vinalesa aseguró su juego de dau, se consideraba la partida finiquitada. Pero Marc no ha luchado por llegar a la final con la que tanto había soñado para rendirse. Siguió peleando, celebrando con rabia cada quinze importante, aguardando la ocasión, que tuvo en el 50-45.
El de Montserrat tuvo val i 30 para romper y recuperar la ventaja de acabar la partida al dau. «En ese quinze pienso que el poder lo tengo yo, había que hacer un buen dau», indicó Puchol II. Perfecto y a dos. El de Vinalesa había amasado el juego. Lo del cuchillo y el pirata. Cambiando la pelota a cada quinze buscando el error del feridor, que ya tenía la presión de la media. Bingo. Dos fallos suturaron la herida, no la de la cara, sino la de un parcial en el que Marc pudo voltear la final. Pero la experiencia, como cada detalle, cuenta. Puchol II solventó esa situación casi límite y, aunque su rival aguantó, en el siguiente juego se mostró más férreo al dau para, minutos después, alzar el Fris Grec.
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