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Hermannsson, igual que un día soñó con jugar en el Valencia Basket, no quiere irse de vacaciones. En Islandia hace mucho frío. Viene del país del hielo, tan gélido como se quedó el domingo el equipo de Ponsarnau. Se va a recordar mucho tiempo ... esa oportunidad perdida de castigar a un Real Madrid malherido. ¿Podría estar ya el equipo taronja en la final de la ACB? Suposiciones. Ciencia ficción. La realidad es que anoche, en su caldera, en la Fonteta. Sí, aunque sólo hubiera 1.000 personas, la grada fue el sexto jugador, encendió el fuego necesario para que los suyos entrasen en calor.
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«La Fonteta siempre da algo más», reconoció Labeyrie, el máximo anotador de un partido en el que el Valencia Basket desempolvó su mejor cara para llevar la semifinal de la ACB al tercer partido, mañana, en Madrid. «El público nos ha dado mucha energía y además hemos tenido más descanso», señaló Jaume Ponsarnau.
Mientras tanto, Hermannsson se había retirado ya al vestuario. Frío, como su Islandia natal, pero después de haber entrado en ebullición en un segundo cuarto magistral donde apuntaló la victoria del Valencia Basket. Venido del norte, del hielo, supo leer el partido en los 20 primeros minutos, cuando se cocinó la victoria de los taronjas. Sin acierto desde el perímetro, había que buscar juego por dentro, olvidando que por ahí andaban Tabares y Garuba, dos de los sanos de un Real Madrid que mantenía casi todas sus bajas.
Valencia Basket
Labeyrie (18), Tobey (13), Prepelic (11), Hermannsson (9), Dubljevic (9), Kalinic (6), Williams (6) Vives (5), San Emeterio (4), Van Rossom (2), Sastre (2) y Pradilla (0).
85
-
67
Real Madrid
Carroll (13), Alocén (8), Garuba (8), Tyus (8), Taylor (7), Tavares (6), Poirier (6), Vukcevic (5), Causeur (3), Rudy (3) y Núñez (0).
PARCIALES 24-18, 20-11 (44-29); 20-19 y 21-16.
ÁRBITROS Carlos Peruga, Óscar Perea y Alberto Sánchez.
Y esta vez, el equipo de Pablo Laso acusó la falta de un conductor de juego. El Valencia Basket salió a intimidar. A demostrar que iba a aportar más electricidad al partido de lo que hizo el domingo en Madrid. El choque arrancó con un triple de Dubljevic. Luego Vives también sumó de tres. Con intensidad, jugando al límite, como la situación, aunque esto supusiera conceder tres tiros libres en el primer ataque blanco.
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La mala noticia fue que el acierto desde el perímetro se perdió en esos latigazos iniciales. Al Valencia Basket se le hizo pequeño el aro. La buena noticia residió en que, al contrario que en otras ocasiones, halló soluciones desde el principio. San Emeterio, Dubljevic, Labeyrie, mucho de Prepelic y hasta el criticado Derrick Williams... Los taronjas funcionaron como un equipo de remo para llegar al final del primer parcial con seis puntos de ventaja (24-18).
El encuentro tuvo un inicio de segundo cuarto muy peligroso. Sin capacidad anotadora del Valencia Basket ni, por fortuna -y también por el buen trabajo defensivo- del Real Madrid. Transcurrieron 160 largos segundos hasta que Sastre reparó el cortocircuito con una soberbia asistencia a Tobey. Como si le diera envidia, a renglón seguido fue Hermannsson quien reeditó la acción para mayor gloria del norteamericano. El Real Madrid cerca de cuatro minutos en anotar en ese parcial.
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El partido se teñía de taronja, pero la Fonteta no quería distracciones. Y Hermannsson tampoco. Hasta el intermedio, bajo la dirección del islandés, el Valencia Basket cuajó los mejores minutos de la noche. Quizás brilló Labeyrie en la pintura, pero quien vio que el Real Madrid estaba tocado fue el jugador nórdico. Y castigó, ¡vaya si lo hizo! Hasta con un triple sobre la bocina forjado desde la pizarra de Ponsarnau con el tiempo muerto solicitado a dos segundos de la bocina.
Esos quince puntos de ventaja al descanso (44-29) resultaron decisivos. El equipo aún debía pasar por su clásico mal momento en el tercer cuarto. Pero tenía una renta más que suficiente para gestionar el partido si no cometía errores. Y claro está, en el caso de que el Real Madrid empezase a no fallar en su bombardeo. Y es que hubo un momento en que los blancos parecían reaccionar. Un triple de Carroll (50-36) medio metió el miedo en el cuerpo. Un canastón de Van Rossom, más desdibujado que en otras ocasiones, evitó que a los taronjas les entrasen las dudas.
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Y luego quien actuó fue el sexto jugador. La Fonteta. Porque al Real Madrid, a falta de 14 minutos para el final, sólo le quedaba la raza. Apretó e intentó intimidar. A los taronjas y a los árbitros. Cuando Tylor se encaró con los colegiados, el público le abucheó. No en nuestra casa. Este va a ser otro aspecto decisivo en el encuentro de mañana. Los de Ponsarnau ya no van a tener el comodín de la grada. Y ese va a ser el verdadero examen final.
Porque el final del tercer cuarto fue decisivo. El Valencia Basket, con el festival anotador de Labeyrie, puso el +16 a falta de diez minutos. Y porque el francés pisó en el último tiro. Para entonces, al Real Madrid, conducido por unos inexpertos Juan Muñoz y Alacén, ya le habían entrado prisas. Demasiados tiros a la desesperada, muchas pérdidas de balón evitables... en definitiva, se notaron mucho las bajas con las que ha comparecido en la serie el equipo de Pablo Laso.
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El último cuarto, especialmente cuando se alcanzó la máxima ventaja (71-50, esto es, +21), fue una terapia de cara a mañana. Jugando así, se puede. Con el partido decidido, apareció Kalinic, tan decisivo en muchos encuentros del a temporada y que esta vez no lo fue tanto. Y gozó de sus minutos Pradilla, Sastre mejoró sus estadísticas y Tobey siguió con su festival en la pintura.
Un desenlace plácido, sellando la segunda victoria más amplia frente al Real Madrid en ACB, y la derrota más abultada del conjunto blanco desde que lo entrena Pablo Laso. Pero al final, esto supone un punto en el play-off. Nada más. La serie está igualada y el Valencia Basket sigue estando al borde del precipicio.
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La buena noticia es que el Real Madrid, también. Si los blancos no recuperan efectivos, se hablará de oportunidad histórica para entrar en la final de la ACB. Lo cierto es que la ocasión está ahí, a 40 minutos. Jugando como anoche en la Fonteta, el equipo de Jaume Ponsarnau contará con opciones de tomar el WiZink Center. Ahora que ha entrado en calor, el conjunto taronja debe seguir en esta inercia. Cualquier relajación supondrá quedarse de nuevo helados y marcharse de vacaciones antes de lo deseado.
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