JUAN CARLOS VILLENA
VALENCIA.
Viernes, 20 de septiembre 2019, 00:40
En las celebraciones del Mundial de baloncesto conquistado por España ante Argentina, los jugadores y el cuerpo técnico de la selección no pararon de repetir que 'la familia', el concepto con el que se refieren al equipo, también abarca a todos aquellos profesionales que no suelen salir en los focos. Es allí donde brilla Jordan Sospedra (Castellón, 1988) que como Víctor Claver también puede presumir de ser un valenciano con un oro mundialista. «Estoy en la etapa de la resaca emocional. Es algo que cuesta de asimilar», confiesa a LAS PROVINCIAS mientras deposita su mirada de nuevo en la presea: «No me canso de mirar la medalla porque aún me cuesta comprender que también soy campeón del mundo. Ahora sueño con los Juegos de Tokio de 2020».
Publicidad
Las manos de Sospedra, como las de su compañero David Urbano que trabaja en el FC Barcelona, son de oro. Un arma fundamental en un campeonato con ocho partidos en dos semanas en una sede gigantesca donde los largos desplazamientos han lastrado el físico de las selecciones: «En un torneo tan complicado está prácticamente todo preparado y planificado para que los imprevistos para el seleccionador sean los mínimos posibles. Todo está consensuado, pactado y hablado. Ha sido un Mundial complicado para nosotros. Tras un partido nos podíamos ir a las tres de la mañana tratando en el hotel a los jugadores».
Con tantas horas en la camilla, es normal que ese vínculo establecido refuerce los lazos de cariño «porque somos los que tenemos una relación más cercana con los jugadores, compartimos mucho tiempo y es verdad que notamos su cariño. Es una relación piel con piel y nos encargamos de un área determinante. Una de las cosas más bonitas es cuando un jugador, o entrenador, te agradece el trabajo que ha permitido que puedan disputar un partido».
Sospedra tiene claro que una de las claves del éxito de España es el respeto de todos los departamentos. «En el cuerpo técnico liderado por Scariolo la opinión de los fisios, recuperadores o preparadores físicos es muy importante porque respeta a los profesionales. Nos escucha y nos da el valor que debe tener nuestro trabajo porque somos lo que más entendemos de esa parte, igual que los técnicos lo hacen con la táctica. Las mejores decisiones son las consensuadas», apunta antes de dar algunos nombres: «Tengo un feeling especial con Marc Gasol, una muy buena sintonía. También con Rudy Fernández en este Mundial, que no lo conocía aún, o con Llull. Al final te diría a todos. Por ejemplo, Ricky Rubio es un encanto de persona, va más allá de lo que vemos en la pista. Es incluso más grande fuera».
«Lo de familia es una realidad al cien por cien», sentencia «porque no hay fisuras por mucho que se intenten buscar en las primeras fases, donde está prevista la regulación para llegar en las mejores condiciones a la fase decisiva de un campeonato. Se gane o no se gane ese vestuario es un núcleo unido que hace muchos años, se creó una familia con la Generación del 80 y ese legado se ha cuidado con los más jóvenes para que se mantenga».
Publicidad
La historia de Sospedra es curiosa porque, a día de hoy, no pertenece a ningún club. «Sigo volcado en los equipos de Torreblanca, donde aún sigo jugando, y en la Vall d´Uixó donde estoy de entrenador. No quiero cerrar las puertas a nada pero ahora estoy centrado en un proyecto profesional importante como va a ser la apertura de una clínica en Valencia», relata antes de contar la anécdota de la llamada de la selección en 2017: «La Federación me mandó un correo pero nunca me imaginé que era para el primer equipo. Al abrirlo lo leí mal y pensé que era para alguna de las selecciones de formación. Al ver que era para la absoluta me puse a llorar porque era un sueño. Influyó mucho que veníamos de ganar la ACB con el Valencia Basket. Me estrené con un bronce en el Eurobasket de Turquía».
Cuando se le pregunta por su salida de la Fonteta un año después, cuando el club le comunicó que ya no contaban con sus servicios tras la reestructuración del área médica, pone gesto serio: «Me llevé un máster profesional, humano, de ver muchas cosas que ocurren en el entorno profesional y de la vida. De personas, de egoísmos y de situaciones que se gestionaron de manera muy mala. La decisión me sorprendió mucho, me decepcionó y me dolió. Noté el cariño del vestuario, de los jugadores, pero a ellos no se les preguntó. Ellos son los que de verdad conocen la realidad de las situaciones porque las viven en sus carnes. La dos piezas más fáciles éramos el doctor Frasquet y yo. Lo que más me dolieron fueron las formas cuando lo había dado todo durante ocho años por el Valencia Basket».
Publicidad
Lo que ocurrió después pone más en valor el abrazo que el valenciano se dio con en el presidente de la FEB en la celebración del oro en Pekín: «Nada más ocurrir mi salida del Valencia Basket me llamó Scariolo para reafirmar su confianza y darme la tranquilidad de que seguían contando conmigo en la selección. Nunca voy a olvidar en trato que tuvieron tanto Scariolo como Garbajosa. Estaré agradecido toda la vida». Su siguiente sueño es olímpico.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.