Jared Harper, durante el partido ante el Bilbao Basket. acbphoto

Valencia Basket, una planificación bajo sospecha

análisis ·

El proyecto taronja 2022-2023 da signos de colapso tras un verano sin pretemporada, algo que se sabía, donde cambió de técnico, de modelo de juego y a un tercio de la plantilla. El riesgo de acumular tanto cambio, con Jones como único fichaje que a día de hoy rinde a nivel, ha explotado en la racha de cinco derrotas seguidas

Lunes, 28 de noviembre 2022

Las cinco derrotas seguidas que acumula el Valencia Basket han provocado el primer clima de nervios dentro del club en lo que va de temporada. No por su efecto real en los objetivos deportivos del curso (tanto en la ACB como en la Euroliga los ... taronja están a una victoria del corte de la Copa y del Top 8) sino porque han evidenciado, de golpe, los riesgos de una planificación deportiva para la campaña 2022-2023 donde se acumularon muchos cambios. Los datos objetivos del trabajo en verano eran que el club tenía por delante una temporada con un mínimo de 68 partidos y una pretemporada casi inexistente por culpa del Eurobasket donde, como mínimo, se iban a ver afectados cuatro jugadores de la plantilla (Dubljevic, Prepelic, López-Arostegui y Pradilla). Si no acabaron siendo seis fue por el acuerdo con Van Rossom para renovarle a cambio de renunciar a la selección y la decisión con Claver de enfocar el verano a la recuperación de su lesión en el pie.

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Con ese panorama, el Valencia Basket acumuló un cambio de entrenador, de modelo (puesto que a Álex Mumbrú se le firmó una relación contractual hasta 2025), de estilo de juego y de un tercio de la plantilla global aunque, en la práctica, ha sido casi la mitad de ella. De los 15 jugadores con contrato, se sabía que se iba a comenzar con 14 hasta, como mínimo, febrero de 2023 por la lesión en la rodilla de Hermannsson. Si se resta a Millán Jiménez -que tiene ficha del equipo vinculado- la realidad siempre ha sido que la ACB y la Euroliga se han afrontado hasta la fecha con 12 jugadores profesionales. De ellos, 5 son nuevos en la plantilla y formaron el 55,5% del roster profesional en la pretemporada. Siendo claros, la planificación deportiva ha llevado a que aspectos más propios del trabajo estival como los sistemas o la propia comunicación entre jugadores que se acaban de conocer... aún se esté llevando a cabo con la temporada en juego.

En un club profesional, en los buenos momentos y en los malos, los aciertos y errores en la planificación de un proyecto deben ser colegiados. Enric Carbonell, director general, y Chechu Mulero, director deportivo, fueron los encargados del diseño de la actual plantilla. Los máximos responsables. El primero, con el control de los 17 millones de presupuesto del primer equipo masculino y el segundo con la elección de los jugadores. Con la opinión del entrenador al que se ha firmado tres años. En el modelo de año a año la influencia de un técnico, como es lógico, es mucho menor.

La lesión de Van Rossom, el irregular rendimiento de Dubljevic y la realidad de que ni Pradilla ni Prepelic han encontrado a estas alturas su rol en el actual modelo ha destapado el principal problema en el arranque de la temporada, que no es otro que la evidencia de que tan sólo Chris Jones está dando el nivel entre los cinco fichajes. El caso más claro es el de Jared Harper. Con Hermannsson lesionado y Van Rossom renovado con 36 años y un historial de problemas físicos en las últimas temporadas (si va a pasar por el quirófano esta semana es porque nunca se ha escondido y se ha vaciado siempre en la pista, cosa que le define como leyenda taronja), la posición de base se cerró con la doble decisión de ceder a Dimitrijevic y fichar a Harper.

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El base de Georgia está evidenciando que aún no se ha acoplado a los automatismos que debe tener un jugador que dispute la Euroliga y la liga nacional con más nivel en Europa. Sus virtudes son obvias pero, a día de hoy, están pesando más sus carencias. En el drama de las cinco derrotas, su rendimiento ha sido de suspenso absoluto. En este tramo, Harper ha perdido más balones que asistencias ha dado (11 por 8), acumula un 7 de 36 en tiros de campo (muchos de ellos precipitados) y un -40 en el ratio del +/- en pista. Con Van Rossom lesionado, esta situación es un drama puesto que sólo Jones es capaz de generar juego. Con el Valencia Basket decidido a no acudir al mercado y apostar por L'Alqueria, la decisión ha sido la de cortar la cesión de Ferrando en Melilla y que regrese a la disciplina taronja.

Otra de las decisiones de la planificación que a día de hoy está bajo sospecha por la mala racha de derrotas es el cambio en el juego interior que sacó de la plantilla a Tobey y Labeyrie para fichar a Alexander y Webb III. En este primer tramo de temporada es evidente que se han empeorado esos dos puestos, tanto en la aportación global de los dos como en la comparación individual. Contando sólo la ACB (no se puede comparar estadística de Euroliga y Eurocup), Alexander anota, rebotea y valora menos que Tobey y Webb III mejora a Labeyrie en el rebote (5,8 por 4,1) y la anotación (6,5 por 5,9) pero en el perfil de cuatro abierto en el triple está pinchando, 14,3% del americano por 42,4% del francés.

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El quinto fichaje era un perfil nuevo para ampliar la plantilla. El Valencia Basket pagó una cláusula de salida al Lenovo Tenerife para incorporar a Jonah Radebaugh. Eso, pagar en un mercado amplio, ya es una apuesta en sí. A nivel defensivo, el americano está cumpliendo con el rol que se le pide. El problema (volvemos a la plantilla en global) es que con el bajo rendimiento ofensivo de Prepelic, el equipo también necesita que produzca ofensivamente. En ACB, promedia 4,4 puntos y en Euroliga 3,6. Muy por debajo de lo que el equipo necesita de él, al menos hasta que el esloveno rinda a su nivel.

Una vez diseccionada la planificación de la plantilla, hay que hablar de Álex Mumbrú. Como primer entrenador es el máximo responsable de que su equipo no esté rindiendo. Punto de partida. Cuando llegó al Valencia Basket, el catalán era consciente de todos los asteriscos antes señalados del verano, con lo que debería haber articulado mejor el mecanismo de rotaciones para permitir que el equipo vaya creciendo en competición a falta de pretemporada sin que el juego tenga tantos dientes de sierra en los partidos. Hacer rendir a los jugadores que ya estaban la pasada temporada y que están lejos de su nivel (Claver, Pradilla y Prepelic) también es un trabajo que tiene pendiente. Dubljevic, aunque de más a menos, Rivero, López-Arostegui, Puerto y Van Rossom (ahora lesionado) sí que han dado un rendimiento más regular.

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El análisis del juego del equipo en las cinco derrotas seguidas es la prueba del algodón. Sumando las estadísticas de los partidos ante Virtus, Lenovo Tenerife, Real Madrid, Zalgiris y Unicaja, el Valencia Basket sólo ha anotado 70,6 puntos por partido (78 de máximo) y ha encajado una media de 85,2 (con un mínimo de 80). Ese dato doble es tremendo. En cuatro de esas cinco derrotas, los taronja han perdido uno de los dos primeros cuartos por una renta que ya hizo muy cuesta arriba la opción de ganar (24-8 en Bologna, 27-17 en Tenerife, 19-31 contra el Real Madrid en los primeros cuartos y 21-31 contra el Unicaja en el segundo). En ataque, donde sólo se ha generado con Jones, Van Rossom y en los tramos donde se ha podido correr, el Valencia Basket ha acumulado en estas cinco derrotas un 44,4% de acierto en tiros de dos (74 de 166), un 31,3% en triples (41 de 137) y una media de 13 pérdidas por partido. Con esa tarjeta ofensiva no se pueden ganar partidos en Euroliga y ACB.

La última reflexión tiene que ir para el club. Desde su máximo accionista, Juan Roig, hasta el último consejero. En una situación donde es evidente el desafecto de la Fonteta con el proyecto, deben tomar una decisión y explicarla. Algo que, por desgracia, en muchas ocasiones no sucede. El Valencia Basket, como entidad, debe dar el mensaje claro de qué rumbo va a tomar; o el de aguantar hasta final de temporada para dejar que sea la pista la que le ponga la nota final al proyecto 2022-2023 (como ha ocurrido con todos los entrenadores desde que se cesara a Perasovic a mitad de una temporada o a Rogers en la dirección deportiva a mitad de una temporada) o tomar la decisión de cortar ya a Mumbrú, Mulero o a los dos. Ahí, más allá de las opiniones, la decisión tiene que ser de club. La hemeroteca, y los mensajes de respetar los contratos (también de los jugadores en un club donde no se corta por bajo rendimiento a nadie), indican a pensar que la decisión va a ser la de apretar filas y dejar trabajar en un proyecto global de 24,2 millones de presupuesto donde 15,65 los aportan los mecenas.

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