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Lucía Rivas, Awa Fam y Alba Callero, el domingo en Pego tras ganar el autonómico junior con el Valencia Basket. j. bermejo

El ejemplo de resiliencia de Lucía Rivas

La edetana conquista el MVP del Autonómico Junior, promediando 32.7 de valoración con el Valencia Basket, 461 días después de romperse el ligamento cruzado de la rodilla derecha

Martes, 23 de abril 2024, 01:39

Si hay algo que iguala a todos los deportistas, sea cual sea su condición, son las lesiones. Con una gran diferencia, que es la exposición ... pública. La rotura del cruzado de la rodilla es una de las más graves en el mundo del baloncesto. En el lado profesional, todo el que la sufre concentra un foco mediático y apoyo anímico sin fisuras. Miles de personas mandando mensajes públicos de ánimo desde la operación al día del retorno. Ocurrió en su momento en el Valencia Basket con Martin Hermannsson y más reciente con Raquel Carrera. Cuando esa lesión, igualmente grave, ocurre en el baloncesto de cantera, la recuperación se convierte en un acto de resiliencia entre el deportista y su círculo más cercano. Amigos y familia. Sin foco mediático, pero con una historia que hay que contar para que sirva de ejemplo, y de ánimo, a todos los jugadores y jugadoras menores de edad que sufran una lesión de un año que, además, condiciona una etapa de su adolescencia. Es la historia de Lucía Rivas Palmer, que se proclamó MVP del Campeonato Junior Autonómico al liderar al Valencia Basket en la Final Four de Pego, promediando 21.7 puntos, 14.3 rebotes y 32.7 de valoración. Un auténtico rodillo. 461 días antes de esa sonrisa en territorio alicantino, la edetana vivió la cara más amarga del deporte.

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El 16 de enero de 2023, Rivas se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha en un partido amistoso en la pista central de L'Alqueria. En mitad de la temporada de su primer año junior, lo que ponía en riesgo la fase final de su formación. La pívot venía de una gran temporada, ganando el oro en el Campeonato de España Cadete en 2022 con el Valencia Basket (el segundo, tras el de 2021) y la plata con España en el Eurobasket U16, junto a Awa Fam y Mirembe Twehamye. Junto a Fam, formó el juego interior fetiche de la generación de 2006, que comenzó con el oro en la Minicopa de 2020 en Salamanca, pocas semanas antes de que la pandemia confinara al país. De ese grupo que ha ganado medallas en todas las categorías de formación, incluyendo el bronce en el Campeonato de España Junior de 2023, también continúan, junto a Rivas y Fam, Alba Caballero, Julia Sarrió y Abril Revert. En Huelva, desde el próximo domingo, tienen la opción de terminar la fase formativa con un pleno histórico de metales.

Poco antes de recoger el trofeo de MVP en Pego, Lucía Rivas se fundió, emocionada, en un abrazo con Pepa Peralta, que también tenía los ojos anegados en lágrimas. Como Manolo Real, actual jefe de cantera femenina de la entidad taronja y pieza clave en el crecimiento como jugadora de la de Llíria. En las gradas del Ausiàs March, más lágrimas de emoción. Las de sus padres, que también fueron jugadores. Pilar Palmer, la madre, jugó a las órdenes de Merche Salvador en el mítico Torrefiel, uno de los equipos pioneros del baloncesto femenino en Valencia, y después en Manises, en Primera B, y en otros equipos como el Alboraia. «Desde la lesión ha sido un año muy duro y después de tanto esfuerzo produce mucha emoción vivir un momento así. Al final lo del MVP es lo de menos pero me alegro que se lo haya llevado porque ha sido gracias a su esfuerzo en la pista y es como un reconocimiento a todo ese trabajo en la recuperación», reconoció a este periódico, emocionada, poco antes de volver a casa con la medalla de su hija.

Diego Rivas, el padre, jugó en el Llíria en el que despuntaba un joven llamado Nacho Rodilla y en el Valforsa Benaguasil, el equipo de Segunda Nacional en el que estuvo cedido Víctor Luengo antes de convertirse en una leyenda del Pamesa. «El apoyo de la familia es fundamental en casos así para reforzar el esfuerzo fundamental que ha sido el de ella. Ha puesto de su parte todos los días del último año para poder volver y el nivel de juego que ha tenido en la Final Four es una recompensa a todo ese esfuerzo», valoró. Afincados en el corazón del Camp de Túria, a buen seguro que el trofeo de MVP de Lucía tendrá un hueco preferente.

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Awa Fam fue testigo de la alegría familiar de los Rivas Palmer. Más que nada porque forma parte de ella. La de Santa Pola, la gran referente de la generación de 2006, no quiso perderse el último partido del autonómico porque ella también forma parte de ese oro. Desafiando al cansancio, tras llegar de madrugada con el vinculado de Paterna tras disputar en territorio madrileño la ida de la eliminatoria de la Liga Femenina Challenge, fue la primera en felicitar a su amiga más hermana.

«Es bonito el reconocimiento pero no lo disfrutas igual cuando unos minutos antes una compañera ha vivido una situación de lesión que, además, me ha venido a la cabeza cuando me lesioné el ligamento cruzado. Es un momento en el que salen los recuerdos y la verdad que fue complicado», reconoció Lucia Rivas. No era para menos ese sentimiento puesto que, cosas del destino, en la recta final del partido contra el Picken Claret, se lesionó en la rodilla Gabi Segura. «Cuando me lesioné tenía claro que mi objetivo era volver para comerme el mundo», continuó «porque la recuperación fue un trabajo muy duro en el día a día, donde tuve que tener las cosas muy claras, y creo que he vuelto a un mejor nivel».

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Cuando se le pide que defina a Manolo Real y Pepa Peralta, no lo duda: «Son mis padres deportivos. Desde que llegué siendo una niña al Valencia Basket han cuidado de mí como si fuera su ahijada, tanto en la lesión como en situaciones del baloncesto o de mi vida personal han estado siempre pendientes. Todo hubiera sido más difícil sin su ayuda y respaldo». ¿Y Awa Fam? «Es mi hermana. Nos hemos criado juntas y hemos vivido juntas. Siempre que hemos ganado una medalla a nivel de clubes ha sido juntas y hemos disfrutado también en las selecciones. La tengo tatuada, con eso lo digo todo. Es familia. Me he fijado mucho en ella para mi crecimiento personal, es una persona muy humilde y en la pista no es nada egoísta. Es una maravilla de persona y jugadora«.

A Lucía, que el próximo 23 de mayo cumplirá 18 años, hay una fecha que le ronda en la cabeza desde hace varios años. «Mi sueño es debutar en el Roig Arena con el primer equipo del Valencia Basket», sentencia «ya que es para lo que he estado trabajando desde pequeña. Antes de todo eso, hablando de la próxima temporada sería un sueño hacer una buena temporada con el equipo de Paterna en Challenge. Este año no he podido jugar con ellas por la lesión y quiero ayudar». Lo cierto es que estaba predestinada a jugar con la pelota naranja. Padre jugador, madre jugadora... y hermanos jugadores en activo en LEB Plata. Diego Rivas, en L'Horta Godella, y Alejandro Rivas, en el Benicarló: «En mi casa he vivido el baloncesto desde niña aunque comencé con la gimnasia rítmica en Llíria. Después me fijé en mis hermanos, que son mis referentes, y me propuse jugar al baloncesto. Como ellos. Pienso que mi carácter en la pista, duro, viene porque me he criado jugando contra dos hombres en la canasta del patio de casa y me daban por todos lados. Nada hubiera sido igual si no los hubiera tenido». La resiliencia es familiar. Nada ocurre al azar.

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