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«Es un sueño para todos que esté ante la primera oportunidad de convertirse en el número uno del mundo. Es una excelencia que ... pocas personas pueden conseguir». La reflexión sobre el crecimiento exponencial de Carlos Alcaraz es de Albert Lledó Quiles, coordinador del área de preparación física de la Academia Juan Carlos Ferrero Equelite, pero a buen seguro que es compartida por todos los trabajadores del cuartel general de Villena que se ha convertido, por méritos propios, en uno de los centros de alto rendimiento con más músculo en el mundo del tenis. Cuando el murciano recorrió por primera vez los 125 kilómetros que separan su hogar en El Palmar de la Academia no había cumplido aún los 15 años. Su primer destino fue una de las casas de 25 metros, con habitación doble y baño, donde duermen los sueños de los tenistas que pulen la excelencia bajo el sol de la Comunitat. Hace unos meses, antes de marcharse al torneo de Indian Wells, se mudó a la casa de 90 metros que en su día fue la morada de Juan Carlos Ferrero cuando subió al escalafón como mejor jugador del mundo. Un spoiler en toda regla.
Si existe un vaso comunicante en todos los deportistas que sueñan con la gloria desde la realidad tangible de tener cualidades para conseguirlo es esa obsesión diaria de superar una nueva barrera. Un mínimo detalle. En la edición del US Open de 2021, Alcaraz pasó a la siguiente pantalla tras su histórico triunfo en cinco sets contra Tsitsipas en tercera ronda. Antes de volar a la gira americana, su rutina física diaria en Equelite la realizó encima de una toalla oficial del torneo de esa edición. Una motivación para superar un peldaño más. «Tengo un grupo con los amigos donde jugamos a la lotería y un día le dije a ver si me tocan 300 millones y nos vamos de vacaciones. Me contestó que de eso nada, que él quería jugar al tenis y ser número uno del mundo. No fue hace unos meses sino en 2019. Lo ha tenido muy claro siempre porque es un animal competitivo. Le gustan los retos», sentencia Lledó sobre la mentalidad del murciano.
Como toda historia que se precie, la de Alcaraz también tiene un giro de guion en esa doble variable tan complicada de domesticar que es el espacio y el tiempo. Juan Carlos Ferrero se convirtió en 2017 en entrenador de Zverev, tras un encuentro casual con el equipo del alemán en un restaurante italiano de Barcelona durante el Godó. Tras el Open de Australia de 2018, cansado entre otras cosas de las impuntualidades del de Hamburgo, esa relación se rompió. Unas semanas después, por las instalaciones de Villena ya se dejaba ver un Carlos Alcaraz que aún tenía 14 años. Su manager, Albert Molina, ya lo había hecho en su momento con Almagro o Carreño. Lo de Ferrero con el murciano fue un flechazo, puesto que tenía encima de la mesa opciones para seguir entrenando del nivel de Thiem, Del Potro o Tsitsipas. La decisión de volcarse en el talento de Carlos se ha demostrado que fue acertada. Menos de cinco años después de aquel giro del destino que permitió la ruptura con Zverev, el español tiene opciones de aterrizar la próxima semana en la Fonteta para disputar la Copa Davis como mejor jugador del planeta.
La evolución de Alcaraz –que desde pequeño tenía el tenis en vena puesto que su padre con el que comparte nombre llegó a disputar algún torneo ATP– no sólo llegó con la raqueta. Es imposible que algo sea así cuando el trabajo que se inicia es con un deportista que no deja de ser un niño. «No tenía las rutinas y hábitos de un profesional. En el tema de la alimentación le costó ese paso de ser un niño a un tenista profesional. Las demandas energéticas aumentaron de forma considerable en una etapa sensible de crecimiento y cuando llegó comía muy poquito», reconoce Albert Lledó. En esa primera etapa también fue fundamental la figura de Nacho Vicente, experto en nutrición de la Universidad de Elche, para dar el giro necesario. De nuevo, el talento valenciano al servicio de la excelencia del que va a ser –ocurra en unos días o más adelante– el próximo número uno del mundo con bandera española. También en este aspecto se adivinó el gen competitivo de Alcaraz, que pasó de no sentir la importancia de ese aspecto tan fundamental a estar pendiente de todos los detalles de su rutina nutricional, desde el llamado 'café precompetitivo' al volumen de pasta que tiene que ingerir dependiendo del tipo de entrenamiento que vaya a tener o de la exigencia de un partido. Los detalles, el progreso del día a día. Cada gota de sudor o bola a la red. Así ha sido la preparación del campeón Alcaraz en su cuartel general de Villena.
Si hay algo de lo que se sienten orgullosos en Equelite -que celebra esta semana el campeonato de España Infantil de Comunidades Autónomas- es que el reflejo de Carlos Alcaraz, como lo fue en su momento Ferrero, se ha convertido en la fuente de inspiración de todos los jóvenes tenistas que comparten pista con el murciano. Es el caso de Thomas Draganov, una de las grandes promesas del tenis brasileño de la generación de 2006: «Poder convivir con Carlos es una experiencia fantástica. Verle trabajar a diario es toda una inspiración».
Testigo de excepción es un histórico del tenis valenciano como Antonio Martínez Cascales, director de la Academia: «De Alcaraz me llamaron dos cosas la atención, el talento que tenía que ya se le veía enorme para jugar al tenis pero también su forma de ser. Desde el primer momento se comportó como una persona abierta y humilde, teniendo en cuenta que ya era Campeón de España. No era para nada engreído. Hay niños que llegan a la academia como campeones de su región y ya se creen lo que no son». Eso y su determinación «porque desde que llegó tiene muy claro que quería ser el mejor. Siempre lo ha dicho. Ese deseo, además, es real porque muchos lo dicen pero sabes que no lo es. Se nota cuando es capaz de hacer lo que haga falta para llegar». Un reto vital que hay que saber dosificar «ya que luego pueden llegar las frustraciones. Tener la opción de un segundo número uno del mundo desde la academia no es algo que da vértigo aunque es verdad que si llega no es una situación normal. Será algo increíble, el trabajo da sus frutos».
Cascales brinda por la opción de que estrene el top mundial en la Fonteta «porque sería perfecto, tanto para él como para la Copa Davis en Valencia. Un empujón enorme» y pondera el trabajo que se está haciendo en el tenis valenciano: «La Comunitat es la región del mundo, en los últimos 20 años, donde más jugadores y jugadoras Top 100 han salido. Aquí también se formaron números uno como Marat Safin o su hermana Dinara Safina. Contaba el otro día que han sido 27, con casos brillantes como el de David Ferrer».
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