Victoria Díez no suma ya cinco réplicas del Fris Grec por casualidad. Tampoco decidió que quiere trabajar como investigadora por una cuestión de azar. Su deseo de arrimar el hombro en la guerra contra el cáncer, ese cruel enemigo de la humanidad que le arrancó a su madre en la niñez, convive con el de pasar a la historia de la vaqueta. Lo segundo ya lo ha conseguido, pero ella sigue empecinada en agrandar su leyenda. Dedica su característica media sonrisa cuando se le pregunta por la segunda copia grande de la Feninde: «Yo voy a luchar por ello, ya se verá». Pues sí, ya se verá, pero ella ya está un paso más cerca –a dos o a cuatro, según se dé– de ese reto.
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En Càrcer volvió a reinar. Como se esperaba. «Lo ha pasado mal durante la semana, peor que el año pasado en el que si ganaba, era la primera mujer que conseguía el Fris Grec. Quizás ha sido por la presión de la gente, que la daba por favorita», desvelaba Juan Carlos Díez, su padre, durante la partida ante el micrófono de À Punt. «Lo he pasado muy mal, quizás porque me he presionado demasiado a mí misma», constató ella tras la partida: «Pero en cuanto me he asentado y he impuesto mi juego, todo ha ido bien. Al final ha sido la semana más feliz de este año».
Porque sobre las losas del trinquet de la Ribera Alta Victoria Díez plasmó una vez más lo que le reconocieron el viernes por la noche en El Puig: que es la mejor jugadora de raspall. El premio llevaba la precisión ‘del año’, pero hay que ir más allá. Victoria encarna la élite de la pilota femenina porque, salvando las distancias, representa lo que en su día Paco Genovés o, acotándolo al raspall, Waldo Vila.
El más grande revitalizó el trinquet en los 80 y los 90, y Victoria Díez está poniendo la piedra angular sobre la que se debe construir el profesionalismo de la mujer en el trinquet. Como Waldo tiene toda la pinta de que va a establecer un récord de títulos del Individual de raspall que sobrevivirá varias generaciones.
Porque, esa es la realidad, en el primer año en el que hay una plantilla de élite femenina, ella es la mejor con diferencia. Pero esto no es algo de hoy, sino de las últimas temporadas. Y lo dicho, tampoco por casualidad, sino porque ha apostado firmemente por la vaqueta. En Càrcer plasmó ese don innato y el idilio que mantiene con la pilota, pero también su apuesta por ser diferente. Ganó con contundencia a Mar (25-5), que reconoció a su amiga como justa vencedora: «Me quedo con la gente que ha venido a verme jugar. Ahora tengo que entrenar más. Yo no me voy a rendir».
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Mar decidió tomarse este año un respiro. Lleva desde niña apostando por la pilota, el deporte rey de su Bicorp natal. Tiene un Individual de raspall y a nivel internacional destaca en one wall. Para formarse también eligió una carrera complicada: medicina. Para este curso sintió que necesitaba un paréntesis y se ha ido a estudiar a Bilbao. La pilota ha pasado a un segundo plano.
«Victoria está muy preparada y juega muy bien», analizaba Diana Gascó, la madre de Mar. Tras la partida dialogaba con el padre de Victoria. Las chicas son amigas y las familias se conocen de toda la vida de tanto ir de un lado a otro para que ellas jueguen a pilota. Victoria decidió este año partir en dos el cuarto curso de biotecnología y descarta por el momento irse de erasmus: «Yo quiero seguir con la pilota y tener más tiempo para entrenar».
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Jóvenes, amigas, ambas amantes de la vaqueta... pero que han tomado una decisión vital distinta. Aunque sea temporal, porque el rostro de Mar cuando vio que la final se le escapaba de las manos denotaba rabia y ambición. Ella también quiere pasar a la posteridad y por eso apostó fuerte de salida. Al tercer juego, entre el martillo de Victoria y el calor del trinquet de Càrcer, la de Bicorp se vio superada.
En cuanto Victoria rompió desde el resto (15-5) dejó las amistades aparcadas por un rato y aniquiló a Mar. La de Bicorp había salido fuerte, haciendo el primer juego y poniendo en aprietos desde el resto a su rival. En el tercer parcial notó el desgaste mientras Victoria se mostró férrea durante toda la partida. Su calidad y su apuesta firme por ser deportista de élite tiene premio en un palmarés que ya es histórico.
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