![Van Rossom: «Dubljevic ha rechazado más de una vez ofertas para quedarse en el Valencia Basket»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/11/20230607_205041-RFM7kwaEnEV7Lu70MYCCAmI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Van Rossom: «Dubljevic ha rechazado más de una vez ofertas para quedarse en el Valencia Basket»](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/06/11/20230607_205041-RFM7kwaEnEV7Lu70MYCCAmI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Si algo no se le puede negar a Sam Van Rossom (Gante, 1986) es que en sus diez años como jugador del Valencia Basket nunca se puso de perfil cuando sopló el viento en contra. Es ahí donde se mide el valor de las personas. De su legado como jugador hablan sus números y sus títulos. Su categoría de legendario en la Fonteta llega, más allá de eso, por su personalidad.
–¿Con qué se queda de esta década vistiendo de taronja?
–Me quedo con el camino recorrido, con todo el viaje, que son momentos porque también he tenido algunos muy duros. Me quedo con la gente que he conocido y con todo lo que hemos conseguido con el club. Ha sido una historia muy bonita.
–Nunca ha escondido nada en la pista. Me imagino que es consciente de que eso le ha penalizado con las lesiones.
–Cuando empecé mi carrera me hice un trato conmigo mismo y fue que seguiría jugando mientras pudiera dar el cien por cien. Si no, es mejor no hacerlo. Lo voy a cumplir hasta el último día que sea jugador en activo, siempre daré todo lo que tengo para jugar a baloncesto con mi mejor versión. He estado diez años en un club que lleva en el pecho la Cultura del Esfuerzo y me he sentido muy identificado.
–¿Lo más duro es aprender a afrontar las lesiones?
–Cuando he tenido lesiones siempre las he mirado a la cara, teniendo claro que iba a seguir luchando para superarlas. No quería abandonar el baloncesto. Cuando me piden algún consejo para los jugadores jóvenes siempre digo que si quieren conseguir algo tienen que dar todos los días el cien por cien. Si no están dispuestos, es mejor no comenzar una carrera profesional.
–Estuvo tres meses fuera del club, entre junio y septiembre de 2017, pero su segunda etapa en el Valencia Basket ha sido más larga que la primera. ¿Qué interpreta de eso?
–No es algo que me esperaba, es así. La primera despedida, la de 2017, fue muy dura para mí porque me fui lesionado y sin poder jugar el playoff donde se acabó ganando la Liga. Entendí perfectamente el punto de vista del club pero aunque lo asumas no duele menos. Cuando volví habían pasado tres meses y fue una sensación rara porque era como un nuevo reto pero no lo era. Era volver a mi club. Si hemos encadenado seis años más es porque las dos partes estábamos en una situación perfecta para seguir el camino. Las dos partes siempre tienen que estar convencidas.
–En 2017 declaró, en una entrevista en LAS PROVINCIAS, que entendía la decisión del club de no renovarle por las lesiones. La frase es de una persona honesta.
–Soy una persona honesta, no me gusta mentir y siempre voy de cara. Otra cosa es que en el mundo del deporte puedas contar todo, pero siempre lo que puedas decir tiene que ser la verdad. No puedes mentir, siempre hay que decir la verdad. No puedes mentir, siempre hay que decir la verdad. La honestidad es uno de los valores más importantes de una persona. Es algo básico para las personas que acaban siendo mis amigos. Me gusta confiar mucho en la gente, mi novia me dice a veces que soy tonto por hacerlo, porque pienso que todo el mundo debe tener estos valores. Es cierto que pensar así hace que cuando alguien te daña la confianza se pueda romper una amistad.
–¿Qué supone el regreso a casa tras una década y media jugando fuera de Bélgica?
–Gante siempre será mi casa. Ahí crecí y he vivido muchas cosas. Siempre he dicho que Valencia siempre será mi casa fuera de mi casa. Soy una persona que en mi carrera siempre ha buscado la estabilidad. En mi carrera he tenido cuatro equipos en 17 años. Es muy poco comparado con otros jugadores. Me ha gustado dar fidelidad a la gente que confía en mí. He estado 15 años en el extranjero y tengo ganas de estar en mi casa cerca de mi familia y mis amigos. Ahora, quiero abrir la puerta y estar a diez minutos de ver a mi hermano y tomar una cerveza con él. Ha llegado este momento.
–Se marcha del Valencia Basket pero también de la ACB. Es obligado detenerse para recordar la figura de José Luis Abós, que falleció en 2014 por culpa del maldito cáncer.
–Cuando murió José Luis Abós me quedé muy impactado porque cuando me ficharon en Zaragoza, Willy Villar y él, era un momento muy jodido en mi carrera. Había estado dos años en Italia donde tuve problemas con las lesiones. Fue un momento clave y apostaron por mí cuando no era fácil. Vieron potencial en mí y se la jugaron. Zaragoza también es un equipo y una ciudad a la que le guardo un gran cariño.
–¿Es cierto que la gente en el club se emocionaba estos últimos meses incluso viendo los planos de la casa que se está construyendo en Bélgica? Le quieren muchísimo.
–Sí (ríe con fuerza). Hemos creado amistades con mucha gente en Valencia. Cuando te abres personalmente con las personas se crean estos lazos. Soy una persona que quiere ser feliz en la vida. Sólo tenemos una y es mejor pasarla con una sonrisa que con una cara amarga todo el rato.
–¿Lo más doloroso de su despedida ha sido no poder hacerlo sobre la pista?
–Sí, es lo que más rabia me da. Me hubiera gustado decir adiós al Valencia Basket en la pista, jugando, y no viendo el partido de una silla. En la vida no todas las cosas salen cómo tienes pensado porque si no sería demasiado bonito todo. Es algo que duele pero mi despedida tras el partido del Barça me impactó mucho. Fue un momento espontáneo y le agradezco el cariño que me dio todo el mundo porque además fue tras una derrota dura. No era un momento fácil y que ocurriera eso me emocionó mucho. No soy muy de llorar. Hay pocas personas que me han visto llorar y si ocurrió esa noche en la Fonteta es porque estos diez años aquí en Valencia significan mucho para mí.
–En las fiestas de los títulos siempre tuvieron tiempo de consolar a compañeros. Habla bien de los vestuarios ganadores.
–En las fiestas cuando se gana un título, desde fuera parece todo bonito y para el jugador que está lesionado o no ha podido participar es un momento jodido. En su último año, Rafa Martínez sufrió mucho por la situación en la que estaba y estoy muy contento de haber estado en ese momento ahí, intentando ayudarle para que lo pasara lo mejor posible. Cuando lo veía mal siempre íbamos a comer, a cenar o lo que fuera para que se despejara la cabeza. Ayudar a un compañero en un momento difícil. Luego tuvo una despedida muy emocionante contra el Real Madrid. Yo estaba en ese momento en la pista y fue algo increíble.
–¿Cuándo llegan despedidas de compañeros uno va asumiendo que la suya está más cerca?
–Es ley de vida. Nos hacemos mayores y te das cuenta que la vida deportiva se te va acabando poco a poco. Es un momento que siempre llega. Dubljevic ha vivido la despedida de San Emeterio, de Rafa Martínez ahora la mía. De todo ese grupo que creamos durante muchos años es el único que aún está en el Valencia Basket a día de hoy. Espero que su despedida tarde un poco más
–¿Cómo ha vivido este año con Dubljevic donde su sueño de sólo vestir de taronja está en peligro?
–Es una situación muy difícil para él y diferente porque aún no tiene un acuerdo para seguir la temporada que viene en el equipo. Ojalá el club y Dubi se entiendan, es un jugador que ha estado muchos años aquí y que con la calidad que tiene y lo que significa para el club lo más bonito es que se quede. Cuando llegas de fuera no es sólo que vienes a un equipo y tienes un contrato. Tienes que sentir que es un orgullo y un honor defender la camiseta que llevas. Dubljevic ha rechazado más de una vez ofertas para quedarse en el Valencia Basket. En mi caso menos pero también pasó alguna vez. Me podría haber ido el segundo año (la oferta del Real Madrid en 2015 cuando Llull estuvo tentando por la NBA) y cuando pasan trenes, o saltas o te quedas. Lo normal de una carrera deportiva son 15-18 años y tienes que exprimirlo al máximo. Los que llegan a 20 son unos privilegiados. En este tiempo tienes que asegurarte que has vivido todas las cosas que querías vivir. Cada uno tiene sus retos y motivaciones. A mí me ha llevado a estar diez años en Valencia y he cumplido la idea que siempre he tenido.
–¿La selección es una puerta que vuelve abrirse tras su decisión de jugar en Bélgica?
–No, esta puerta para mí está cerrada. Lo cerré hace un año. El Valencia Basket no me pidió el pasado verano que me retirara de la selección sino que no jugara el Eurobasket para preparar bien la temporada. La decisión de retirarme fue mía. Pensé que el próximo gran torneo será en dos o tres años y ya no debo estar sino dejar mi sitio a los jóvenes para que tengan la oportunidad de jugar un Eurobasket o un Mundial. Que disfruten ellos el momento.
–¿Se plantea el mundo de la comunicación tras el basket?
–Puede ser, es un mundo que me llama la atención. Ahora estoy haciendo un podcast sobre la Liga belga y holandesa por pasarlo bien. Soy un friki del baloncesto y me encanta. Quien sabe si cuando me retire como jugador se convierte en un trabajo.
–Hágame un debut como analista hablando de la temporada del Valencia Basket.
–Ha sido una temporada muy dura. Nos han pasado muchísimas cosas, se juntaron a la vez varías cosas a la vez. Hemos visto un cambio de apuesta del club, con jugadores con un perfil diferente que en el pasado. Un nuevo proyecto, con un nuevo entrenador, y nos ha costado arrancar. Hay que ser honestos, los resultados no han sido los que queríamos o esperábamos. Ahora hay que corregir las cosas que han ido mal. Está claro que el equipo no funcionó, el juego en la pista no fluyó ni fue muy de equipo. Tenemos que buscar los motivos de por qué nos ha pasado todo esto para tomar las soluciones.
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