![Rafa Martínez: «El cariño de la gente de Valencia vale más que los cinco títulos, es para toda la vida»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/201909/29/media/cortadas/rafa-martinez-U70822523619B7C--624x385@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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JUAN CARLOS VILLENA
BILBAO.
Domingo, 29 de septiembre 2019, 00:28
Rafael Martínez Aguilera (Sampedor, 1982) ha vivido hoy un día muy especial. Por primera vez desde 2008 se ha enfrentado al Valencia Basket como rival, después de cerrar una etapa en la Fonteta como leyenda. Amante del trato cercano, ha querido que su casa en Bilbao esté junto a la parte que más late de la ciudad. Con vistas al Guggenheim, y cerca de San Mamés, recibe a LAS PROVINCIAS como capitán del Bilbao Basket y como padre que espera su segundo hijo. Un niño vasco que acompañará a Paula, su hija valenciana. Su ojito derecho.
-¿Se suelta ya con el euskera?
- Sólo me atrevo con lo básico, kaiso (hola), eskerrik asko (gracias), agur (adiós) y bat bi hiru (un, dos, tres) que es lo que decimos en los corrillos. Poco a poco.
-Le ha cogido el gusto a lo de ser capitán. Recién llegado y ya le han puesto el brazalete. Un récord.
-Me voy de una y me meto en otra. Me sorprendió porque le dije a Álex Mumbrú que quería que fuera alguno de la temporada pasada, por respeto, pero me dijo que había hablado con Schreiner y estaba de acuerdo. La verdad es que es un orgullo. Ser capitán conlleva la responsabilidad de llevar bien el vestuario y estoy acostumbrado porque ya había sido capitán en Manresa y Valencia.
-Me cuentan que Mumbrú insistió mucho para ficharlo.
-Es verdad. Quería sí o sí que viniera a Bilbao. Era su primera opción e insistió mucho. Tenía otras opciones en verano pero insistió tanto que me gustó. Estaba con las cajas de la mudanza y no paraba de llamar. Es cierto que he notado desde el primer momento en el respeto de jugador veterano que lleva ya muchas batallas a su espalda.
-¿Se sintió raro al vestir de negro por primera vez?
-No, la vida tiene etapas y la temporada pasada tuve claro durante bastante tiempo que mi tiempo en Valencia se había acabado. A lo mejor fue un error porque quedaba bastante Liga por delante pero lo había asumido. Luego tuve dudas de continuar o retirarme pero mi cabeza y mi corazón me pidieron seguir un año más para sentirme vivo. Me planteo de momento una temporada como llevo haciendo en las últimos años. No significa que haya tomado ya la decisión de retirarme en 2020. Vamos a ver como va el año.
-¿Le fue bien el tratamiento del verano en Alemania?
-Sí. Estoy disfrutando entrenando y jugando, era lo que quería, y con ese día a día bueno seguro que salen bien las cosas. Estoy bien.
-La decisión de salir de Valencia la tomó usted aunque ya no contaba para Ponsarnau. ¿Fue su último servicio porque era una patata caliente anunciar su marcha?
-Tenía la confianza suficiente para ir a hablar directamente con Paco Raga y decirle de forma clara lo que pensaba. Antes de renovar le dije que cuando notara que no contaban conmigo sería el primero en dar un paso al lado. Lo que digo lo cumplo. Me hubiera gustado retirarme en el Valencia Basket pero en la vida no todo sale como uno quiere. Con la situación que viví la temporada pasada no quería seguir en Valencia con lo que tampoco le dí muchas vueltas cuando llegaba a casa. No quería volver a sentirme así. Cuando salí de la lesión no sé si entendieron mi procedimiento para estar bien pero lo que está claro es que dejé de jugar.
-¿Sabiendo ese final se volvería a jugar la rodilla sin el contrato por firmar como hizo en 2018?
-Sí, sin duda. Lo volvería a hacer. Eso es algo que sabe todo el mundo en el Valencia Basket. No me lo pensaría, aún si hubiera sabido lo que iba a pasar un año después. El respeto ya me lo había ganado con las diez temporadas anteriores defendiendo la camiseta del Valencia Basket. Lo único que hice fue lo que creía mejor que era para el equipo porque siempre he pensado en el equipo. Nadie puede decir lo contrato. En lo único que pensé en mí fue en la decisión de operarme. No tenía contrato pero me daba igual. Era lo mejor y entré en el quirófano. No sentí que me renovaron por la lesión, por no dejarme tirado. Me gané esa renovación en la pista.
-Sus negociaciones para renovar siempre fueron complicadas.
-Es verdad que las negociaciones duras siempre eran conmigo (sonríe) pero cuando he peleado, o me he enfadado como puede pasar en una negociación, es porque tenía claro que me merecía lo que pedía. No soy una persona que pida algo que no se merece, no tengo como suele decirse esa cara. Al final no es culpa de ninguna parte. Cada uno hace su trabajo, en esos momentos el club el suyo y yo el mío. Es verdad que hubo una vez que tenía decidido irme porque no entendía nada. Ya no me apetecía jugar en Valencia pero entre Olatz (su pareja) y mi gente me hicieron entrar en razón. Eso sí, es algo que desgasta mentalmente. Siempre he sido yo el que ha tenido que dar la cara y eso es algo que desgasta. Me fui sin rencor y sin ningún resquemor. Cero. Siempre me he sentido querido.
-Tuvo el final soñado porque el homenaje de la Fonteta simplemente surgió. Fue algo mágico.
-Sí que lo fue. Lo que más me gustó es que fue algo que no estaba preparado. Era imposible porque quedaban ocho segundos y parecía que ya ni iba a salir. Fue el público el que decidió en ese momento hacerme un homenaje sin saber si yo me iba a quedar, me iba a ir a China o me iba a retirar. No puedo explicar con palabras lo que noté, sólo que me sentí lleno por dentro como nunca me había sentido en una pista y mi forma de devolver ese cariño fueron mis lágrimas. No eran de pena sino de orgullo. Es algo que me sobrepasó (vuelve a emocionarse). Las palabras no valen para expresar lo que se siente en ese momento.
-Se emocionó la Fonteta entera.
-Fue un torrente de sentimientos porque iba mirando a todos los rincones y me encontré con Pablo Laso aplaudiendo como el que más y no sólo a mis compañeros sino a los jugadores del Real Madrid, los árbitros o mucha gente en la grada llorando. No estaba preparado y por eso fue tan especial. En el baloncesto somos rivales pero yo sólo tengo amigos fuera de la pista. Incluso cuando me he pegado en un partido con alguno. En el baloncesto sólo haces amigos, no hay enemigos. Creo que eso la gente tiene que saberlo.
-¿Vale más lo que vivió esa noche que los cinco títulos de taronja?
-No hay duda. El cariño de la gente de Valencia vale más que los cinco títulos, es para toda la vida. ¿De qué vale tener mil títulos si no te recuerdan con cariño y respeto?. Cuando cierras la puerta lo que te llevas es eso, no el ego de tener más o menos copas o medallas. Mi mejor título cuando vuelva a Valencia será sentirme uno más. Va a ser un partido especial. Llevo muchos años con ellos y tenerlos de rivales se va a hacer extraño.
-¿Cómo ve al Valencia Basket desde la distancia?
-Tienen un equipazo, con catorce que pueden jugar. Se están haciendo las cosas muy bien, fichando gente trabajadora que quiere luchar y no estrellas consolidadas. Gente que quiere crecer en el club y al final eso es lo que quiere ver la Fonteta. Al público de Valencia lo que le gusta ver es gente que luche por ello que si se tienen que tirar al suelo cien veces a por el balón lo hagan.
-El histórico Martín Labarta está pasando por un momento delicado de salud. Me imagino que desde la distancia le manda ánimos.
-Por supuesto, es un ejemplo de persona de club. De los que te cuidan y saben cuidar de tus familiares. Al final esas cosas son importantes porque te hacen sentir muy cómodo.
-¿Su mejor momento en Valencia?
-La unión del vestuario.
-¿El peor?
-Mi llegada en 2008 fue durísima. Llamaba a casa y les decía que me quería volver. Esto no lo he contado nunca pero me quise ir nada más llegar. Nunca había visto a un vestuario tan roto. El equipo estaba muerto antes de empezar la temporada y a los entrenadores les sobrepasaba el tema, con unos egos muy grandes que afortunadamente nunca he visto más en mi etapa en Valencia. Muchos jugadores pensaban que estaban por encima del club y eso no puede permitirse. El baloncesto es un juego de equipo y a mí lo que me gusta es ir a la guerra con todo el mundo no que cada uno haga lo que quiera. Llegaba de Manresa, de un ambiente familiar en el vestuario, y me encontré lo que me encontré. Hasta que no llegó Spahija fue duro. Un día llegué a casa y le dije a Olatz que me daba igual el contrato que me volvía a casa. Me frenó. Tener referencias personales es igual de importante que la calidad, cuando tienes que ir a muerte el jugador implicado nunca se borra.
-¿Le gustaría que se dejara de pitar a Claver en la Fonteta?
-Siempre me ha parecido algo muy injusto. El problema es que había gente que le pedía 30 puntos y 20 rebotes cada partido. Es de los mejores jugadores de equipo que he visto en mi carrera. Supongo que ya dejarán de pitarle pero es injusto que vaya a pasar por ganar el oro en un Mundial. La Fonteta tiene que estar orgullosa. Soy de Sampedor y me siento orgulloso, no concibo que alguien de Valencia no lo esté.
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