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Pablo Andújar, durante uno de sus partidos en el US Open del año pasado . AFP

El US Open es la casilla de salida

«La ATP y la ITF están a la expectativa de cómo sale este torneo», apunta Andújar

MOISÉS RODRÍGUEZ

Valencia

Sábado, 29 de agosto 2020, 23:28

Cincinnati ha sido el ensayo general y el US Open se plantea como la casilla de salida del tenis de eso que llaman nueva normalidad. «Este torneo debe ser un ejemplo de cara a los demás. La ITF y la ATP están a la expectativa de cómo sale todo», apunta Pablo Andújar, el último valenciano en llegar a Estados Unidos. Viajó el martes y desde ese momento tuvo que someterse a un estricto protocolo con el que, como todos los deportes, el tenis quiere evitar ser víctima de un brote de Covid-19.

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«Antes de volar ya me hice un PCR. Si hubiera dado positivo, ya ni hubiera ido», señala. «Una vez llegué, me sometieron a otro, y me tuve que quedar 24 horas en el hotel», precisa. Esas cuatro paredes van a ser el hábitat de los tenistas mientras avancen en el US Open. Algo tan extraño y poco placentero como estar en Nueva York sin poder sumergirse en la ciudad. Ni siquiera a cenar. «Tienes que pedir 'room service' o un 'Glovo' o algo», comenta Andújar.

«El confinamiento no fue lo mejor para mi codo, pero me considero un privilegiado. He podido pasar tiempo con mis hijos», dice el valenciano

El valenciano volvió a dar negativo y sabe que desde ese momento, sólo puede salir del hotel para ir a las pistas, a las sesiones preparatorias o a disputar partidos. En Nueva York está con Carlos Calderón, su entrenador: «Cada jugador sólo puede llevar dos acompañantes». Y las acreditaciones tienen un chip de localización: «Imagino que si perciben que estás mucho tiempo fuera te pueden sancionar».

Tampoco les interesa demasiado a los tenistas: cada cuatro días, PCR y el que da positivo, a casa. Y si es el entrenador, con el que se ha mantenido contacto, también. La palabra está manida, pero el tenis también ha creado su particular burbuja. Sin público y con tics como que cada jugador deje su toalla a un lado de la pista. «Hay cosas que son gestos, para dar ejemplo a la sociedad que también es necesario«, comenta Pablo Andújar.

Si para el tenis de primer nivel –el circuito ATP y el WTA– el US Open es la casilla de salida, para el valenciano, también. En Nueva York se volvió a ver en 2019 un gran Andújar, alcanzando los octavos de final. Olvidando la maldita lesión de codo que le mantuvo demasiado tiempo parado. Por eso, ha cruzado el Atlántico con planes A y B: «Depende de cómo vaya, en la segunda semana de US Open hay un challenge en la República Checa. Pero no sé qué haré».

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Cada jugador puede estar acompañado en el torneo de Nueva York por dos personas y si da positivo no sigue en competición

El confinamiento le ha hecho pensar. Y valorar lo que se deja en Valencia cada vez qué rehace la maleta, porque un tenista profesional nunca deja de guardarla en el altillo: «También es la profesión que he elegido, pero tengo poco tiempo para pasar con mi familia. Me sabe mal». Por eso, en el estado de alarma disfrutó con sus hijos de tres y año y medio. «Vivimos en un piso, pero por suerte tenemos una terracita, donde podía jugar con ellos. Me siento un privilegiado», afirma.

Ahora lo relata con cierta añoranza. «Aquello no fue lo mejor para mi codo, que tengo que hacer unos ejercicios y trabajar en el saque casi a diario. Luego lo noté. Los primeros días de entrenamiento fueron duros», apunta. Pero ese confinamiento con los suyos sí que fue medicina para la mente de Pablo Andújar.

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Si el US Open de 2019 fue especial para él, este de 2020 aún más. «La situación es muy diferente. Nadie sabe exactamente cómo llega, al no haber competido... Todos llegamos con la ilusión de jugar bien. Y los partidos a cinco sets te permiten ir cogiendo ritmo», analiza. Él siente que eso le beneficia. También se nota que ha llegado a Nueva York sin presión. «Ahora quiero ir torneo a torneo», señala... Otra frase demasiado utilizada, pero que al final es lo que toca. Sabe que en unas semanas viene Roland Garros y que su paraíso está en su hogar, en Valencia.

Bautista, durante su partido contra Djokovic. REUTERS

La ilusión de la armada valenciana tras la proeza sin premio de Bautista

Lo de Roberto Bautista en el límite entre la noche del viernes y la madrugada de ayer en Flushing Meadows fue una proeza. No hay que ser resultadista. El castellonense tuvo contra las cuerdas al número uno del mundo pero a Novak Djokovic no hay que darlo por vencido hasta que se le gana el último punto. Tras ganarle el primer set, contar con opciones en el segundo, recuperar un break y tener el juego al servicio para cerrar el partido, el de Benlloch sufrió la milagrosa reacción del balcánico en la semifinal del Master 1.000 de Cincinnati.

«No sé cómo gané el partido, él fue mejor. No me sentí cómodo en ningún momento dentro de la pista», admitió Djokovic, que en sus peores momentos de tenis apeló en dos ocasiones a la atención del fisio, algo que ya ha hecho en otras ocasiones. Hoy podría haberse publicado la crónica de la final de Bautista contra Raonic. No. Lo cierto es que el castellonense llega al US Open pletórico y va a ser desde mañana uno de los tenistas a tener en cuenta en Nueva York.

La armada valenciana en el cuadro masculino la completan Pablo Andújar y Pedro Martínez Portero. Bueno, y un poco Alexander Zverez, entrenado por David Ferrer, quien también está en Nueva York. En el cuadro femenino, Sara Sorribes tratará de progresar en Nueva York. Excepto Andújar, el resto de los representantes de la Comunitat llevan más de 10 días, desde antes de arrancar Cincinnati.

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