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Descarga de olivsa en la amzara de Enguera. Irene Marsilla.
La fiebre del aceite: los valencianos buscan aceitunas hasta debajo de las piedras

La fiebre del aceite: los valencianos buscan aceitunas hasta debajo de las piedras

Muchos particulares recogen aceitunas en campos abandonados, espacios públicos y hasta roban en privados para hacerse con unos litros de oro líquido

Arturo Cervellera y Alicia Talavera

Valencia | Alzira

Domingo, 12 de noviembre 2023, 00:59

A las almazaras de dos poblaciones valencianas tan alejadas como son Altura y Enguera no paran de acercarse estas semanas particulares que traen olivas para producir su propio aceite. En un momento en el que el precio de este oro líquido supera los 7 euros en los supermercados infinidad de familias agudizan su ingenio para hacerse con un puñado de kilos y así ahorrarse un pico, lo que implica desde recuperar campos en desuso a coger olivas de suelos públicos. Y sí, hasta a robar a otros.

La Comunitat Valenciana produce muy poco aceite en comparación con Andalucía, que es la autonomía que marca la tendencia del mercado, pero en zonas como la sierra de Espadán y la Calderona, el interior de la provincia de Valencia o en comarcas alicantinas como el Comtat, l´Alcoià y el Vinalopó hay tanto agricultores profesionales que se dedican a este negocio como familias que mantienen la tradición y lo elaboran para uso propio.

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Aunque en términos generales esta campaña que empezó a finales de octubre es peor que la media de los últimos años debido a la sequía, este último colectivo es el que se ha lanzado a recoger las olivas de unos campos que suelen ser heredados. «Ha vuelto gente que hacía años que no recolectaba porque no le era rentable. Ahora todos están trayendo las olivas. Desde particulares que tienen 50 árboles a miles de kilos de los profesionales», comenta la directora de la cooperativa Campoenguera, Paloma Campiñero.

En esta cooperativa, al igual que en el resto de almazaras de la zona, se ha notado el cambio de tendencia a causa de la gran subida de precios. Si hace dos años se pagaban 0,40 céntimos por el kilo de aceituna ahora asciende a 1,20 euros, un crecimiento más que considerable que ha hecho revitalizar este clásico cultivo. En una situación muy similar se encuentran más al norte de la Comunitat Valenciana. Luis Velázquez, director de la cooperativa oleícola Alto Palancia, admite que en su caso el kilo de oliva se está comprando y pagando por 1,40-1,50 euros, algo impensable hasta hace poco.

«La gente joven ha vuelto a recuperar las tierras y muchos campos abandonados se están trabajando», explican desde Campoenguera. Esto ha provocado que la cooperativa opte por dar formación a los nuevos agricultores para que conozcan las técnicas tanto de regado, como de abono o recolección. Además se está promocionando la mecanización para ahorrar costes y que el relevo generacional sea efectivo y las olivas se conviertan en un trabajo de futuro en estas comarcas.

Pero más allá de estas personas hay muchos que no disponen de campos y apuestan por recoger olivas de donde pueden. En el horno de Altura cuelgan carteles de particulares que se ofrecen a pagar a los propietarios de campos a cambio de recoger sus aceitunas y quedárselas, conscientes de que los campos de secano tienen muy poco fruto por las escasas lluvias y que hay familias que consideran que no les compensa recogerlos a la antigua usanza ya que, por norma general, se recolectan con el rastrillo o con la vara y hay que invertir largas jornadas.

Más allá de los campos la recolección ha llegado a zonas de montaña donde suelen tener lugar rutas y hasta a rotondas. Porque muchos lugares públicos han sido asaltados para recoger unas olivas que, en el caso de que no se recolecten, se suelen echar a perder. Y mientras que muchos de estos trabajos se dejan al tuntún y hay ayuntamientos que prefieren mirar a otro lado, unos pocos apostaron por regular. Este es el caso de La Vila Joiosa, que permitió a los vecinos apuntarse durante septiembre para repartir la cosecha de los 532 olivos en manos públicas disponibles. Desde hace semanas pueden recoger las aceitunas con el control de la Policía Local.

Pero más allá de la picaresca y estos casos particulares la realidad es que también se están registrando delitos. La asociación agraria Ava-Asaja tiene constancia de casos ocurridos en comarcas como la Hoya de Buñol. Un agricultor interpuso a finales de octubre una denuncia por el robo de 600 kilos de aceitunas de 18 árboles de su campo y días después otra similar. El propietario sospecha que fueron tres personas y que acudieron con maquinaria.

¿Y esta suma de factores ha que ha llevado? Pues a que las almazaras estén estos días llenas y que en algunas exista hasta lista de espera para poder molturar. En el caso de la cooperativa Campoenguera se han tenido que poner en marcha las tres líneas disponibles para atender la alta demanda mientras que el año pasado con una línea fue suficiente para moler toda la aceituna que llegó a sus instalaciones. La duda es si este buen ritmo se mantendrá y si la recolección de zonas extra podrá compensar la falta de fruto en muchos campos.

En cualquier caso desde la cooperativa de Altura aseguran «que este año salvamos los muebles» al considerar que la sequía ha sido mala, pero peor fueron las lluvias de 2022. La previsión en Enguera es que se recolecten unos cuatro millones de kilos, una cantidad decente para el actual contexto ya que la producción media de esta cooperativa se cifra en unos cinco millones. El año pasado que fue uno de los peores a causa de los problemas meteorológicos sólo se cosecharon 800.000 kilos de aceituna. «Está saliendo y bien y estamos obteniendo un aceite de muy alta calidad», remarca el director de Alto Palancia, que recuerda que el aceite valenciano que se comercializa no puede competir a precio con el andaluz y que suele apostar por la calidad.

Cambio de cultivos

Los buenos precios de las olivas han hecho que en otras zonas menos proclives a este cultivo también haya agricultores que apuesten por ellas. En la Ribera, zona citrícola y de caquis, se han comenzado a ver plantaciones de olivar entre el manto de naranjos. Uno de estos nuevos aceituneros es Julio que ha iniciado esta misma semana la recolección para llevar su producto a una almazara de la Canal de Navarrés. «Primero tenía naranjas pero los precios eran bajísimos. Luego opté por los frutales y ahora he decidido reconvertir mis tierras con olivos porque necesitan menos cuidado y están siendo más rentables», explica este agricultor jubilado. Sin embargo, es una realidad que el cambio de cultivo a otro necesita de muchos años para comenzar a dar sus frutos y será dentro de unos años cuando se tendrá la certeza de si de verdad ahora se producen cambios masivos o si se quedan en anécdotas puntuales.

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