V. LLADRÓ
Lunes, 26 de diciembre 2022, 20:30
Primero optaron por diversificar la actividad citrícola familiar con la venta por Internet. Teresa y Elena, preocupadas por la generalizada situación de crisis en el sector ... , decidieron probar con una iniciativa comercial que pudiera ser alternativa a las pautas de venta habitual de la fruta, con la consabida espera de que se presente algún comprador en el campo. Con el apoyo de sus padres, Teresa Ribera y Francisco Bover, emprendieron la aventura de la venta on line, aun a sabiendas de que sería muy difícil, si no imposible, que pudieran sacar toda la producción por dicha vía. Pero tenían al menos el convencimiento de que lo que vendieran -y venden- así les aportaría rendimientos más satisfactorios, y no sólo en el plano económico.
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La actividad citrícola de la familia Bover-Ribera se compone de varias explotaciones, entre las cuales hay una estrella rutilante: L'Hort de Ribera, un huerto histórico enclavado en una zona, al norte de Carcaixent, donde se implantaron los primeros huertos de naranjos. Además cuenta con una preciosa casa modernista de 1870, conservada con exquisita pulcritud y habitada permanentemente, que es foco de admiración constante de visitantes e interesados de todo orden.
La finca dispone por otro lado de un bosque, jardines románticos y un pozo de riego que, por su configuración -a cielo abierto-, constituye un ejemplo magnífico de la evolución tecnológica en la captación de aguas subterráneas. Para mayor mérito, sigue totalmente activo, regando -ahora a goteo- todo L'Hort de Ribera, cuya disposición de parcelas y variedades ha ido evolucionando con el tiempo, por las lógicas exigencias de los cambios de gustos del mercado y la necesaria actualización para mecanizar tareas de cultivo.
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Todo el conjunto concita un tremendo interés desde muchos puntos de vista culturales y económicos: agronómico, arquitectónico, histórico, naturalista, artístico... Aquí está compendiada en gran medida la historia de la naranja, con múltiples atractivos que estaban por desplegar de cara al público. Hasta que, un buen día, Teresa y Elena cayeron en la cuenta de que tenían entre manos una piedra preciosa que quizás podrían exhibir más allá de la frecuente visita de amigos y académicos.
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Casi sin pretenderlo, surgió otra actividad alternativa o complementaria que sumar a su primera iniciativa de venta on line. Y además podrían crecer sinergias entre ambas cosas. Así nació su idea de aprovechar L'Hort de Ribera como foco de atracción turística. Al estilo de lo que se ha desarrollado en bodegas de toda España, con el boom del enoturismo, pero aquí entre naranjos. Y funciona, vaya que sí. La familia Bover-Ribera despliega planes de visitas con horarios, recorridos y degustaciones; y programa visitas complementarias, como al precioso almacén de Ribera, junto a la estación de Carcaixent, donde se seleccionaban y encajaban las naranjas para su exportación. Hoy, dicho almacén -muy bien conservado- es de propiedad municipal y se utiliza para actos culturales, entre los que se cuentan recorridos didácticos sobre su construcción con elementos pioneros, explicando cómo se trabajaba allí hasta hace más de medio siglo.
L'Hort de Ribera está en un lugar histórico de nuestra trayectoria citrícola. Allí al lado, en la partida de la Bassa del Rei, nació todo. En tierras valencianas, como en muchos otros sitios de España y del sur de Europa, había infinidad de naranjos dispersos, pero en 1781, ¡ocho años antes de la Revolución Francesa!, un cura ilustrado, Vicent Monzó, tuvo la revolucionaria idea de realizar una plantación ordenada que produjera naranjas para vender, mucho más allá de abastecer el consumo propio, que era lo que predominaba entonces. Convenció para ello a otros dos ilustrados, el boticario Jacinto Bodí y el notario Carlos Maseres, que aportarían lo que hoy conocemos como 'capital-riesgo'.
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Monzó compró unas diez hanegadas de secano (más baratas). Después ya se ocuparía del riego. Luego encargó los plantones a un jardinero murciano que tenía una variedad de naranja dulce más selecta de lo acostumbrado e injertaba sobre limonero para que el arbolado fuera más longevo.
Así nació el primer huerto, que no tenía agua de la acequia de Carcaixent porque estaba más alto, pero se regaba con una noria, más tarde de pozo con bombeo de máquina de vapor. Y como a los tres ilustrados les fue bien, se extendió el ejemplo, se hicieron más huertos y pozos y surgieron comerciantes para comprar y exportar la producción. Como L'Hort y el antiguo almacén de Ribera, hoy en producción el primero y ambos grandes ejemplos de nuestra trayectoria naranjera y atractivos primordiales de una corriente turística que comienza a desplegarse. Porque cada vez hay más personas interesadas en conocer nuestra historia, incluyendo la del cultivo tradicional naranjero. Para visitas: www.huertoribera.com
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