El Arena de Bolonia no es rival para el de Valencia

Dentro de los proyectos clásicos, la capacidad de convencimiento para poder ganar una Licencia A, o una seguridad aunque no tenga ese nombre, se va a basar en tres pilares fundamentales; capacidad económica del club, calidad del pabellón donde se juegan los partidos y contrato de televisión que se aporta. Belgrado, por ejemplo, asegura para el Partizan y el Estrella Roja el cartel de no hay billetes casi continuo para el Stark Arena. Todas las miradas se fijan en Bolonia y Valencia, que aunque nadie quiera reconocerlo parecen destinadas a jugarse un hueco.

Cuando se abrió el Segafredo Arena, muchos pensaron que abrir el telón antes que el Roig Arena iba a ser una carta maestra para el proyecto de la Virtus. Error. Mirando al medio y largo plazo, esa carrera la va ganando Valencia puesto que la nueva casa del equipo de Bolonia no llega a los parámetros de calidad de los recintos Top de Euroliga. Una mesa donde sí que se sentará el recinto valenciano. El dueño del club de la capital de la Emilia-Romaña, el empresario Massimo Zanetti, sigue teniendo en mente un gran Arena para la ciudad de Bolonia, pero sigue negociando con las administraciones para obtener la financiación global de un proyecto así. Contactos no le faltan, puesto que el dueño del imperio del café Segafredo Zanetti, fue senador por Italia.

Mientras llega ese soñado recinto, el nuevo Arena no deja de ser un recinto levantado bajo el alto techo del Pabellón 37 de la Feria de Bolonia. El recinto tiene una capacidad declarada de 9.980 espectadores y su aspecto exterior no difiere mucho del Pabellón 36 o el 38 porque tiene la misma fachada con el número en grande en la nave (aunque sí que tiene grandes lonas y fotos del equipo para al menos distinguirlo). En el interior, las cuatro grandes gradas siguen la estética de las prefabricadas de modelo andamio. No se han escondido, de momento, los detalles que dejan al descubierto la provisionalidad. En las sillas a pie de pista, acolchadas, se aprecian a simple vista los cerramientos con las habituales pegatinas amarillas y negras para advertir de los bordes afilados. La obra ha tenido un coste de 55 millones de euros.

A nivel de pabellón, el Valencia Basket negocia con la Euroliga una relación a medio y largo plazo (una estabilidad) con la certeza que desde la temporada 2025-2026 va a disponer del Roig Arena, un recinto con 300 millones de inversión, 15.500 asientos para partidos de baloncesto, un parking interior y otro cercano de cinco alturas, amplias zonas VIP y tres niveles de terrazas para la restauración. La incomodidad de tener un pabellón dentro una Feria la sufrió el conjunto taronja cuando llegó al entrenamiento vespertino previo al partido contra la Virtus. Con el recinto ferial ya cerrado, el conductor del autobús tuvo que pitar en repetidas ocasiones para que un miembro de seguridad abriera la puerta 20 del recinto exterior. Nadie parecía esperar a un equipo deportivo a esas horas para que buscara el Pabellón 37.