«Zapata y yo teníamos que ganar por David Ferrer», dijo Alejandro Davidovich tras sellar el triunfo de España ante Corea en el último partido de la Copa Davis que disputarán este año. Y es que el equipo nacional, ya eliminado y sin nada en juego, sólo quería dejar Valencia con un buen sabor de boca y dar una alegría al público de la Fonteta tras una complicada semana en la que se escapó el billete a las finales de Málaga tras perder los duelos contra Chequia y Serbia.
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Y lo consiguieron. Tanto Zapata como Davidovich lograron vencer sus respectivos compromisos individuales y aseguraron el punto en el marcador para España, que finaliza tercera del Grupo C con un balance de una victoria y dos derrotas. Decepcionante, sí. Pero un resultado marcado evidentemente por la ausencia de Carlos Alcaraz, que fue baja esta semana para recuperarse de sus esfuerzos en el US Open.
La no presencia del murciano marcó las aspiraciones del equipo español, que sabía que tenía complicado poder doblegar al talento emergente checo y al poderío de Novak Djokovic en Serbia. No pudo ser. De hecho, hasta el duelo ante Corea, España únicamente había ganado un set de los trece disputados. Seis derrotas y ninguna victoria era un balance que había, como mínimo, que maquillar. Por Ferrer, como dijeron los propios tenistas, y por el público que acudió a la Fonteta para dejarse la voz y las palmas de las manos animando a su equipo.
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Marc Escribano
Cumplieron con su deber. Primero fue Bernabé Zapata, que volvía a jugar en casa después del tropiezo ante Machac en el primer día. El valenciano tenía una espinita clavada y quería resarcirse. Su sueño, ganar en casa, no lo iba a dejar escapar. «Estoy inmensamente feliz. Me he quitado una espinita porque tenía muchas ganas de ganar aquí. Es una victoria que aunque parece que no sirve de nada, ha sido muy importante para mí y para todo el equipo. Es una de las mejores victorias de mi carrera, porque cuando era un niño soñaba con jugar un partido profesional algún día en Valencia y ganarlo», afirmó tras barrer al coreano Seong Chang Hong por 6-4 y 7-5.
Su gesto tras ganar el último punto fue descriptivo de lo que ha sido la semana para el equipo español. Visiblemente emocionado, Zapata agradeció al público su entrega y casi que pidió perdón por la mala semana del equipo. No estuvieron a la altura, pero era una misión muy complicada la que tenía España sin su principal estrella. Además, el valenciano tuvo que terminar el encuentro con un dolor en el tobillo, que no le impidió cerrar el partido con un derechazo que levantó al público de sus asientos.
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«Es muy difícil debutar en esta competición, estar tranquilo y jugar sin presión, creo que nos ha pasado a la mayoría de jugadores. Ferrer ha hecho una apuesta valiente, pero considero que no se ha equivocado en ninguna de las decisiones que ha tomado. He aprendido muchísimo de los compañeros esta semana y a partir de ahí intentaré en los próximos años ganarme un hueco en el equipo de la Davis», añadió Zapata tras ganar el primer partido de Davis de su carrera.
Con el estreno español ya en el casillero y una enorme presión quitada de encima, fue el turno de Alejandro Davidovich. El malagueño, que soñaba con sacar el billete a las finales que se disputan en su tierra, venía de haber jugado cuatro partidos esta semana —dos individuales y dos dobles—, sin éxito. A la quinta, fue la vencida.
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«Ayer jugué al FIFA y poco más. Después de jugar tantos partidos, especialmente contra Djokovic, poca falta me hacía entrenar. Era más descansar y llegar bien», bromeó en sala de prensa tras vencer a Soon Woo Kwon por 6-4 y 6-4. «No teníamos nada que perder, es verdad, pero también mucho que perder. No podíamos irnos de vacío. Me voy con una sensación agridulce, aunque muy contento por esta primera victoria aquí en Valencia. Pero me hubiese encantado que el equipo clasificase para Málaga, para jugar en mi casa con mi familia y amigos. Estoy con una sensación obviamente buena de hoy, pero cuando perdimos con Serbia estaba más jodido», apuntó el tenista español.
Davidovich, que afirmó que siempre que esté bien físicamente acudirá a la llamada de la selección para jugar la Copa Davis, tiene como sueño levantar una ensaladera porque creció viendo a Nadal, Ferrer o Ferrero haciéndolo. Y no quiere ser menos. Tampoco Albert Ramos y Marcel Granollers, que con el 2-0 sellado ante Corea, cayeron en un último y descafeinado dobles por 7-6, 6-7 y 8-10 en el super tie-break ante la pareja de Ji Sung Nam y Min Kyu Song.
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Valencia baja la persiana de la Davis con buen sabor de boca. Una semana que ha dejado una imagen positiva de una ciudad volcada con el tenis, un deporte que se respira con pasión. Con la apertura del Roig Arena en el horizonte, el sueño de albergar las finales de la Davis a partir de 2025 está más vivo que nunca. Pese al batacazo de España, las semillas ya se han plantado para el futuro tenístico en Valencia.
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